¡Gloria sea a Ti, oh Señor mi Dios! Te suplico que me perdones a mí y a quienes apoyan Tu Fe. Ciertamente, Tú eres el Señor soberano, el Perdonador, el Más Generoso. ¡Oh mi Dios! Permite que aquellos siervos Tuyos que están privados de conocimiento sean admitidos en Tu Causa; pues, en cuanto saben de Ti, dan testimonio de la verdad del Día del Juicio y no cuestionan las revelaciones de Tu munificencia. Haz descender sobre ellos las muestras de Tu gracia y concédeles, dondequiera que residan, una porción abundante de cuanto has ordenado para los piadosos de entre Tus siervos. Tú eres, en verdad, el Gobernante Supremo, el Munífico, el Más Benévolo.
¡Oh mi Dios! Haz que las lluvias de Tu munificencia y Tus bendiciones desciendan sobre aquellos hogares cuyos moradores han abrazado Tu Fe, como muestra de Tu gracia y como señal de Tu amorosa bondad. Verdaderamente, Tú eres insuperable en conceder perdón. Si le negaras Tus bendiciones a alguien, ¿cómo habría de ser contado entre los seguidores de la Fe en Tu Día?
Bendíceme, oh mi Dios, a mí y a quienes creerán en Tus signos en el Día señalado, y a aquellos que abrigan amor hacia mí en sus corazones, un amor que Tú infundes en ellos.
Verdaderamente, Tú eres el Señor de la rectitud, el Exaltadísimo.
-El BábRuego Tu perdón, oh mi Dios, y Te imploro indulgencia de la manera que Tú deseas que Tus siervos se dirijan a Ti. Te suplico que limpies nuestros pecados como corresponde a Tu Señorío, y me perdones a mí, a mis padres y a quienes a Tu juicio han entrado en la morada de Tu amor, de una manera que sea digna de Tu trascendente soberanía y acorde con la gloria de Tu poder celestial.
¡Oh mi Dios! Tú has inspirado mi alma para que eleve su súplica a Ti, y, si no fuera por Ti, yo no Te invocaría. Loado y glorificado eres Tú. Te rindo alabanza, por cuanto Tú Te has revelado a mí, y Te ruego que me perdones, pues he faltado a mi deber de conocerte y no he seguido el camino de Tu amor.
-El Báb