Tres años completos han transcurrido desde que comenzara la actual etapa del desenvolvimiento del Plan Divino, una empresa que enlaza a todos los seguidores de Bahá’u’lláh en un esfuerzo espiritual unido. Sólo dos años separan a los amigos de Dios de su conclusión señalada. Los dos movimientos esenciales que continúan impulsando el proceso de crecimiento —el flujo constante de participantes a través de la secuencia de los cursos del instituto de capacitación y el avance de las agrupaciones a lo largo de un continuo de desarrollo— se han visto enormemente fortalecidos con la efusión de energías liberadas por las conferencias de jóvenes celebradas el año pasado. La mayor capacidad que ha adquirido el mundo bahá’í para movilizar a grandes números de jóvenes en el campo del servicio puede rendir ahora mayores frutos. Pues en el tiempo que resta, las tareas cruciales de fortalecer los programas existentes de crecimiento y de iniciar otros nuevos nos emplazan con urgencia. La comunidad del Más Grande Nombre se encuentra en una posición favorable antes de la conclusión de este período para agregar a las agrupaciones en las que ya han surgido estos programas, las dos mil que restan de la meta. Nos alegra sobremanera ver que esta tarea está bien avanzada en todas las regiones remotas del globo, y en una diversidad de circunstancias y contextos, en agrupaciones cuyo número alcanza ya los tres mil. Muchas agrupaciones se encuentran en un punto en que están generando impulso mediante el desarrollo de unas cuantas líneas de acción sencillas. En otras, tras sucesivos ciclos de actividad, ha aumentado el número de personas que están tomando iniciativa dentro del marco del Plan y se ha intensificado el grado de actividad; a medida que la experiencia va realzando la calidad del proceso de educación espiritual, las almas se sienten atraídas más fácilmente a participar en él. De vez en cuando, puede haber una pausa en la actividad o algún obstáculo en el camino; una consulta reflexiva sobre las razones del estancamiento, combinada con paciencia, valor y perseverancia, hace que sea posible recobrar el impulso. En un número cada vez mayor de agrupaciones, el programa de crecimiento está ganando en alcance y complejidad, acorde con la creciente capacidad de los tres protagonistas del Plan —el individuo, la comunidad y las instituciones de la Fe—, y creando un ambiente de apoyo mutuo. Y estamos muy complacidos de que, tal como estaba previsto, haya un número creciente de agrupaciones en las que un centenar o más de personas están facilitando ahora la participación de otras mil o más personas que están tejiendo un patrón de vida espiritual, dinámico y transformador. Subyacente al proceso desde sus comienzos hay, por supuesto, un movimiento colectivo hacia la visión de la prosperidad material y espiritual descrita por Aquel Quien es el Otorgador de Vida al Mundo. Pero cuando participa un número de personas tan elevado, comienza a ser perceptible el movimiento de toda una población. Este movimiento es evidente sobre todo en aquellas agrupaciones donde ha de establecerse un Mashriqu’l-Adhkár local. Uno de ellos, a modo de ejemplo, es el de Vanuatu. Los amigos que residen en la isla de Tanna han realizado un esfuerzo extraordinario para crear conciencia sobre la Casa de Adoración proyectada, y de maneras diversas han incluido ya a no menos de un tercio de los 30.000 habitantes de la isla en una conversación cada vez más amplia sobre su importancia. La capacidad para mantener una conversación elevada entre tantas personas se ha ido cultivando durante años de experiencia de compartir las enseñanzas de Bahá’u’lláh y de ampliar el alcance de un instituto de capacitación dinámico. Los grupos de prejóvenes de la isla están prosperando de manera especial, alentados por el apoyo de los jefes de las aldeas, que ven la manera como los participantes son potenciados espiritualmente. Animados por la unidad y la dedicación que existe entre ellos, estos jóvenes no sólo han superado la languidez de la pasividad en sí mismos sino que, mediante una serie de proyectos prácticos, han encontrado la manera de trabajar por la mejora de su comunidad y, como consecuencia, gentes de todas las edades, incluidos sus padres, se han sentido motivados a emprender acciones constructivas. Entre los creyentes y la sociedad en general, se está reconociendo el beneficio de poder dirigirse a una Asamblea Espiritual Local en busca de orientación y para la resolución de situaciones difíciles y, a su vez, las decisiones de las Asambleas Espirituales se están caracterizando cada vez más por su sabiduría y delicadeza. Hay muchos indicios aquí de que cuando los elementos del marco del Plan de acción se combinan en un todo coherente, el impacto sobre una población puede ser profundo. Y es en el contexto de una expansión y consolidación constantes —recientemente ha concluido el trigésimo ciclo del programa intensivo de crecimiento— donde los amigos están analizando activamente, junto con el resto de los habitantes de la isla, lo que significa que se erija en su entorno un Mashriqu’l- Adhkár, un «centro colectivo para las almas de los hombres». Con el apoyo activo de los dirigentes tradicionales, los isleños de Tanna han ofrecido no menos de un centenar de ideas para el diseño del Templo, lo que demuestra el grado en que la Casa de Adoración ha cautivado la imaginación y abierto perspectivas fascinantes de la influencia que ejercerá sobre las vidas de los que habiten bajo su sombra. Este alentador relato tiene su correspondencia en numerosas agrupaciones avanzadas donde las implicaciones de las enseñanzas de Bahá’u’lláh se están haciendo notar en las condiciones de vida de sus barrios y aldeas. En cada una de ellas, la población cada vez más consciente de la Persona de Bahá’u’lláh está aprendiendo, mediante de la reflexión sobre la experiencia, la consulta y el estudio, la manera de llevar a la acción las verdades consagradas en Su Revelación, de tal manera que el círculo creciente de familia espiritual se ve cada vez más estrechamente unido por lazos de adoración y servicio colectivos. En muchos sentidos, las comunidades que más han avanzado están trazando un camino atrayente que otros pueden seguir. Sin embargo, cualquiera que sea el nivel de actividad dentro de una agrupación, lo que fomenta el progreso en el camino del desarrollo es la capacidad de aprendizaje de los amigos de la agrupación dentro de un marco común. Cada persona tiene su parte en esta empresa, y la contribución de cada uno sirve para enriquecer el conjunto. Las agrupaciones más dinámicas son aquellas en las que, independientemente de los recursos que posee la comunidad o del número de actividades que se están llevando a cabo, los amigos son conscientes de que su tarea consiste en identificar lo que se necesita para que haya progreso — la capacidad naciente que debe desarrollarse, la habilidad nueva que debe adquirirse, los iniciadores de una labor embrionaria que deben acompañarse, el espacio de reflexión que debe cultivarse, el esfuerzo colectivo que debe coordinarse— y luego encontrar maneras creativas para facilitar el tiempo y los recursos necesarios para lograrlo. El hecho de que cada conjunto de circunstancias presenta sus propios desafíos hace posible que cada comunidad no sólo se beneficie de lo que se aprende en el resto del mundo bahá’í sino que contribuya también ese
acervo de conocimientos. La conciencia de esta realidad nos libera de la búsqueda infructuosa de una fórmula rígida para la acción, permitiendo al mismo tiempo que la experiencia adquirida en entornos diversos contribuya al proceso de crecimiento a medida que va tomando forma concreta en el ambiente propio. Todo este enfoque es completamente contrario a las nociones estrechas de «éxito» y «fracaso» que engendran agitación o paralizan la voluntad. Se requiere desprendimiento. Cuando el esfuerzo se lleva a cabo enteramente por amor a Dios, todo lo que ocurra Le pertenece a Él y cada victoria conseguida en Su Nombre es una ocasión para celebrar Su alabanza. Hay tanto en los Escritos de nuestra Fe que describe la relación entre el esfuerzo realizado y la ayuda celestial otorgada como respuesta: «Si tan sólo hacéis el esfuerzo —nos asegura el Maestro en una de Sus Tablas— con seguridad brillarán estos esplendores, derramarán su lluvia estas nubes de misericordia, se levantarán y soplarán estos vientos vivificantes y este perfumado almizcle será difundido por doquier». En nuestras visitas frecuentes a los Santuarios Sagrados, rogamos fervientemente por ustedes que el Todopoderoso les sostenga y fortalezca, que sus esfuerzos por llegar a aquellos que aún no conocen las enseñanzas divinas y confirmarlos en Su Causa sean abundantemente bendecidos, y que su confianza en Sus favores ilimitados sea inquebrantable. Jamás están ausentes de nuestras oraciones, y nunca dejaremos de recordar sus consagrados actos de fidelidad en nuestras plegarias. Considerando los imperativos que los seguidores de la Bendita Belleza tienen por delante a lo largo de los próximos dos años, el enfático llamamiento del Maestro a la acción es un estímulo para el espíritu: «Desgarrad los velos, eliminad los obstáculos, ofreced el agua vivificadora y mostrad el camino de la salvación».
La Casa Universal de Justicia