En esta estación resplandeciente, festiva, les saludamos a todos en un espíritu de esperanza renovada.
Un trazo plateado brilla ahora en el horizonte del oscuro cuadro que ha ensombrecido a la mayor parte de este siglo. Ello se percibe en las nuevas tendencias que impulsan a los procesos sociales que están en vigor a través del mundo, en las evidencias de una tendencia acelerada hacia la paz. En la Fe de Dios, en la fuerza creciente del Orden de Bahá'u'lláh, a medida que su estandarte se iza a alturas más imponentes. Es una fuerza que atrae. Los medios de comunicación están prestando una creciente atención a la comunidad mundial bahá'í; los autores están reconociendo su existencia en un número creciente de artículos, libros y obras de consulta, una de las cuales, de mayor prestigio, recientemente mencionó a la Fe como la religión más extensamente esparcida después del Cristianismo. Se hace patente en medida creciente un despliegue notable de interés hacia esta comunidad por parte de los gobiernos, autoridades civiles, personas prominentes y organizaciones humanitarias. No sólo se están investigando las leyes y los principios, la organización y el modo de vida de la comunidad, sino que se está solicitando su consejo y ayuda activa para el alivio de problemas sociales y la realización de actividades humanitarias.
Una consecuencia emocionante de estos progresos propiciamente unidos es la emergencia de una nueva paradigma de oportunidad para mayor crecimiento y consolidación de nuestra comunidad mundial. Se han desplegado nuevas perspectivas para enseñar la Causa en todos los niveles de la sociedad. Éstas han sido confirmadas por los primeros resultados que emanan de las nuevas iniciativas de enseñanza que se están fomentando en un número de lugares mientras más y más comunidades nacionales atestiguan los comienzos de la entrada por tropas prometida por el amado Maestro y de la cual Shoghi Effendi dijo que daría paso a la conversión en masa. Las posibilidades inmediatas presentadas por esta situación providencial nos inducen a esperar que en verdad está al alcance de la mano una expansión de la Comunidad del Más Grande Nombre, como jamás se haya experimentado.
La chispa que encendió el creciente interés por la Causa de Bahá'u'lláh fue la fortaleza heroica y paciente de los amados amigos en Irán, que indujo a la comunidad mundial bahá'í a realizar un programa de apelación persistente y cuidadosamente orquestrada, dirigida a la conciencia del mundo. Esta inmensa empresa, la cual abarcó la comunidad entera que actuó unidamente a través de su Orden Administrativo, fue acompañada de actividades igualmente vigorosas y visibles de esa comunidad, realizadas en otras esferas que han sido detalladas por separado. Sin embargo, estamos impulsados a mencionar que un resultado importante de este esfuerzo extenso es nuestro reconocimiento de una nueva etapa en los asuntos externos de la Causa, caracterizada por una madurez notable de Asambleas Espirituales Nacionales en sus crecientes relaciones con organizaciones gubernamentales y no-gubernamentales y con el público en general.
Este reconocimiento propició una reunión en Alemania, el pasado noviembre, con representantes de asuntos externos nacionales bahá'ís de Europa y América del Norte, junto a representantes principales de las Oficinas de la Comunidad Internacional Bahá'í, con el propósito de lograr una mayor coordinación en su trabajo. Fue éste un paso preliminar hacia la unificación de más y más Asambleas Espirituales Nacionales en una red internacional funcionando armoniosamente, y capaz de llevar a cabo empresas globales en este campo de rápida expansión. Relacionado con estos resultados se halla el logro significativo del reconocimiento internacional concedido a la Fe al ser aceptada formalmente, el pasado octubre, como miembro de la Red de Conservación y Religión del renombrado Fondo Mundial para la Naturaleza.
En uno de los períodos más oscuros en la prolongada opresión de los amigos bienamados, resueltamente firmes en Irán, Shoghi Effendi se sintió inducido a consolarlos en una carta de asombrosa perspicacia. "Es el derramamiento de la sagrada sangre de los mártires en Persia,", escribió, "el cual, en esta era brillante, esta edad bahá'í resplandeciente, adornada de piedras preciosas, cambiará la faz de la tierra al elevado cielo y, según ha sido revelado en las Tablas, alzará el tabernáculo de la unicidad de la humanidad en el corazón mismo del mundo, revelará a los ojos de los hombres la realidad de la unidad de la raza humana, establecerá la Paz Mayor, hará de este reino inferior un espejo para el Paraíso de Abhá, y establecerá más allá de toda duda ante todos los pueblos del mundo la verdad del verso: '...el día en que la Tierra sea convertida en otra Tierra'". Reflexiones como éstas, inducen que consecuencias futuras tan maravillosas del sufrimiento horroroso al cual están sometidos nuestros amigos iraníes, iluminan la oportunidad y el reto que todos tenemos frente a nosotros en este momento crucial para la suerte de la Causa.
Los grandes proyectos que ya han sido lanzados tienen que ser perseguidos hasta que sean completados. Las Terrazas en la parte superior e inferior del Santuario del Báb y el Arco en el Monte Carmelo tienen que ser completadas, cumpliendo la gloriosa visión de la florescencia del monte sagrado de Dios; el segundo Congreso Mundial tiene que ser realizado en la Ciudad del Convenio para celebrar el centenario de la inauguración del Convenio; el firme trabajo progresivo de la traducción y la anotación del Kitáb i Aqdas, el Libro Más Sagrado, tiene que conducir a su publicación; el interés mostrado por los amigos por la Ley del Huqúqu'lláh tiene que ser cultivado; los pioneros y los maestros viajeros tienen que salir; los gastos de la Causa tienen que cubrirse; todos los objetivos del Plan de Seis Años tienen que ser logrados.
Pero el propósito supremo de toda actividad bahá'í es la enseñanza. Todo lo que se ha hecho o se hará gira en torno a esta actividad central, la "piedra angular de la base misma", a la cual se debe todo el progreso de la Causa. El reto actual requiere enseñanza en una escala y de una calidad, de una variedad, y de una intensidad que sobrepase todos los esfuerzos actuales. Ahora es el tiempo, no sea que la oportunidad se pierda en los estados de ánimo rápidamente cambiantes de un mundo frenético. Que no se imagine que el oportunismo sea el motivo esencial que causa este sentido de urgencia. Hay una razón dominante: es la condición lamentable de las masas de la humanidad, sufriendo y en agitación, padeciendo hambre de virtuosidad, pero "privados de discernimiento para ver a Dios con sus propios ojos, o escuchar Su Melodía con sus propios oídos". Tiene que ser alimentados. Se tiene que restablecer la visión donde se ha perdido la esperanza, poner confianza donde abundan la duda y la confusión. En éstas y otras facetas, "La Promesa de la Paz Mundial" ha sido destinada para abrir el camino. Estando prácticamente completada su presentación a líderes gubernamentales nacionales, su contenido ahora tiene que ser transmitido, por todos los medios posibles, a las gentes de todos sitios y de toda condición social. ßsta es una parte necesaria del trabajo de enseñanza de nuestro tiempo y tiene que ser perseguida con un vigor que no disminuya.
La enseñanza es el alimento del espíritu; da vida a las almas que no han sido despertadas y alza el nuevo cielo y la nueva tierra: iza el estandarte de un mundo unificado; asegura la victoria del Convenio y da a aquellos que entregan su vida a ella la felicidad celestial por el logro del beneplácito de su Señor.
A cada creyente individual -hombre, mujer, joven y niño- se le convoca a este campo de acción; pues el éxito de la comunidad entera depende de la iniciativa, la voluntad decidida del individuo para enseñar y servir. Fuertemente cimentados en el poderoso Convenio de Bahá'u'lláh, sostenidos por la oración diaria y lectura de la Palabra Sagrada, fortalecidos por un esfuerzo constante para obtener entendimiento profundo de las Enseñanzas divinas, iluminados por un empeño constante para relacionar estas Enseñanzas con los asuntos actuales, alimentados por el acatamiento a las leyes y los principios de Su maravilloso Orden Mundial, cada individuo puede alcanzar grados crecientes de éxito en la enseñanza. En suma, el triunfo fundamental de la Causa está asegurada por "una cosa y solamente una cosa" recalcado tan agudamente por Shoghi Effendi, o sea, "el grado en que nuestra propia vida interior y nuestro propio carácter privado reflejan en sus múltiples aspectos el esplendor de aquellos principios eternos proclamados por Bahá'u'lláh".
Bienamados amigos -ustedes a quienes el Más Amado, la Bendita Belleza, se ha dirigido como "el solaz de los ojos de la creación", como "las fluyentes aguas de las cuales debe depender la vida misma de todos los hombres"- les urgimos, con todo ardor desde las profundidades mismas de nuestra convicción en cuanto a la madurez del tiempo, que dejen a un lado cada interés menor que puedan tener y dirijan sus energías a la enseñanza de Su Causa, a proclamarla , expandirla y consolidarla. Pueden acercarse a su tarea con la completa confianza de que este claro campo de progreso que se despliega ante ustedes se deriva de la acción de esa "Fuerza nacida de Dios" la cual "vibra dentro del más íntimo ser de todas las cosas creadas" y que, "haciendo a veces de espada de doble filo, está, ante nuestra misma presencia, por una parte, separando los vínculos milenarios que por siglos han mantenido unida la fibra de la sociedad civilizada y por otra parte, los lazos que todavía encadenan a la joven y aún no-emancipada Fe de Bahá'u'lláh".
No tengan miedo ni dudas. El poder del Convenio les asistirá y les animará y eliminará cada obstáculo de su camino. "Él, en verdad, ayudará a todo aquel que Le ayude, y recordará a todo aquel que Le recuerde".
Tienen nuestra promesa perdurable de oraciones ardientes y constantes para todos ustedes.
La Casa Universal de Justicia