Con corazones desbordados de alegría nos inclinamos agradecidos ante el Señor de las Huestes y damos fe de la maravillosa diferencia que han supuesto estos cuatro años transcurridos desde el lanzamiento del Plan global que concluye ahora con esta Festividad de Esplendores. Tan visible ha sido el progreso conseguido durante este periodo que nuestra comunidad mundial ha alcanzado cotas desde las que cabe distinguir claramente nuevos y brillantes horizontes para sus hazañas futuras.
La diferencia cuantitativa se debe fundamentalmente a cambios cualitativos de mayor envergadura. La cultura de la comunidad bahá'í ha experimentado un cambio que se aprecia en la ampliación de las capacidades, la pauta metódica de funcionamiento y el consiguiente refuerzo de la confianza con que actúan los tres participantes del Plan: la persona, las instituciones y la comunidad local. El resultado ha venido propiciado por el hecho de que los amigos se han ocupado de forma congruente en ahondar en su conocimiento de las Enseñanzas divinas; han aprendido más -y de forma más sistemática que antes- sobre el modo de aplicarlas a la promulgación de la Causa, a la gestión de sus actividades personales y colectivas, y al trabajo con sus prójimos. En una palabra, se han integrado en una mentalidad de aprendizaje a tenor de la cual se ha dado sentido a las actividades emprendidas. El principal impulsor de este cambio ha sido el sistema de institutos de formación que se ha establecido a lo largo del mundo con gran rapidez, logro que, en el campo de la expansión y consolidación, destaca como el mayor legado del Plan de Cuatro Años.
Por el aumento de la capacidad personal para enseñar la Fe, tal como lo demuestra el empuje de las iniciativas personales; por la capacidad mejorada de las Asambleas Espirituales, Consejos y Comités en la conducción de los esfuerzos de los amigos; por la introducción de nuevas pautas de pensamiento y actuación que han influido en la conducta colectiva de la comunidad local; por todos estos conceptos el sistema de institutos de formación ha demostrado su carácter indispensable como locomotora del proceso de entrada en tropas. Al extender su funcionamiento mediante la implantación de círculos locales de estudio, muchos institutos ensancharon su capacidad para ofrecer sus programas a grandes regiones. Por ejemplo, Mongolia estableció 106 círculos de estudio, a raíz de lo cual experimentó una elevación significativa del número de creyentes. Al tiempo que se verificaban estos avances, los miembros de la comunidad mundial también han prestado mayor atención a apoyarse en el poder de la oración, a meditar sobre la Palabra sagrada y a obtener los beneficios espirituales que conlleva participar en reuniones devocionales. Pues el tamaño de la comunidad está aumentando gracias a estos elementos de transformación personal y colectiva intensificada. Aunque el número de nuevos creyentes sólo supera ligeramente al de años anteriores, resulta inmensamente gratificante contemplar que este aumento se halla ahora geográficamente generalizado, abarca a sectores de la comunidad como nunca antes lo hiciera y se logra integrar a los recién ingresados en la vida de la Causa.
Tan salutífera, tan prometedora situación de la Fe debe mucho -inconmensurablemente- a la influencia asesora, al papel cooperante y a la labor práctica desarrollados por la Institución de los Consejeros, funciones que se vieron ampliadas en lo que atañe a la formación y funcionamiento de los institutos; ampliación que a su vez reflejó el oportuno estímulo impartido por un Centro Internacional de Enseñanza vibrante y siempre despierto.
El tema central del Plan de Cuatro Años -el avance significativo del proceso de entrada en tropas- ha conducido a un elevado grado de integración de pensamiento y acción. Ha centrado la atención en una etapa fundamental de la evolución de la comunidad bahá'í, la cual ha de alcanzarse durante la Edad Formativa; pues hasta tanto no se implante de forma más generalizada y sostenida la entrada en tropas, no madurarán las condiciones que han de llevar a la conversión en masas, ese hito prometido por Shoghi Effendi en sus escritos. El nudo temático del Plan entrañaba consecuencias para todas las categorías de actividad bahá'í; requería una claridad de comprensión que hiciera posible la planificación sistemática y estratégica como requisito previo de la actuación personal y colectiva. Los miembros de la comunidad han llegado gradualmente a apreciar en qué medida la sistematización habrá de facilitar los procesos de crecimiento y desarrollo. Este avance de consciencia ha constituido un paso enorme que ha conducido a la mejora cualitativa de las actividades de enseñanza y a un cambio en la cultura de la comunidad.
Los aspectos integrantes del tema han sido patentes en los esfuerzos de planificación, elevación de la capacidad institucional y desarrollo de los recursos humanos. Los hilos conductores de todo ello han podido observarse desde el principio del Plan hasta su conclusión. La Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros de diciembre de 1995 celebrada en Tierra Santa marcó el comienzo. En aquella ocasión los Consejeros recibieron orientaciones sobre las características del Plan. A ello siguieron sus consultas con las Asambleas Espirituales Nacionales celebradas en el marco de las sesiones de planificación a nivel nacional; éstas pasaron con posterioridad al nivel regional y contaron con la participación de los miembros del Cuerpo Auxiliar, Asambleas Espirituales Locales y comités. De este modo, en todos los niveles, los elementos de la administración bahá'í participaron en el proceso de planificación, y aun superaron dicha etapa para llegar a la de ejecución, en la que había que desarrollar la capacidad institucional para atender a la entrada en tropas. En este sentido se adoptaron dos grandes pasos: el primero consistió en el establecimiento de institutos de formación; el segundo consistió en el establecimiento formal y la amplia introducción de los Consejos Regionales Bahá'ís, elemento de la administración situado entre los niveles local y nacional destinado a reforzar la capacidad administrativa de ciertas comunidades donde la complejidad creciente de los temas que abordan las Asambleas Espirituales Nacionales hacía necesario dicho despliegue. Igualmente pertinente para la integración de los elementos esenciales del proceso han sido las estrategias definidas con relación a las labores de desarrollo económico y social, las cuales constituyen una parte fundamental de la consolidación, y a las labores de asuntos externos, que son un factor vital que permite que la Fe afronte las consecuencias de su surgimiento de la oscuridad. El efecto de conjunto ha producido resultados resonantes, cuya enumeración excede ampliamente al marco de estas páginas. Sin embargo, nos sentimos impulsados a citar algunos elementos destacados que ilustran la dimensión de los logros del Plan.
En Tierra Santa, la construcción de las terrazas y edificios del Arco prosiguió con todos los visos de cumplirse la fecha límite anunciada para su finalización al término del actual año gregoriano. Además, el edificio situado en Haifa, al que nos referimos en nuestro mensaje último de Riḍván al mencionar el aumento de tamaño de los grupos de peregrinación, estará listo para ser utilizado a partir de este Riḍván. En este mismo sentido, se han aprobado los planes arquitectónicos para el edificio tan necesario que ha de construirse en Bahjí a fin de alojar a los peregrinos y otros visitantes bahá'ís o no bahá'ís. Se ha completado la traducción de los Textos del esperado nuevo volumen de los Escritos de Bahá'u'lláh, cuya publicación se encuentra ahora en sus preparativos.
Se han hecho patentes los avances de expansión y consolidación por otras vías aparte de las ya mencionadas, por ejemplo en lo que respecta al pioneraje, la proclamación, la publicación de literatura, el uso de las artes, la formación de Asambleas Espirituales, o los progresos registrados por las asociaciones de estudios bahá'ís. Unos 3300 creyentes se establecieron como pioneros internacionales a largo y corto plazo. El hecho de que muchos países, por lo común receptores, hayan despachado a su vez pioneros al extranjero constituye un índice más de la maduración de las comunidades nacionales. Leales al encargo que les fuera encomendado a sus miembros, las comunidades de Canadá y Estados Unidos destacaron por el número de pioneros que salieron de sus fronteras y por el número, mucho mayor, de maestros viajeros, que incluía una representación significativa de jóvenes. Asimismo, especialmente notable fue la respuesta alentadora con que los creyentes de origen africano de los Estados Unidos atendieron al llamamiento de maestros bahá'ís con destino a África.
La proclamación de la Causa abarcó toda una variedad de actuaciones, la cual incluyó un amplio abanico de ocasiones tales como aniversarios, conmemoraciones, grupos de discusión, exposiciones y similares, que propiciaron el que gran número de personas trabase conocimiento de las enseñanzas de la Fe. Las Casas de Adoración actuaron como centros magnéticos de visitantes que traspasaron sus puertas en número creciente, especialmente en la India, donde cinco millones de personas recibieron su acogida durante el pasado año. A las actividades de este tenor hay que sumar la utilización polifacética de los medios de comunicación a fin de transmitir el mensaje bahá'í. En los Estados Unidos, cerca de 60.000 creyentes respondieron a la campaña de difusión creada por el Comité Nacional de Enseñanza. A nivel mundial, el conocimiento sobre la Fe se difundió gracias a la aparición en prensa, y con mayor frecuencia que nunca, de artículos amistosos no solicitados; una ampliación similar de cobertura tuvo lugar en emisoras de radio y televisión, dispuestas a incluir programas regulares bahá'ís. Tal fue el caso de países como la República Democrática del Congo y Liberia. Tan afortunados acontecimientos se vieron coronados por la elección independiente llevada a cabo por los medios internacionales de difusión que escogieron el Santuario del Báb y las Terrazas como emplazamiento para la retransmisión del segmento correspondiente a Tierra Santa del programa de difusión mundial con el que se celebró la llegada del año 2000.
La utilización de las artes se ha convertido en un rasgo importante de las actividades de proclamación, enseñanza, profundización y culto acometidas por la comunidad mundial. Las artes atrajeron a los jóvenes, quienes las aplicaron a sus labores de enseñanza y profundización, sobre todo valiéndose de numerosos talleres de teatro y danza presentes en muchas partes del mundo. Pero la dinámica de las artes trascendió el canto y la danza para abrazar toda una gama de actividades imaginativas que dieron arraigo a las gentes en la Causa. Allá donde se ha empleado el folklore, particularmente en África, las labores de enseñanza se han visto muy realzadas. Por ejemplo, en Ghana y Liberia organizaron sus respectivos proyectos de "Luz de Unidad" para la promoción de las artes en la enseñanza. En la India el Grupo de Armonía Comunal se planteó metas similares.
Sobre todo a instancias de los Consejeros y con el apoyo del Fondo Continental, se dio empuje a la traducción y publicación de literatura bahá'í, especialmente en África y Asia. Además, apareció la edición completa del Kitáb-i-Aqdas en árabe y otros idiomas.
Si bien la restricción a la formación de Asambleas y Espirituales Locales limitada al primer día de Riḍván, la cual se hizo vigente en 1997, produjo la esperada disminución del número de dichas instituciones, la caída no resultó drástica. Desde entonces el número se ha sostenido y ha tenido lugar un proceso saludable de consolidación. Han surgido ocho nuevos pilares de la Casa Universal de Justicia, lo que eleva el total de Asambleas Espirituales Nacionales a 181.
Particularmente gratificante ha sido el empuje experimentado durante estos cuatros años en el ámbito de los estudios bahá’ís, actividad que impulsó la tarea vital de reforzar los cimientos intelectuales del trabajo de la Fe. Dos resultados inapreciables han sido el impresionante enriquecimiento de literatura bahá’í y la producción de un conjunto de disertaciones en las que se examinan varios problemas contemporáneos a la luz de los principios bahá'ís. La red de Asociaciones de Estudios Bahá'ís, que celebra este año su 25 aniversario, extendió la bienvenida a cinco nuevos afiliados durante el Plan. Reflejo de la diversidad y creatividad que atrae este campo de servicio han sido la celebración en Papúa Nueva Guinea de su primera conferencia de estudios bahá'ís y la atención pionera prestada por la Asociación Japonesa a los orígenes espirituales de la erudición tradicional de dicho país.
El progreso en el campo del desarrollo económico y social se demostró decididamente cualitativo, por más que las estadísticas señalan un incremento en el número de proyectos igualmente impresionante. Las actividades anuales registradas ascendieron de 1350, al comienzo del Plan, hasta las más de 1800 hacia su término. El impulso dado en pro de planteamientos más sistemáticos constituyó un rasgo dominante de las labores emprendidas durante el periodo. A fin de promover la consulta y la acción sobre los principios del desarrollo económico y social, la Oficina de Desarrollo Económico y Social del Centro Mundial Bahá’í patrocinó trece seminarios regionales en los que participaron unos 700 representantes de 60 países. La Oficina también atendió a la ideación de proyectos piloto y de materiales adecuados para la creación de campañas organizadas destinadas a promover la potenciación juvenil y su alfabetización, la formación de asistentes comunitarios de salud, la promoción de la mujer y educación moral. Un ejemplo de ello lo suministra el programa llevado a cabo en Guayana por el que se formaron más de 1500 promotores de alfabetización; otro lo constituyó la conclusión en Malasia de ocho módulos dedicados al avance de la mujer, los cuales sirvieron de base a las sesiones formativas celebradas en África, Asia y Latinoamérica. En la región guaymí de Panamá se acometió un plan destinado a la integración de las emisoras de radio bahá'í con las labores de los institutos de formación. Dado que los institutos disponen del potencial necesario para suministrar formación para el desarrollo económico y social, con esta orientación se puso en marcha una iniciativa en la que participaron doce institutos y que en la actualidad experimenta con actividades en diferentes ámbitos, entre los que se incluye la alfabetización, formación de asistentes de salud comunitaria y formación profesional. Cierto número de organismos bajo patrocinio o inspiración bahá'í han dedicado sus energías a proyectos tales como el que supuso la colaboración con la Organización Mundial de la Salud para combatir la ceguera fluvial en Camerún. Gracias a este proyecto bahá'í más de 30.000 personas recibieron la medicación necesaria. Otro ejemplo lo constituye la universidad privada de Etiopía, Unity College, cuya matrícula estudiantil se ha incrementado hasta los 8000. Otro ejemplo lo suministra Landegg Academy, en Suiza, institución que al tiempo que expande y consolida su programa académico, ha extendido su ayuda altamente apreciada para la búsqueda continuada de remedios a las horrendas consecuencias sociales del conflicto de los Balcanes. Otro ejemplo más lo constituye la Universidad Núr, Bolivia, entidad que dentro de un proyecto de colaboración con Ecuador ofreció formación a más de 1000 maestros de escuela como parte de su programa de liderazgo moral. En este campo del desarrollo económico y social, tales evidencias de la promoción de capacidades han supuesto un gran beneficio para los cometidos del Plan.
Contando con las orientaciones de la estrategia de asuntos externos, comunicada a las Asambleas Espirituales Nacionales en 1994, la capacidad de la comunidad en las esferas diplomática y de información pública se ensanchó de modo parejo a una velocidad sorprendente, situando a la comunidad bahá'í en una relación dinámica con Naciones Unidas, gobiernos, organizaciones no gubernamentales (ONGs) y medios de difusión.
La estrategia centró las actividades de los niveles internacional y nacional en dos objetivos clave: influir en los procesos orientados hacia la paz mundial y defender la Fe. Mediante las medidas adoptadas para la defensa de nuestros queridos correligionarios de Irán, la Comunidad Internacional Bahá'í consiguió una nueva medida de respeto y apoyo que le valieron oportunidades con que atender a los demás fines que persigue la estrategia. Para afrontar el desafío de la pertinaz situación de Irán nuestras instituciones y organismos de asuntos externos concibieron nuevos enfoques destinados a activar los actuales instrumentos habilitados tanto por los gobiernos como por Naciones Unidas. El caso de las persecuciones ocurridas en Irán ocupó la atención de las máximas autoridades del planeta. Más aún, la noticia de que un tribunal iraní había confirmado las sentencias de muerte de dos amigos e impuesto otra sentencia similar a una tercera persona suscitó la respuesta contundente del Presidente de los Estados Unidos, con una advertencia clara a Irán. A raíz de las intervenciones de los líderes mundiales y de Naciones Unidas, se ha puesto virtualmente fin a las ejecuciones de los bahá'ís, en tanto que el número de condenas a penas prolongadas de cárcel se ha visto reducido drásticamente.
Al tiempo que celebramos estas intervenciones, aclamamos el espíritu de sacrificio, la fortaleza y la fe indomable de nuestros hermanos y hermanas de Irán, virtudes que han dotado de potencia a tales esfuerzos. Tan evidentes cualidades del alma son un enigma para sus compatriotas, sorprendidos ante el aguante con que soportan los asaltos que tan sañuda e implacablemente se desatan contra ellos. ¿Cómo, si no, podría explicarse que un número tan reducido haya sido capaz de hacer frente a un número tan abultado durante un tiempo tan prolongado? ¿Cómo, si no, podrían haber concitado la preocupación activa del mundo cuando incluso tan solo uno de ellos se enfrentaba a la amenaza de la muerte? La tragedia de Irán es que hasta la fecha los atacantes no han acertado a reconocer que los principios divinos -en aras de los cuales han sacrificado los perseguidos sus posesiones e incluso la vida- encierran precisamente las soluciones que habrán de satisfacer los anhelos de la población en su hora de descontento. Mas no cabe duda alguna de que la tiranía sistemática a la que los amigos iraníes se han visto tan cruelmente sometidos acabará doblegándose ante el Poder Omnímodo que guía los misteriosos derroteros hacia su destino asegurado, en la plenitud de su prometida gloria.
Con relación a los demás objetivos de la estrategia de asuntos externos, las líneas de actuación vinieron marcadas por cuatro temas: derechos humanos, condición de la mujer, prosperidad global y desarrollo moral. Nuestros registros constatan un avance gigantesco en las labores de derechos humanos y avance de la condición de la mujer. Respecto de lo primero, la Oficina de Naciones Unidas acometió un programa creativo de educación en derechos humanos que hasta la fecha ha servido para reforzar la capacidad de no menos de 99 Asambleas Espirituales Nacionales en las labores diplomáticas. En cuanto a la condición de la mujer, la existencia de 52 oficinas nacionales para el avance de la mujer, las aportaciones de numerosas mujeres y hombres bahá'ís en conferencias y talleres de todos los niveles, la selección de representantes bahá'ís para puestos decisivos en comités de ONGs clave, incluyendo el que sirve al Fondo de Nacional Unidas para el Desarrollo de la Mujer (UNIFEM), ilustran cómo los seguidores de Bahá'u'lláh promueven asiduamente Su principio de la igualdad de la mujer y el hombre.
Al mismo tiempo, todo un despliegue de iniciativas ha venido a difundir la información sobre la Fe bahá'í ante públicos diversos. Ello incluye empresas tan innovadoras como: el lanzamiento de la página web "The Bahá'í World", que ya cuenta con un promedio de 25.000 visitas mensuales; la publicación de la declaración titulada "¿Quién está escribiendo el Futuro?", la cual ha servido para que los amigos de todo el mundo hablen de problemas contemporáneos; la presencia en la Red desde el pasado noviembre de "Payam-e-Doost", el programa en idioma persa que retransmite una hora semanal en la zona metropolitana de Washington D.C., programa que está disponible a todas horas a nivel mundial por internet; y la puesta en marcha de un programa sumamente original de televisión que aplica los principios morales a los problemas cotidianos, y que ha merecido la cálida acogida de las autoridades gubernativas de Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Hungría, Rumanía y la antigua República Yugoslava de Macedonia.
Un fenómeno que ha cobrado fuerza conforme el siglo termina es que las gentes del mundo se han alzado para expresar su aspiración mediante lo que ha dado en reconocerse como las "organizaciones de la sociedad civil". Debe constituir una fuente de gran satisfacción para todos los bahá'ís el saber que la Comunidad Internacional Bahá'í, en tanto ONG que representa a todos los sectores de la humanidad, haya logrado labrarse un elevado grado de confianza como agente integrador activo en la mayoría de las discusiones que configuran el futuro de la humanidad. Nuestro representante principal ante Naciones Unidas fue designado para presidir conjuntamente el Comité de Organizaciones No Gubernamentales, establecido por el Consejo Económico y Social, responsabilidad que concede a la Comunidad Internacional Bahá'í un papel destacado en la organización del Foro del Milenio. Dicha reunión, convocada por el Secretario-General de Naciones Unidas Kofi Annan, se celebrará en mayo y brindará a las organizaciones de la sociedad civil su oportunidad para formular puntos de vista y recomendaciones sobre temas globales que habrán de abordarse en la Cumbre del Milenio, prevista para septiembre de este año, a la que acudirán jefes de estado y de gobierno.
El despertar de la humanidad a la dimensión espiritual de los cambios que acontecen en el mundo posee un significado especial para los bahá'ís. El diálogo interreligioso se intensifica. De forma creciente y a lo largo del Plan de Cuatro Años la Fe pasó a ser un participante acreditado. El Parlamento de las Religiones del Mundo celebrado el pasado diciembre en Ciudad del Cabo congregó a 6000 participantes, entre los cuales figuraba una nutrida delegación bahá'í. Los bahá'ís sirvieron en las Juntas Directivas surafricana e internacional encargadas de planificar el evento. Para los bahá'ís el interés de la ocasión se veía realzado particularmente debido al hecho de que la primera mención habida en Occidente del Nombre de Bahá'u'lláh en una reunión pública se verificó en 1893, en Chicago, con motivo de la celebración del Parlamento de las Religiones. Dos acontecimientos interreligiosos celebrados en Jordania el pasado noviembre incluyeron a los bahá'ís como participantes invitados: una conferencia sobre conflictos y religión en Oriente Medio, y la reunión anual de la Conferencia Mundial sobre Religión y Paz. Hubo representantes bahá'ís que acudieron a los eventos celebrados en Ciudad del Vaticano y Nueva Delhi bajo patrocinio de la Iglesia Católica Romana; con motivo de esta última ocasión, y en presencia del Papa Juan Pablo II, la Consejera Zena Sorabjee fue una de las representantes religiosas que dirigieron la palabra a los reunidos. En el Reino Unido la Fe apareció en la escena pública cuando los representantes bahá'ís se sumaron a los miembros de otras ocho religiones principales en una celebración interreligiosa del nuevo milenio organizada en la Galería Real del Palacio de Westminster en presencia de la Realeza, el Primer Ministro, el Arzobispo de Canterbury y otras personalidades distinguidas, donde se hizo referencia a la reunión de las "nueve religiones principales del Reino Unido". En Alemania, se incluyó por vez primera a los bahá'ís en el diálogo interreligioso. Se trataba de un giro en la actitud arraigada de las denominaciones cristianas, las cuales habían rehuido hasta la fecha el contacto con la Fe debido a un libro escrito por un violador de la Alianza y publicado en 1981 por una editorial luterana. A ello se puso remedio con la publicación de una refutación académica de 600 páginas escrita por tres bahá'ís y publicada en 1995 por una firma no bahá'í de primera fila, en lo que constituye una victoria señalada de la comunidad bahá'í alemana. Durante el último año del Plan se publicó una edición en lengua inglesa. El diálogo interreligioso asumió un aspecto inusual durante las sesiones celebradas en 1998 en el Palacio de Lambeth a las que acudieron representantes del Banco Mundial y de nueve religiones principales, sesiones que dieron lugar a la creación del Diálogo sobre Desarrollo de las Religiones del Mundo. El objetivo anunciado del Diálogo es el de procurar zanjar las diferencias entre las comunidades religiosas y el Banco Mundial con objeto de trabajar conjuntamente de forma más efectiva para superar la pobreza mundial. La frecuencia y amplitud de las reuniones interreligiosas constituye un nuevo fenómeno en las relaciones entre los diferentes credos. Es evidente que las diversas comunidades religiosas se esfuerzan por lograr entre ellas con el espíritu de amistad y compañerismo que Bahá'u'lláh instó a Sus seguidores que demostraran hacia los seguidores de otras religiones.
El esfuerzo concentrado de la comunidad bahá'í durante estos cuatro años ha tenido lugar en una época en la que el conjunto de la sociedad ha debido enfrentarse a una marea de intereses enfrentados. Durante este breve aunque intensamente dinámico lapso, las fuerzas que laboran en el seno de la comunidad bahá'í y en todo el mundo avanzaron con una aceleración imparable. A su paso se revelaron de forma más conspicua que nunca los fenómenos sociales a los que aludió Shoghi Effendi. Hace ya más de sesenta años, llamó la atención sobre los "procesos simultáneos de surgimiento y caída, de integración y desintegración, de orden y caos, con sus reacciones continuas y recíprocas". Estos dos procesos parejos siguieron su curso, mas no al margen de los procesos específicos experimentados por la comunidad bahá'í, antes bien a veces lo hicieron de tal forma que invitaron, tal como se ha visto, a la participación directa de la Fe. Parecían discurrir en polos opuestos de un mismo pasillo temporal. Por un lado, las guerras fomentadas por los conflictos religiosos, políticos, raciales o tribales causaron estragos en una cuarentena aproximada de escenarios; el descalabro repentino y total del orden civil llevó a la parálisis a un número de países; el terrorismo como arma política se convirtió en epidemia; el surgimiento de redes criminales de ámbito internacional hizo cundir la alarma. Ahora bien, por el lado opuesto, se han realizado serios intentos por ejecutar y elaborar métodos de seguridad colectiva, lo que recuerda a las prescripciones dadas por Bahá'u'lláh para mantener la paz; se alzó el llamamiento en pro de un tribunal internacional penal, una iniciativa que concuerda asimismo con las expectativas bahá'ís; a fin de centrar la atención en la necesidad imperativa de un sistema congruente con que abordar los temas globales, está previsto que se reúnan los dirigentes del mundo en una Cumbre del Milenio; los nuevos métodos de comunicación han allanado el camino para que cualquier persona pueda comunicarse con cualquier otra persona del planeta. La desintegración económica ocurrida en Asia amenazó con desestabilizar la economía mundial, si bien impulsó los esfuerzos destinados tanto a remediar la situación inmediata como a procurar las vías e inculcar el sentido de la equidad en materia de finanzas y comercio internacional. Se trata de algunos ejemplos de las tendencias que interactúan y contrastan en esta época, lo que confirma el inspirado resumen que ofreciera Shoghi Effendi a propósito de las fuerzas que operan en el plan mayor de Dios, "cuyos objetivos últimos son la unidad de la raza humana y la paz de toda la humanidad".
Al cierre de estos cuatro azarosos años, hemos llegado a una convergencia portentosa de finales y comienzos en términos del calendario gregoriano y de la era bahá'í. Por un lado, dicha convergencia supone un punto final al siglo XX y, por otro lado, abre una nueva etapa en el despliegue de la Edad Formativa. La perspectiva que ofrecen ambos marcos temporales nos impulsa a reflexionar en torno a una visión de tendencias mundializadoras que se sincronizan, y a hacerlo en el contexto de las percepciones tan gráficamente proyectadas por Shoghi Effendi al iniciar el Arco que él concibiera. En el transcurso del Plan, dicha visión asumió una claridad diáfana conforme los proyectos de construcción avanzaban sobre el Monte Carmelo, los dirigentes mundiales adoptaban pasos atrevidos hacia la configuración de las estructuras de la paz global política, y las instituciones locales y nacionales bahá'ís se encaminaban hacia nuevas cotas en su evolución. El siglo XX deja en nosotros un recuerdo sagrado y duradero que espolea nuestras energías al paso que marca el camino: el recuerdo de aquel momento seminal en la historia de la humanidad cuando el Centro de la Alianza de Bahá'u'lláh, durante un ministerio sin parangón, diseñó la arquitectura del nuevo Orden Mundial y cuando, con posterioridad y durante algunos de los años más devastadores, el Guardián de la Fe consagró sus máximas energías a erigir las estructuras de un Sistema Administrativo que, al cierre de este siglo, se alza ante la mirada del mundo en la integridad de su forma esencial. Llegamos, pues, a un puente entre los tiempos. Las capacidades desarrolladas a lo largo de un siglo de lucha y sacrificios realizados por un puñado de amantes embriagados de Bahá'u'lláh deben aplicarse ahora a las restantes tareas ineludibles de la Edad Formativa, cuyas numerosas épocas de esfuerzos incansables desembocarán en la Edad de Oro de nuestra Fe, cuando la Más Grande Paz abrace la tierra.
Comenzamos en este Riḍván un Plan de Doce Meses. Por más que breve, ha de ser suficiente para cumplir ciertas tareas vitales y labrar el terreno de los próximos veinte años del Plan Divino del Maestro. Lo que comenzó con tanto esmero hace cuatro años -la adquisición sistemática de conocimiento, cualidades y destrezas de servicio- debe aumentar. Donde existan institutos nacionales y regionales deberán activarse plenamente los programas y sistemas que éstos hayan adoptado. Habrán de formarse nuevos institutos allá donde se identifiquen dichas necesidades. Tendrán que adoptarse pasos mayores para sistematizar las labores de enseñanza emprendidas mediante la iniciativa individual o el patrocinio institucional. En parte con este propósito en varias áreas de cada continente los Consejeros y Asambleas Nacionales han establecido "Programas de Crecimiento Zonal". Los resultados proporcionarán un conjunto de experiencias de los que se beneficiarán los planes futuros. Se anima a que el creyente, las instituciones y la comunidad local centren su atención en estos menesteres esenciales, a fin de estar plenamente preparados para la empresa de cinco años que habrá de comenzar en Riḍván 2001, una empresa que habrá de conducir a la comunidad bahá'í a la próxima fase en el avance del proceso de entrada en tropas.
Pero, más allá de prestar atención a estos empeños, hay un desafío apremiante que afrontar: nuestros hijos necesitan crianza espiritual e integración en la vida de la Causa. No debería dejárseles a la deriva en un mundo tan cargado de peligros morales. En el actual estado de la sociedad los niños se enfrentan a un destino cruel. Millones y millones de ellos, en un país tras otro, sufren el desarraigo social. Los niños se encuentran alienados de padres y demás adultos, ya sea que vivan en condiciones de riqueza o pobreza. Dicha alienación hunde sus raíces en el egoísmo que surge del materialismo, el cual subyace a la irreligión que atenaza los corazones de las gentes de todas partes. El desarraigo social de los niños constituye en nuestra época una señal inequívoca del declive de la sociedad; sin embargo, dicha condición no está limitada a ninguna raza, clase, nación o condición económica: las recorre todas. Aflige nuestro corazón saber que en tantas partes del mundo se emplea a los niños como soldados, se les explota como trabajadores, se les vende literalmente como esclavos, se les fuerza a prostituirse, son blanco de la pornografía, sufren el abandono de padres centrados en sus propios deseos, y se ven sometidos a otras formas de violencia demasiado numerosas siquiera para mencionarlas. Muchos de tales horrores son infligidos por los mismos padres sobre sus propios hijos. El daño espiritual y psicológico desafía cualquier cálculo. Nuestra comunidad mundial no puede escapar a las consecuencias de esta situación. El saberlo debería servirnos de acicate en nuestros esfuerzos urgentes y sostenidos en interés de los niños y del futuro.
Si bien las actividades infantiles han sido parte de los Planes pasados, no obstante no han estado a la altura de las necesidades. La educación espiritual de los niños y de los jóvenes menores reviste importancia capital para promover el progreso de la comunidad. Por lo tanto es imperativo que se ponga remedio a esta deficiencia. A buen seguro los institutos deben incluir en sus programas la formación de maestros de clases infantiles, los cuales pueden poner sus servicios a disposición de las comunidades locales. Pero, por más que proporcionar educación espiritual y académica a los niños es algo esencial, tal cosa representa tan sólo una parte de lo que entra en juego en el desarrollo de su carácter y configuración de su personalidad. Existe, también, la necesidad de que los creyentes a título particular y las instituciones en todos los niveles, es decir la comunidad en su conjunto, muestren una actitud adecuada hacia los niños y dediquen un interés general a su bienestar. Tal actitud debería distar mucho de la que caracteriza a un orden en rápido declive.
Los niños son el tesoro más precioso que puede poseer una comunidad, pues en ellos reside la promesa y garantía del futuro. Portan la semilla del carácter de la sociedad futura, semilla que en gran parte deriva su molde de lo que los adultos que constituyen la comunidad hacen o dejan de hacer con respecto a ellos. Son un fideicomiso que ninguna comunidad puede descuidar con impunidad. Un amor omnímodo hacia los niños, la forma de tratarlos, la calidad de la atención que se les dispense, el espíritu de la conducta adulta hacia ellos; todos éstos se cuentan entre los aspectos vitales que reclama esa actitud. El amor exige disciplina, el valor de acostumbrar a los niños a las dificultades, a no dar rienda suelta a sus caprichos, a no dejarlos enteramente a su albur. Debe mantenerse una atmósfera en la que los niños sientan que pertenecen a una comunidad y comparten su propósito. Deben ser guiados amorosa pero insistentemente a vivir según las pautas bahá'ís, a estudiar y enseñar la Causa de un modo que se corresponda con sus circunstancias.
Entre los jóvenes de la comunidad figuran los conocidos como prejóvenes, situados en edades comprendidas entre, digamos, los doce y quince años. Representan un grupo especial con necesidades especiales dado que se sitúan en cierto modo entre la infancia y la juventud, en un período en que experimentan numerosos cambios interiores. Debe prestárseles una atención creativa de modo que participen en programas de actividades que centren sus intereses, moldeen sus capacidades para la enseñanza y el servicio, y los lleven a participar en la interacción social con otros jóvenes. El empleo de las artes en sus diversas formas puede revestir gran valor en tal actividad.
Y ahora deseamos dirigir unas breves palabras a los padres, quienes ostentan la responsabilidad primaria de criar a sus hijos. Les dirigimos un llamamiento a que presten atención constante a la educación espiritual de sus hijos. Al parecer algunos padres creen que ésta es una responsabilidad exclusiva de la comunidad; otros creen que a fin de preservar la independencia de los hijos para investigar la verdad, no debería enseñárseles la Fe. Aun otros se juzgan incapaces de llevar a cabo semejante tarea. Nada de esto es correcto. El amado Maestro ha dicho: "Se encomienda al padre y a la madre, como deber, el procurar esforzamente dar formación a la hija y al hijo", añadiendo: "si descuidaran este asunto, se les considerará responsables y dignos de reproche en presencia de un Señor severo". Con independencia del nivel de su educación, los padres están en una situación crítica para conformar el desarrollo espiritual de sus hijos. No deberían jamás infravalorar su capacidad de moldear el carácter moral de los hijos. Pues ejercen una influencia indispensable a través del ambiente hogareño que crean conscientemente con su amor a Dios, el esfuerzo por ajustarse a Sus leyes, el espíritu de servicio hacia Su Causa, la falta de fanatismo y la ausencia de los efectos corrosivos de la murmuración. Todo padre que sea creyente en la Bendita Belleza tiene la responsabilidad de conducirse de un modo que le lleve a despertar la obediencia espontánea hacia los padres, a la que las Enseñanzas conceden tanto valor. Por supuesto, además de los esfuerzos realizados en casa, los padres deberían prestar su apoyo a las clases infantiles bahá'ís que proporcione la comunidad. Debe recordarse, asimismo, que los niños viven en un mundo que les informa de crasas realidades, bien por experimentar directamente los horrores ya descritos o bien a través de las inevitables bocanadas de los medios de difusión. Muchos de ellos se ven por ello obligados a madurar prematuramente, y entre éstos están los que buscan un rasero y una disciplina con la que orientar sus vidas. Frente a este tétrico telón de fondo que ofrece una sociedad decadente, los niños bahá'ís deberían relucir como emblemas de un mundo mejor.
Sentimos emocionante expectación al recordar que los Consejeros Continentales se reunirán en Tierra Santa en enero del año 2001 en una ocasión destinada a celebrar la instalación del Centro Internacional de Enseñanza en su sede permanente sobre la Montaña de Dios. Los miembros del Cuerpo Auxiliar de todo el mundo participarán a su lado en lo que sin duda ha de constituir uno de los acontecimientos históricos de la Edad Formativa. El encuentro de tal constelación de responsables bahá'ís debe, por su propia naturaleza, arrojar beneficios incontables para una comunidad que de nuevo estará a punto de concluir un Plan para embarcarse en otro. Al contemplar las implicaciones volvemos nuestro corazón en gratitud hacia las muy queridas Manos de la Causa de Dios 'Alí-Akbar Furútan y 'Alí Muḥammad Varqá, quienes por residir en Tierra Santa sostienen en alto la antorcha del servicio que el Amado Guardián prendió en su corazón.
Con este Plan de Doce Meses, cruzamos un puente al que nunca habremos de volver. Inauguramos este Plan en ausencia terrenal de Amatu'l-Bahá Rúḥíyyih Khánum. Ella permaneció con nosotros hasta prácticamente el fin del siglo XX como un rayo de luz que destelló durante ese período incomparable en la historia de la raza humana. En las Tablas del Plan Divino, el Maestro lamentó verse incapaz de recorrer el mundo para elevar el llamamiento divino, y en la intensidad de Su lamento plasmó por escrito la esperanza: "¡Quiera Dios que vosotros podáis lograrlo!". Amatu'l-Bahá respondió a ello con energía ilimitada, alcanzando lugares remotos de la tierra pertenecientes a 185 países que tuvieron el privilegio de recibir sus dones inimitables. Su ejemplo, cuyo esplendor perdurará ya para siempre, ilumina los corazones de miles y miles de corazones de todo el planeta. Dado lo inadecuado de cualquier otro gesto, ¿no podemos dedicar nuestros humildes esfuerzos durante este Plan a la memoria de alguien para quien la enseñanza era el propósito primordial, la perfecta alegría de la vida?
La Casa Universal de Justicia