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Mensajes de Ridvan : 2015-172BE
La Casa Universal de Justicia
Ridván 2015 / 172BE
A los bahá’ís del mundo
Queridos amigos bahá’ís:

La época radiante de Riḍván está aquí, y desde las alturas alcanzadas por la comunidad del Más Grande Nombre se vislumbran brillantes perspectivas sobre el horizonte. Se ha recorrido un extenso camino: han aparecido nuevos programas de crecimiento y, aunque otros cientos deben surgir todavía en los próximos doce meses, los esfuerzos para poner en marcha la pauta de actividad necesaria ya se han iniciado en casi cada una de las agrupaciones que se requieren para alcanzar las 5.000 que pide el Plan de Cinco Años. Los programas existentes están cobrando fuerza y muchos de ellos muestran con mayor claridad lo que significa para la Causa de Dios adentrarse más en el panorama social de toda una agrupación y en el seno de un barrio o un pueblo. Se avanza con pasos más firmes por los caminos que conducen a una expansión y consolidación sostenidas a gran escala, a menudo al ritmo marcado por jóvenes valientes. Cada vez son más evidentes las formas en que el poder de la Fe para construir sociedad se libera en diversos entornos, y van volviéndose discernibles esos rasgos esenciales que marcarán un mayor desarrollo del proceso de crecimiento de una agrupación.

El llamamiento a llevar a cabo y apoyar esta labor va dirigido a todos los seguidores de Bahá’u’lláh, y evocará una respuesta en cada corazón que se duele de la desdichada condición del mundo, circunstancias lamentables de las que tantísimas personas no pueden obtener alivio. Pues, en última instancia, la respuesta más constructiva de todo creyente inquieto a los males crecientes de una sociedad desconcertada es la acción sistemática, decidida y desinteresada llevada a cabo dentro del marco amplio y acogedor del Plan. A lo largo del último año se ha hecho más claro todavía que, en distintas naciones y de diferentes maneras, el consenso social en torno a ideales que tradicionalmente han unido y vinculado a un pueblo está cada vez más desgastado y agotado. No puede ofrecer ya una defensa fiable contra una diversidad de ideologías interesadas, intolerantes y tóxicas que se alimentan del descontento y el resentimiento. En un mundo en conflicto que parece cada día menos seguro de sí mismo, los proponentes de estas doctrinas destructivas crecen en audacia e insolencia. Recordamos el veredicto inequívoco de la Pluma Suprema: «Avanzan de prisa hacia el Fuego infernal confundiéndolo con la luz». Los líderes de naciones bienintencionados y personas de buena voluntad se quedan luchando por reparar las roturas evidentes en la sociedad, impotentes para evitar que estas se propaguen. Los efectos de todo esto no se ven sólo en conflictos declarados o un derrumbamiento del orden. En el recelo que alienta a un vecino a ir contra otro y corta lazos de familia, en el antagonismo de mucho del llamado discurso social, en la ligereza con que se utilizan los atractivos de motivaciones humanas mezquinas para obtener poder y acumular riquezas, en todo ello se manifiestan signos inequívocos de que la fuerza moral que sustenta la sociedad está gravemente debilitada.

Sin embargo, da tranquilidad saber que, en medio de la desintegración, está tomando forma un nuevo tipo de vida colectiva que da expresión práctica a todo lo que es sublime en los seres humanos. Hemos observado cómo, especialmente en aquellos lugares donde se ha mantenido la intensidad en la enseñanza y en las actividades de desarrollo comunitario, los amigos se han protegido contra las fuerzas del materialismo que amenazan con minar sus preciadas energías. No sólo eso, sino que cuando responden a las muchas otras demandas de su tiempo, nunca pierden de vista las sagradas y apremiantes tareas que tienen ante sí. Tal es la atención que requieren las necesidades de la Fe y los intereses más elevados de la humanidad en todas las comunidades. Donde se ha establecido un programa de crecimiento en una agrupación no abierta anteriormente, vemos cómo los primeros brotes de actividad nacen del amor a Bahá’u’lláh anidado en el corazón de un creyente dedicado. No obstante los grados de complejidad a los que deberán acomodarse con el tiempo a medida que crece una comunidad, toda actividad comienza con esta sencilla fibra de amor. Es la fibra esencial a partir de la cual se teje un patrón de esfuerzo paciente y concentrado, ciclo tras ciclo, para presentar ideas espirituales a niños, jóvenes y adultos; para avivar un sentimiento de veneración a través de encuentros de oración y devoción; para estimular conversaciones que iluminen la comprensión; para iniciar a un número cada vez mayor de personas en una vida de estudio de la Palabra Creativa y su manifestación en hechos; para desarrollar, junto con otros, la capacidad para el servicio; y para acompañarse unos a otros en la práctica de lo que se ha aprendido. Amados amigos, bien amados de la Belleza de Abhá: rogamos por ustedes fervientemente en todas las ocasiones en que nos presentamos ante Su Sagrado Umbral, para que su amor por Él les dé la fuerza para consagrar sus vidas a Su Causa.

Especial mención merecen las fecundas perspectivas que surgen de agrupaciones y de centros de intensa actividad dentro de ellas, donde la dinámica de la vida comunitaria abarca a un gran número de personas. Nos complace observar cómo en estos ámbitos se ha establecido de forma natural una cultura de apoyo mutuo, basada en el compañerismo y el servicio humilde, permitiendo atraer de manera sistemática a un número cada vez mayor de almas a los confines de las actividades comunitarias. De hecho, en un número creciente de entornos el movimiento de una población hacia la visión de Bahá’u’lláh de una nueva sociedad no parece ya meramente una expectativa fascinante, sino una realidad naciente.

Queremos dirigir unas palabras adicionales a aquellos de ustedes en cuyo entorno todavía no se ha dado un avance perceptible y que ansían un cambio. Tengan esperanza. No siempre será así. ¿No está la historia de nuestra Fe llena de relatos de comienzos adversos pero resultados maravillosos? ¿Cuántas veces las acciones de unos pocos creyentes —jóvenes o mayores— o de una sola familia, o incluso de un alma solitaria, confirmadas por el poder de la asistencia divina, lograron cultivar comunidades dinámicas en condiciones aparentemente inhóspitas? No imaginen que su caso es intrínsecamente distinto. El cambio dentro de una agrupación, ya sea rápido o logrado con dificultad, no deriva ni de aplicación de fórmulas ni de actividades fortuitas; prosigue al ritmo de la acción, la reflexión y la consulta, y es impulsado por planes fruto de la experiencia. Más allá de ello, y cualesquiera que sean sus efectos inmediatos, el servicio al Amado es en sí mismo una fuente de felicidad perdurable para el espíritu. Tomen aliento también del ejemplo de sus hermanos espirituales en la Cuna de la Fe, cómo su enfoque constructivo, su fortaleza como comunidad y su firmeza en la promoción de la Palabra Divina están produciendo un cambio en su sociedad a nivel de pensamiento y acción. Dios está con ustedes, con cada uno de ustedes. En los doce meses que restan del Plan, que cada comunidad avance de su posición actual hacia una más sólida.

La importantísima labor de expansión y consolidación sienta una base sólida para las labores que el mundo bahá’í está llamado a emprender en muchos otros ámbitos. En el Centro Mundial Bahá’í se están intensificando los esfuerzos para catalogar e indexar metódicamente el contenido de miles de Tablas que conforman ese legado infinitamente precioso, los Textos Sagrados de nuestra Fe, conservados en fideicomiso para beneficio de toda la humanidad, ello con el fin de acelerar la publicación de volúmenes de los Escritos, tanto en sus lenguas originales como en su traducción al inglés. Los trabajos para establecer ocho Mashriqu’l- Adhkárs, Templos sagrados erigidos para la glorificación de Dios, prosiguen a buen ritmo. La labor de asuntos externos a nivel nacional ha mejorado notablemente en efectividad y es cada vez más sistemática, y ha recibido un mayor impulso con el lanzamiento de un documento, enviado a las Asambleas Espirituales Nacionales hace seis meses, que recoge la abundante experiencia generada a lo largo de las dos últimas décadas y ofrece un marco más amplio para el desarrollo de estos esfuerzos en el futuro. Mientras tanto, se han inaugurado dos nuevas Oficinas de la Comunidad Internacional Bahá’í en Addis Abeba y Yakarta —hermanas de la Oficina de las Naciones Unidas con sede en Nueva York y Ginebra, y de la Oficina de Bruselas— ampliando las oportunidades de ofrecer las perspectivas de la Causa a nivel internacional en África y en el Sudeste Asiático. Motivadas a menudo por las exigencias del crecimiento, un número de Asambleas Nacionales están aumentando su capacidad administrativa, visible en su cuidadoso manejo de los recursos a su disposición, en sus esfuerzos por familiarizarse íntimamente con las condiciones de sus comunidades, y su vigilancia para garantizar que el funcionamiento de sus oficinas nacionales sea cada vez más sólido. La necesidad de sistematizar el impresionante acervo de conocimientos acumulados en esta área ha llevado a la creación de la Oficina para el Desarrollo de Sistemas Administrativos, en el Centro Mundial. Diversos tipos de iniciativas para la acción social continúan multiplicándose en muchos países, facilitando así lo mucho que habrá de aprenderse en la aplicación de la sabiduría contenida en las Enseñanzas para mejorar circunstancias sociales y económicas; tan prometedor es este campo que hemos establecido un Consejo Asesor Internacional para la Oficina de Desarrollo Económico y Social compuesto por siete miembros, iniciando así la siguiente etapa en la evolución de esa Oficina. Tres de sus miembros también formarán parte del equipo coordinador de la Oficina, y residirán en la Tierra Santa.

En este Riḍván, pues, al tiempo que vemos lo mucho que hay por hacer, vemos a muchos dispuestos para hacerlo. Nuevos manantiales de fe y de certeza están brotando en millares de agrupaciones, barrios y aldeas, alentando los espíritus de aquellos que han sido tocados por sus aguas reanimadoras. En algunos lugares, el flujo es un arroyo incesante, en otros, un río ya. Este no es el momento de que ningún alma se detenga en la orilla: sumémonos todos a la corriente que avanza.

La Casa Universal de Justicia

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