*El Kitáb i Aqdas establece: «Os hemos prescrito orar y ayunar a partir del comienzo de la madurez [15 años]; así lo ordena Dios, vuestro Señor y Señor de vuestros antepasados. [...] El viajero, el enfermo, la mujer encinta y la que amamanta no están obligados a ayunar. [...] Absteneos de comer y beber desde la salida hasta la puesta del sol y, cuidado, no sea que el deseo os prive de esta gracia designada en el Libro».
*El período de ayuno abarca los 19 días previos a Naw-Rúz.
Este es, oh mi Dios, el primero de los días que has ordenado a Tus amados observar el ayuno. Te pido, por Ti mismo y por quien haya ayunado por amor a Ti y por Tu complacencia ―y no por egoísmo ni deseo, ni por temor a Tu ira― y por Tus muy excelentes nombres y augustos atributos, que purifiques a Tus siervos del amor a otra cosa que no seas Tú y los atraigas hacia el Punto de Amanecer de las luces de Tu semblante y la Sede del trono de Tu unicidad. Ilumina sus corazones, oh mi Dios, con la luz de Tu conocimiento y haz brillar sus rostros con los rayos del Sol que resplandece en el horizonte de Tu Voluntad. Potente eres Tú para hacer lo que Te place. No hay Dios sino Tú, el Todoglorioso, Cuya ayuda todas las almas imploran.
Ayúdales, oh mi Dios, a hacerte victorioso y a exaltar Tu Palabra. Permite, pues, que se conviertan en manos de Tu Causa entre Tus siervos, y haz de ellos los reveladores de Tu religión y de Tus señales entre la humanidad, de tal forma que todo el mundo se llene con Tu recuerdo y alabanza, y con Tus pruebas y evidencias. Tú eres, verdaderamente, el Munífico, el Exaltadísimo, el Potente, el Poderoso y el Misericordioso.
-Bahá'u'lláh¡Alabanzas Te sean dadas, oh Señor mi Dios! Hemos observado el ayuno en conformidad con Tu mandato, y lo rompemos ahora por Tu amor y Tu complacencia. Dígnate aceptar, oh mi Dios, las obras que hemos llevado a cabo en Tu camino enteramente por Tu belleza, con los rostros vueltos hacia Tu Causa, libres de cuanto no seas Tú. Concédenos, pues, Tu perdón, a nosotros, a nuestros antepasados y a todos los que han creído en Ti y en Tus poderosas señales en esta muy grande y gloriosísima Revelación. Potente eres Tú para hacer lo que elijas. Tú eres, verdaderamente, el Más Exaltado, el Omnipotente, el Libre.
-Bahá'u'lláh¡Alabado seas, oh Dios, mi Dios! Tú has ordenado a Tus elegidos, a Tus amados y a Tus siervos, oh mi Dios, observar durante estos días el ayuno, del cual has hecho una luz para los habitantes de Tu reino, tal como hiciste de la oración obligatoria una escalera de ascenso para quienes reconocen Tu unidad. Te suplico, oh mi Dios, por estos dos sólidos pilares que has ordenado como gloria y honor de toda la humanidad, que protejas Tu religión de las intrigas de los infieles y las conspiraciones de los malvados. Oh Señor, no ocultes la luz que has revelado mediante Tu fuerza y Tu omnipotencia. Ayuda, pues, a los que verdaderamente creen en Ti con las huestes de lo visible y lo invisible, mediante Tu mandato y Tu soberanía. No hay Dios sino Tú, el Omnipotente, el Todopoderoso.
-Bahá'u'lláh¡Alabado seas, oh Señor, mi Dios! Te imploro, por esta Revelación, mediante la cual la oscuridad ha sido convertida en luz, se ha erigido el Frecuentado Templo, se ha revelado la Tabla Escrita y se ha descubierto el Rollo Desplegado, que hagas descender sobre mí y sobre quienes están en mi compañía aquello que nos permita remontarnos a los cielos de Tu trascendente gloria y nos purifique de la mancha de las dudas que han impedido a los desconfiados entrar en el tabernáculo de Tu unidad.
Soy aquel, oh mi Señor, que se ha aferrado firmemente a la cuerda de Tu amorosa bondad y se ha asido del borde de Tu misericordia y favores. Ordena para mí y para mis amados el bien de este mundo y del venidero. Provéelos, pues, con la Dádiva Oculta que ordenaste para los elegidos entre Tus criaturas.
¡Oh mi Dios! Tú has ordenado a Tus siervos observar el ayuno durante estos días. Bienaventurado aquel que observe el ayuno enteramente por Ti, y con absoluto desprendimiento de todas las cosas excepto de Ti. Ayúdame y ayúdales, oh mi Señor, a obedecerte y a guardar Tus preceptos. Tú, verdaderamente, tienes poder para hacer lo que desees.
No hay Dios sino Tú, el Omnisciente, el Sapientísimo. Toda alabanza sea para Dios, el Señor de todos los mundos.
-Bahá'u'lláh¡En el Nombre de Quien ha sido prometido en los Libros de Dios, el Omnisciente, el Informado de todo! Han llegado los días de ayuno, en los que han ayunado los siervos que circulan alrededor de Tu trono y han alcanzado Tu presencia. Di: ¡Oh Dios de los nombres y creador del cielo y de la tierra! Te suplico, por Tu Nombre, el Todoglorioso, que aceptes el ayuno de quienes han ayunado por amor a Ti y por Tu complacencia, y han realizado lo que les has ordenado en Tus Libros y en Tus Tablas. Te imploro, por ellos, que me asistas en la promoción de Tu Causa y me hagas firme en Tu amor, para que mis pasos no vacilen ante el clamor de Tus criaturas. En verdad, Tú eres potente para hacer lo que desees. No hay Dios sino Tú, el Vivificador, el Omnipotente, el Más Generoso, el Anciano de Días.
-Bahá'u'lláh¡Gloria sea a Ti, oh Señor mi Dios! Tú has ordenado a todos, oh mi Dios, observar el ayuno durante estos días, para que mediante él purifiquen sus almas y se liberen de todo apego a otro que no seas Tú, y que de sus corazones ascienda lo que sea digno de la corte de Tu majestad y propio de la sede de la revelación de Tu unicidad. Permite, oh mi Señor, que este ayuno llegue a ser un río de aguas vivifi-cantes y produzca la virtud con que lo has dotado. Purifica con él los corazones de Tus siervos a quienes los males del mundo no han podido impedir que se vuelvan hacia Tu gloriosísimo Nombre, y que han permanecido impasibles ante el clamor y el tumulto de quienes han repudiado Tus muy resplandecientes señales, que han acompañado el advenimiento de Tu Manifestación, a Quien has investido con Tu soberanía, Tu poder, Tu majestad y Tu gloria. Estos son los siervos que, tan pronto como oyeron Tu llamado, se dirigieron presurosos hacia Tu merced, y a quienes ni los cambios y azares de este mundo, ni ninguna limitación humana, pudieron apartar de Ti.
Soy aquel, oh mi Dios, que atestigua Tu unidad, confiesa Tu unicidad, se inclina humildemente ante las revelaciones de Tu majestad y reconoce con semblante sumiso los resplandores de la luz de Tu trascendente gloria. He creído en Ti después de que Tú me permitieras conocer Tu Ser, a Quien has revelado a los ojos de las gentes mediante la fuerza de Tu soberanía y Tu poder. Me he vuelto hacia Él, completamente desprendido de todas las cosas y asiéndome firmemente de la cuerda de Tus dádivas y favores. He abrazado Su verdad y la verdad de todas las maravillosas leyes y ordenanzas que Le han sido enviadas. He ayunado por amor a Ti y en cumplimiento con Tu mandato, y he roto mi ayuno con Tu alabanza en mi lengua y en conformidad con Tu deseo. No permitas, oh mi Señor, que sea contado entre quienes han ayunado durante el día, y por la noche se han postrado ante Tu rostro, pero han repudiado Tu verdad, no han creído en Tus señales, han negado Tu testimonio y han pervertido el sentido de Tus palabras.
Abre mis ojos, oh mi Señor, y los ojos de todos los que Te han buscado, para que Te reconozcamos con Tus propios ojos. Este es el mandamiento que nos has dado en el Libro enviado por Ti a Aquel a Quien has elegido por Tu mandato, has destacado para Tu favor por encima de todas Tus criaturas, has deseado investir con Tu soberanía, has favorecido especialmente y has confiado Tu Mensaje para Tu pueblo. Alabado seas, por tanto, oh mi Dios, puesto que, mediante Tu bondad, nos has permitido reconocerle y aceptar todo lo que Le ha sido enviado, y nos has conferido el honor de alcanzar la presencia de Aquel a Quien prometiste en Tu Libro y en Tus Tablas.
Tú me ves, pues, oh mi Dios, con el rostro vuelto hacia Ti, aferrándome a la cuerda de Tu bondadosa providencia y generosidad, y asiéndome al borde de Tus tiernas mercedes y generosos favores. Te imploro que no frustres mis esperanzas de lograr lo que ordenaste para aquellos de Tus siervos que se han vuelto hacia los recintos de Tu corte y hacia el santuario de Tu presencia, y han observado el ayuno por amor a Ti. Confieso, oh mi Dios, que todo lo que procede de mí es completamente indigno de Tu soberanía e inadecuado ante Tu majestad. Y, aun así, Te suplico, por Tu Nombre, mediante el cual has manifestado Tu Ser, en la gloria de Tus muy excelentes títulos, a todas las cosas creadas, en esta Re-velación, mediante la cual has manifestado Tu belleza por medio de Tu muy resplandeciente Nombre, que me des de beber del vino de Tu merced y del elixir puro de Tu favor que han fluido de la diestra de Tu voluntad, para que fije en Ti mi mirada y me desprenda a tal punto de todo cuanto no seas Tú que el mundo y todo lo que ha sido creado en él me parezcan como un día efímero que no Te has dignado crear.
Te imploro, además, oh mi Dios, que hagas llover, desde el cielo de Tu voluntad y de las nubes de Tu misericordia, aquello que nos purifique del fétido olor de nuestras transgresiones, oh Tú que Te has llamado el Dios de Misericordia. Tú eres, verdaderamente, el Omnipotente, el Todoglorioso, el Benéfico.
No abandones, oh mi Señor, a aquel que se ha vuelto hacia Ti, ni permitas que quien se ha acercado a Ti sea alejado de Tu corte. No frustres las esperanzas del suplicante que ha extendido anhelante las manos, solicitando Tu gracia y favores, y no prives a Tus siervos sinceros de las maravillas de Tus tiernas mercedes y Tu amorosa bondad. Tú eres Perdonador y Generosísimo, oh mi Señor. Eres poderoso para hacer lo que deseas. Todos los demás, excepto Tú, son impotentes ante las revelaciones de Tu poder, se ven perdidos ante las evidencias de Tu riqueza, son como nada comparados con las manifestaciones de Tu trascendente soberanía, y están desprovistos de toda fuerza ante las señales y muestras de Tu poder. ¿Qué refugio hay fuera de Ti, oh mi Señor, hacia el que pueda huir, y dónde hay algún cobijo al que pueda correr? ¡No, la fuerza de Tu poder me lo atestigua! No hay protector sino Tú, ni lugar adonde huir excepto Tú, ni refugio que buscar salvo Tú. Haz que pruebe, oh mi Señor, la divina dulzura de Tu recuerdo y alabanza. ¡Juro por Tu poder! Quien pruebe su dulzura se librará de todo apego al mundo y a todo lo que hay en él, y volverá el rostro hacia Ti, purificado del recuerdo de cualquiera que no seas Tú.
Inspira, pues, mi alma, oh mi Dios, con Tu maravilloso recuerdo para que glorifique Tu Nombre. No me cuentes entre aquellos que leen Tus palabras y no logran encontrar Tu dádiva oculta que, por Tu de-creto, está contenida en ellas y que vivifica las almas de Tus criaturas y los corazones de Tus siervos. ¡Oh mi Señor! Haz que me cuente entre aquellos que han sido tan conmovidos por las dulces fragancias esparcidas en Tus días que han ofrecido su vida por Ti y han acudido presurosos al escenario de su muerte en su afán de contemplar Tu belleza y en su anhelo por alcanzar Tu presencia. Y, si en el camino alguien les preguntase: «¿Adónde vais?», contestarían: «¡Hacia Dios, Quien todo lo posee, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo!».
Las transgresiones cometidas por quienes se han alejado de Ti y se han mostrado arrogantes ante Ti no han podido impedirles que Te amen, que fijen el rostro en Ti y se vuelvan hacia Tu misericordia. Estos son los bendecidos por el Concurso de lo Alto, los glorificados por los moradores de las Ciudades eternas y, más allá de ellos, por aquellos en cuyas frentes Tu muy exaltada pluma ha escrito: «¡Estos, el pueblo de Bahá! Mediante ellos se han derramado los esplendores de la luz de la guía». Así ha sido ordenado, por Tu mandato y Tu voluntad, en la Tabla de Tu irrevocable decreto.
Proclama, por tanto, oh mi Dios, su grandeza y la grandeza de aquellos que, en vida o después de la muerte, han girado alrededor de ellos. Dótalos con lo que Tú has ordenado para los justos entre Tus criaturas. Potente eres Tú para hacer todas las cosas. No hay Dios sino Tú, el Todopoderoso, Quien ayuda en el peligro, el Omnipotente, el Más Generoso.
No pongas fin a nuestros ayunos con este ayuno, oh mi Señor, ni a las alianzas que has establecido con esta alianza. Acepta todo lo que hemos realizado por amor a Ti y en aras de Tu complacencia, y todo lo que hemos dejado de hacer, por estar sometidos a nuestros deseos perversos y corruptos. Permítenos, pues, asirnos firmemente a Tu amor y a Tu complacencia, y protégenos de la maldad de quienes Te han negado y han rechazado Tus muy resplandecientes señales. Tú eres, en verdad, el Señor de este mundo y del venidero. No hay Dios sino Tú, el Exaltado, el Altísimo.
Magnifica, oh Señor mi Dios, a Aquel que es el Punto Primordial, el Misterio divino, la Esencia Invisible, la Aurora de la Divinidad y la Manifestación de Tu Señorío, mediante Quien se puso de manifiesto todo el conocimiento del pasado y todo el conocimiento del futuro, mediante Quien las perlas de Tu sabiduría oculta fueron descubiertas y el misterio de Tu preciado nombre fue revelado, a Quien has designado como Anunciador de Aquel por Cuyo nombre han sido unidas y enlazadas las letras S y É, mediante Quien se dieron a conocer Tu majestad, Tu soberanía y Tu poder, mediante Quien fueron enviadas Tus palabras, y Tus leyes fueron expuestas con claridad, y Tus señales fueron esparcidas, y fue establecida Tu Palabra, mediante Quien los corazones de Tus elegidos fueron puestos al descubierto y fueron reunidos todos los que estaban en el cielo y todos los que estaban en la tierra, a Quien Tú has llamado ‘Alí-Muḥammad en el reino de Tus nombres y Espíritu de Espíritus en las Tablas de Tu decreto irrevocable, a Quien has investido con Tu propio título, a Cuyo nombre se han hecho regresar todos los demás nombres, mediante Tu mandato y la fuerza de Tu poder, y en Quien Tú has hecho que todos Tus atributos y títulos alcancen su consumación final. A Él pertenecen también los nombres que estaban ocultos en Tus inmaculados tabernáculos, en Tu mundo invisible y Tus ciudades trascendentes.
Magnifica, además, a quienes han creído en Él y en Sus señales, y se han vuelto hacia Él, de entre aquellos que han reconocido Tu unidad en Su Posterior Manifestación, una Manifestación de la que Él ha hecho mención en Sus Tablas, en Sus Libros y en Sus Escrituras, y en todos los maravillosos versículos y preciadas palabras que han descendido sobre Él. Esta es la misma Manifestación Cuya alianza Le ordenaste establecer antes de que hubiera establecido Su propia alianza. Él es Aquel Cuya alabanza ha celebrado el Bayán. En él ha sido glorificada Su excelsitud, se ha establecido Su verdad, se ha proclamado Su soberanía y se ha perfeccionado Su Causa. Bienaventurado aquel que se haya vuelto hacia Él y haya cumplido lo que Él ha ordenado, oh Tú que eres el Señor de los mundos y el Deseo de todos los que Te han conocido.
Alabado seas, oh mi Dios, por habernos ayudado a reconocerle y amarle. Por tanto, Te suplico, por Él y por Aquellos que son las Auroras de Tu Divinidad, las Manifestaciones de Tu Señorío, los Tesoros de Tu Revelación y los Depositarios de Tu inspiración, que nos permitas servirle y obedecerle, y nos capacites para llegar a ser quienes auxilien Su Causa y dispersen a Sus adversarios. Potente eres Tú para hacer todo lo que deseas. ¡No hay más Dios que Tú, el Todopoderoso, el Todoglorioso, Aquel Cuya ayuda to-das las almas imploran!
-Bahá'u'lláh¡Oh mi Dios! Tú has ordenado a Tus siervos observar el ayuno durante estos días. Con él adornaste el preámbulo del Libro de Tus Leyes revelado a Tus criaturas, y engalanaste a los Depositarios de Tus mandamientos ante la vista de todos los que están en Tu cielo y todos los que están en Tu tierra. Tú has dotado cada hora de estos días con una virtud especial, inescrutable para cualquier otro que no seas Tú, Cuya sabiduría abarca todo lo creado. También has asignado a cada alma una porción de esta virtud, de acuerdo con la Tabla de Tu decreto y las Escrituras de Tu juicio irrevocable. Además, has asignado cada página de estos Libros y de estas Escrituras a cada uno de los pueblos y razas de la tierra.
Según Tu decreto, has reservado a cada amanecer el cáliz de Tu recuerdo para Tus fervientes amantes, oh Tú que eres el Soberano de los soberanos. Ellos son los que tan embriagados están con el vino de Tu consumada sabiduría que abandonan el lecho en su anhelo por celebrar Tu alabanza y ensalzar Tus virtudes, y escapan del sueño en su afán por acercarse a Tu presencia y participar de Tus dádivas. Sus ojos han estado dirigidos en todo momento hacia la Aurora de Tu amorosa bondad, y sus rostros, vueltos hacia el Manantial de Tu inspiración. Haz descender, pues, sobre nosotros y sobre ellos, de las nubes de Tu misericordia, lo que sea digno del cielo de Tu munificencia y de Tu gracia.
¡Alabado sea Tu nombre, oh mi Dios! Esta es la hora en que has abierto las puertas de Tu generosidad ante los rostros de Tus criaturas, y los portales de Tu tierna merced a todos los habitantes de Tu tierra. Te imploro, por todos aquellos cuya sangre fue derramada en Tu sendero, quienes en su anhelo por Ti se libraron de todo apego a cualquiera de Tus criaturas y quedaron tan extasiados por los dulces aromas de Tu inspiración que cada uno de los miembros de su cuerpo entonaba Tu alabanza y vibraba con Tu recuerdo, que no nos niegues las cosas que has ordenado irrevocablemente en esta Revelación, una Revelación cuya potencia ha hecho que cada árbol exclame lo que la Zarza Ardiente proclamó en otro tiempo a Moisés, Quien conversó contigo, una Revelación que ha permitido que el guijarro más pequeño resuene nuevamente con Tu alabanza, tal como las piedras Te glorificaron en los días de Muḥammad, Tu Amigo.
¡Oh mi Dios! Estos son aquellos a los que has permitido bondadosamente que sean Tus compañeros y que tengan comunión con Aquel que es el Revelador de Ti mismo. Los vientos de Tu voluntad los dispersaron por doquier, hasta que Tú los reuniste bajo Tu amparo e hiciste que entraran en los recintos de Tu corte. Ahora que has hecho que moren a la sombra del dosel de Tu misericordia, ayúdales a alcanzar lo que sea digno de tan augusta posición. No permitas, oh mi Señor, que sean contados entre aquellos que, aun gozando de proximidad a Ti, no han llegado a reconocer Tu rostro y, aunque Te han encontrado, están privados de Tu presencia.
Estos son Tus siervos, oh mi Señor, que han entrado contigo en esta Más Grande Prisión, y han observado el ayuno dentro de sus muros, de acuerdo con lo que les has ordenado en las Tablas de Tu decreto y los Libros de Tu mandato. Haz descender, pues, sobre ellos aquello que los purifique completamente de todo lo que Tú detestas, para que puedan dedicarse completamente a Ti y desprenderse enteramente de todo excepto de Ti.
Haz descender, pues, sobre nosotros, oh mi Dios, lo que sea propio de Tu gracia y digno de Tu generosidad. Permítenos, pues, oh mi Dios, vivir con Tu recuerdo y morir con Tu amor, y provéenos con la dádiva de Tu presencia en Tus mundos venideros, mundos que son inescrutables para todos excepto para Ti. Tú eres nuestro Señor y el Señor de todos los mundos, y el Dios de todos los que están en el cielo y de todos los que están en la tierra.
Tú ves, oh mi Dios, lo que les ha sucedido a Tus amados en Tus días. ¡Tu gloria es mi testigo! El clamor de los lamentos de Tus elegidos se ha elevado por todo Tu reino. Algunos fueron presa de las intrigas de los infieles de Tu tierra, quienes les impidieron gozar de Tu cercanía y alcanzar la corte de Tu gloria. Otros pudieron acercarse a Ti, pero se les impidió contemplar Tu rostro. Y a otros, en su anhelo por verte, se les permitió entrar en los recintos de Tu corte, pero dejaron que los velos de las imagina-ciones de Tus criaturas y los males infligidos por los opresores de entre Tu pueblo se interpusieran entre ellos y Tú.
Esta es la hora, oh mi Señor, que Tú has hecho que supere a cualquier otra hora, y la has vinculado a las más escogidas de entre Tus criaturas. Te imploro, oh mi Dios, por Ti mismo y por ellas, que ordenes a lo largo de este año lo que enaltezca a Tus amados. Decreta, además, en este año, lo que permita que el Sol de Tu poder resplandezca sobre el horizonte de Tu gloria e ilumine al mundo entero mediante Tu soberano poder.
Haz victoriosa a Tu Causa, oh mi Señor, y humilla a Tus enemigos. Decreta, pues, para nosotros el bien de esta vida y de la venidera. Tú eres la Verdad, Quien conoce las cosas secretas. No hay Dios sino Tú, Quien siempre perdona, el Todogeneroso.
-Bahá'u'lláhTe imploro, oh mi Dios, por Tu poderoso Signo y por la revelación de Tu gracia entre los hombres, que no me eches de la puerta de la ciudad de Tu presencia, ni frustres las esperanzas que he puesto en las manifestaciones de Tu gracia entre Tus criaturas. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu dulcísima voz y por Tu muy exaltada Palabra, que me acerques cada vez más al umbral de Tu puerta y no permitas que esté alejado de la sombra de Tu misericordia ni del dosel de Tu generosidad. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por el resplandor de Tu luminosa frente y por el fulgor de la luz de Tu semblante que relumbra en el altísimo horizonte, que me atraigas con la fragancia de Tu vestidura y me des a beber del vino escogido de Tu Expresión. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu cabello que se mueve sobre Tu rostro, al tiempo que Tu exaltadísima Pluma se desliza por las páginas de Tus Tablas derramando el almizcle de significados ocultos sobre el reino de Tu creación, que me capacites para servir a Tu Causa de tal modo que no retroceda ni me vea obstaculizado por las insinuaciones de quienes han puesto reparos a Tus señales y han dado la espalda a Tu rostro. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu Nombre, que has convertido en el Rey de los Nombres, y mediante el cual han sido extasiados todos los que están en el cielo y todos los que están en la tierra, que me permitas contemplar el Sol de Tu Belleza y me proveas con el vino de Tu expresión. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por el Tabernáculo de Tu majestad levantado sobre las cumbres más sublimes, y por el Dosel de Tu Revelación situado en las más elevadas colinas, que me ayudes bondadosamente a hacer lo que Tu voluntad ha deseado y Tu propósito ha manifestado. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu Belleza, que brilla sobre el horizonte de la eternidad, una Belleza que, en cuanto se revela, el reino de la belleza se inclina en adoración ante ella, magnificándola con voces sonoras, que me permitas morir a todo lo que poseo y vivir para todo lo que a Ti Te pertenece. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por la Manifestación de Tu Nombre, el Bienamado, por medio del cual los corazones de Tus amantes se consumieron y las almas de todos los que habitan en la tierra se remontaron a las alturas, que me ayudes a recordarte entre Tus criaturas y a ensalzarte entre Tu pueblo. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por el susurro del divino Árbol del Loto y por el murmullo de las brisas de Tu Expresión en el reino de Tus nombres, que me alejes de todo cuanto Tu voluntad detesta y me acerques al lugar donde ha resplandecido Aquel que es la Aurora de Tus señales. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por aquella Letra que, en cuanto salió de la boca de Tu voluntad, hizo que se agitaran los océanos, y soplaran los vientos, y se manifestaran los frutos, y brotaran los árboles, y se desvanecieran todos los vestigios del pasado, y se rasgaran todos los velos, y que todos los que están dedicados a Ti se apresuraran a dirigirse hacia la luz del semblante de su Señor, el Libre, que me des a conocer lo que estaba oculto en los tesoros de Tu conocimiento y escondido en los depósitos de Tu sabiduría. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por el fuego de Tu amor que despejó el sueño de los ojos de Tus elegidos y de Tus amados, y por su recuerdo y su alabanza de Ti a la hora del amanecer, que me cuentes entre aquellos que han alcanzado lo que Tú has enviado en Tu Libro y manifestado por Tu voluntad. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por la luz de Tu semblante que ha impulsado a quienes están cerca de Ti a recibir los dardos de Tu decreto, y a quienes están consagrados a Ti a enfrentarse a las espadas de Tus enemigos en Tu sendero, que decretes para mí, mediante Tu exaltadísima Pluma, aquello que has de-cretado para Tus fieles y Tus elegidos. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu Nombre, mediante el cual has escuchado la llamada de Tus amantes, los suspiros de quienes Te anhelan, el llanto de quienes gozan de Tu cercanía, y el gemido de quienes están consagrados a Ti, y mediante el cual has concedido los deseos de quienes han puesto sus esperanzas en Ti y has cumplido sus anhelos por Tu gracia y Tus favores, y por Tu Nombre, mediante el cual el océano de la misericordia se agitó ante Tu rostro y las nubes de Tu generosidad derramaron su lluvia sobre Tus siervos, que decretes para todo el que se haya vuelto hacia Ti, y haya observado el ayuno prescrito por Ti, la recompensa decretada para aquellos que no hablan sino con Tu permiso, y quienes han renunciado a todo lo que poseían en Tu camino y por amor a Ti.
Te imploro, oh mi Señor, por Ti mismo, por Tus señales, por Tus claros testimonios, por la brillante luz del Sol de Tu Belleza y por Tus Ramas, que absuelvas las faltas de quienes se han mantenido firmes en Tus leyes y han observado aquello que Tú les has prescrito en Tu Libro. Tú me ves, oh mi Dios, aferrado a Tu Nombre, el Más Santo, el Más Luminoso, el Más Poderoso, el Más Grande, el Más Exaltado, el Más Glorioso, y adherido al borde del manto al cual se han aferrado todos, en este mundo y en el venidero.
-Bahá'u'lláhTú ves, oh Dios de Misericordia, oh Tú Cuyo poder penetra todas las cosas creadas, a estos siervos Tuyos, Tus esclavos, que, de acuerdo con el beneplácito de Tu Voluntad, observan de día el ayuno prescrito por Ti, que se levantan con las primeras luces para hacer mención de Tu Nombre y celebrar Tu alabanza, con la esperanza de obtener su parte de las cosas buenas que están guardadas en los tesoros de Tu gracia y munificencia. Te imploro, oh Tú que tienes en Tus manos las riendas de la creación entera, bajo Cuyo dominio se encuentra todo el reino de Tus nombres y de Tus atributos, que no prives en Tu Día a Tus siervos de las lluvias que caen de las nubes de Tu misericordia, ni les impidas que tomen su porción del océano de Tu complacencia.
Todos los átomos de la tierra dan testimonio, oh mi Señor, de la grandeza de Tu poder y de Tu soberanía, y todos los signos del universo atestiguan la gloria de Tu majestad y de Tu fuerza. ¡Oh Tú que eres el soberano Señor de todos, el Rey de los días sempiternos y Monarca de todas las naciones! Ten misericordia, pues, de estos siervos Tuyos, que se han aferrado a la cuerda de Tus mandamientos y se han inclinado ante las revelaciones de Tus leyes, enviadas desde el cielo de Tu Voluntad.
Mira, oh mi Señor, cómo sus ojos están elevados hacia el punto de amanecer de Tu cariñosa bondad, cómo sus corazones están orientados hacia los océanos de Tus favores, cómo se acallan sus voces ante los acentos de Tu dulcísima Voz que llama, desde la Posición más sublime, en Tu nombre, el Todoglorioso. Ayuda a Tus amados, oh mi Señor, aquellos que lo han abandonado todo para obtener las cosas que Tú posees, quienes han sido rodeados de pruebas y tribulaciones por haber renunciado al mundo y depositado su afecto en Tu dominio de gloria. Escúdalos, Te imploro, oh mi Señor, contra los asaltos de las malas pasiones y deseos, y ayúdales a obtener aquello que haya de aprovecharles en este mundo y en el venidero.
Te pido, oh mi Señor, por Tu oculto y atesorado Nombre, que llama en alta voz en el reino de la creación y convoca a todos los pueblos al Árbol más allá del cual no hay paso, la sede de trascendente gloria, que hagas descender sobre nosotros y sobre Tus siervos las desbordantes lluvias de Tu misericordia, para que nos limpie del recuerdo de todo salvo de Ti, y nos acerque a las orillas del océano de Tu gracia. Ordena, oh Señor, mediante Tu exaltadísima Pluma, lo que inmortalice nuestras almas en el Dominio de gloria, perpetúe nuestros nombres en Tu Reino y guarde nuestras vidas en los tesoros de Tu protección, y nuestros cuerpos, en el baluarte de Tu inviolable fortaleza. Potente eres Tú sobre todas las cosas, ya sean del pasado o del futuro. No hay otro Dios sino Tú, el Protector omnipotente, Quien subsiste por Sí mismo.
Tú ves, oh Señor, nuestras manos suplicantes levantadas hacia el cielo de Tu favor y Tu generosidad. Permite que sean colmadas con los tesoros de Tu munificencia y Tu generoso favor. Perdónanos a nosotros, a nuestros padres y a nuestras madres, y haz que se cumpla todo lo que hemos deseado del océano de Tu gracia y divina generosidad. Acepta, oh Amado de nuestros corazones, las obras que hemos realizado en Tu camino. Tú eres, verdaderamente, el Todopoderoso, el Exaltadísimo, el Incomparable, el Único, el Perdonador, el Magnánimo.
-Bahá'u'lláh¡Oh mi Dios y mi Maestro! Tú me ves entre aquellas de Tus criaturas que se han rebelado y han transgredido contra Ti. Cada vez que las invito al océano de Tu conocimiento, aumenta su repudio de Tu Causa y crece su rechazo al Punto de Amanecer de Tu Voluntad. Te suplico, oh mi Dios, por aquellos que han ayunado por amor a Ti y han bebido las aguas vivas de la sumisión de manos de Tu generosidad, que ordenes para Tus amados, quienes bajo el ardor del astro de Tus pruebas se han aferrado a la cuerda de la paciencia, todo lo bueno que has dispuesto en Tus Libros y en Tus Tablas. Decreta, pues, para aquellos que han sido afligidos con adversidades por amor a Ti, la recompensa de quienes han sufrido el martirio en el camino de Tu complacencia. Envía, además, para ellos, oh Señor, lo que regocije sus corazones, dé solaz a sus ojos y deleite sus almas. Tú, verdaderamente, eres el Omnipotente, el Más Exaltado, Quien ayuda en el peligro, el Omnisciente, el Sapientísimo.
-Bahá'u'lláh¡Exaltado eres, oh Señor mi Dios! Te ruego por aquellos a quienes has ordenado observar el ayuno por Tu amor y Tu complacencia, quienes han demostrado su lealtad a Tu ley y han seguido Tus versículos y preceptos, y quienes han roto su ayuno mientras disfrutaban de Tu cercanía y contemplaban Tu semblante. ¡Por Tu gloria! Ya que se vuelven a la corte de Tu complacencia, todos sus días son días de ayuno. Si la boca de Tu voluntad se dirigiere a ellos diciendo «Observad el ayuno por amor a Mi belleza, oh pueblo, y no fijéis límite alguno a su duración», juro, por la majestad de Tu gloria, que cada uno de ellos lo observaría fielmente, se abstendría de todo lo que quebrante Tu ley y continuaría haciéndolo hasta entregar su alma a Ti; pues han probado la dulzura de Tu llamamiento y están embriagados con Tu recuerdo y alabanza y con las palabras procedentes de los labios de Tu mandato.
Te imploro, oh Señor, por Ti mismo, el Exaltado, el Altísimo, y por Tu Manifestación Más Reciente, mediante Quien se han convulsionado el reino de los nombres y el dominio de los atributos, y se han embriagado los habitantes de la tierra y del cielo, y han temblado todos los que habitan en los reinos de la Revelación y la creación, excepto quienes se han abstenido de todo lo que es repugnante a Tu complacencia y se han guardado de dirigirse a otro que no seas Tú, que nos incluyas entre ellos y consignes nuestros nombres en la Tabla en la que has inscrito sus nombres. Oh Dios, mediante las maravillas de Tu poder y las señales de Tu soberanía y grandeza, hiciste salir sus nombres del mar de Tus nombres, y creaste su esencia íntima de la sustancia de Tu amor, y su ser más profundo, del espíritu de Tu Causa. Su reunión no va seguida de separación, su cercanía no conoce la lejanía, y su perpetuidad no tiene fin. Verdaderamente, estos son siervos que siempre hablan de Ti, circulan eternamente a Tu alrededor, y giran en torno al santuario de Tu presencia y la Caaba de la reunión contigo. Tú has ordenado, oh mi Dios, que no haya distinción entre ellos y Tú, excepto que, cuando vieron las luces de Tu semblante, volvieron el rostro hacia Ti y se postraron ante Tu belleza, sumisos ante Tu grandeza y desprendidos de todas las cosas salvo de Ti.
Hemos ayunado en este día, oh mi Dios, por Tu orden y Tu mandato, de acuerdo con lo que has revelado en Tu Libro manifiesto. Hemos resguardado nuestras almas de la pasión y de todo lo que Tú aborreces hasta que finalizó el día y llegó la hora de romper el ayuno. Por tanto, Te imploro, oh Deseo de los corazones de los amantes fervientes y Bienamado de las almas de los que están dotados de entendimiento, oh Éxtasis del corazón de los que Te anhelan y Objeto del deseo de los que Te buscan, que hagas que nos remontemos a la atmósfera de Tu cercanía y el cielo de Tu presencia, y que aceptes de nosotros lo que hemos realizado en el camino de Tu amor y Tu complacencia. Escribe, pues, nuestros nombres entre los que han reconocido Tu unicidad y han confesado Tu singularidad y se han humillado ante las evidencias de Tu majestad y las señales de Tu grandeza, quienes se han refugiado en Tu cercanía y han buscado protección en Ti, quienes han consumido sus vidas en su anhelo de reunirse contigo y alcanzar la corte de Tu presencia, y quienes han dado la espalda al mundo por amor a Ti y han roto el vínculo con todo lo que no seas Tú en su anhelo de acercarse a Ti. Estos son siervos cuyos corazones se derriten con el ardiente deseo por Tu belleza al mencionar Tu Nombre, y cuyos ojos se inundan de lágrimas en su ansia de encontrarte y entrar en los recintos de Tu corte.
Esta, oh mi Señor, es mi lengua que da testimonio de Tu unicidad y singularidad; estos, mis ojos que contemplan la sede de Tu generosidad y Tus múltiples mercedes; y estos, mis oídos, listos para escuchar Tu llamamiento y Tu expresión; pues tengo la seguridad, oh mi Dios, de que has decretado que sean inagotables las palabras que proceden de la boca de Tu voluntad, y a ellas están siempre atentos los oídos que has santificado para oír Tus palabras y versículos. Y estas son mis manos, oh mi Señor, levantadas hacia el cielo de Tu favor y Tu tierna misericordia. ¿Rechazarás, pues, a este pobre que no ha escogido para sí otro amado excepto Tú, ningún donador salvo Tú, ni rey alguno más que Tú, ni protección alguna salvo a la sombra de Tu misericordia, ni refugio alguno excepto ante Tu puerta, que has abierto a todos los que habitan en Tu cielo y en Tu tierra? ¡No, por Tu gloria! Soy aquel cuya confianza en Tu amorosa bondad permanecerá inmutable, aunque me afligieras con tormentos a lo largo de todo Tu dominio; y, si alguien me preguntara sobre Ti, cada miembro de mi cuerpo proclamaría: «¡Él es amado en Sus actos y obedecido en Su decreto, misericordioso en Su naturaleza y compasivo con Sus criaturas!»
¡Oh Bienamado de los corazones de los que Te anhelan! Tu poder me atestigua que, si me echaras de Tu puerta y me abandonaras a las espadas de los tiranos de entre Tus siervos y a las varas de los impíos entre Tus criaturas, y, si alguien me preguntara sobre Ti, cada vello de mi cuerpo declararía, no obstante: «Él es, en verdad, el Más Amado de los mundos; Él es el Más Munífico; Él es el Sempiterno. Él me atrae al tiempo que me distancia de Sí; Él me otorga Su santuario al tiempo que me priva de Su presencia. A nadie he encontrado más misericordioso que Él, por Quien he llegado a ser independiente de todo salvo de Él y he sido elevado por encima de todo excepto de Él».
Bienaventurado aquel, oh mi Dios, que ha sido tan enriquecido por Ti que se ha vuelto independiente de los reinos de la tierra y del cielo. Rico es aquel que se ha aferrado firmemente a la cuerda de Tu riqueza, es sumiso ante Tu rostro, y para quien Tú eres suficiente por encima de todas las cosas. Pobre es aquel que ha prescindido de Ti, se ha mostrado orgulloso ante Ti, se ha alejado de Tu presencia y no ha creído en Tus signos. Haz, pues, oh mi Dios y mi Bienamado, que me cuente entre quienes las brisas de Tu voluntad mueven a su arbitrio; no entre los que el viento del yo y la pasión agita y dirige a su antojo. No hay otro Dios sino Tú, el Omnipotente, el Exaltado, el Más Generoso.
Toda gloria sea para Ti, oh mi Dios, pues mediante Tu gracia me has permitido ayunar durante este mes que has relacionado con Tu Nombre, el Más Exaltado, y has llamado ‘Alá (Sublimidad). Tú has ordenado que durante él ayunen Tus siervos y Tu pueblo y procuren así acercarse más a Ti. Los días y los meses del año han culminado con el ayuno, así como el primer mes empezó con Tu Nombre, Bahá, para que todos den testimonio de que Tú eres el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto, y estén bien seguros de que la gloria de todos los nombres se confiere únicamente mediante la gloria de Tu Causa y la palabra expuesta por Tu voluntad y revelada mediante Tu propósito. Tú has ordenado que este mes sea un recuerdo y un honor de Tu parte, y un signo de Tu presencia entre ellos, para que no olviden Tu grandeza y Tu majestad, Tu soberanía y Tu gloria, y estén bien seguros de que, desde tiempo inmemorial, siempre has sido y siempre serás el Soberano de toda la creación. Ninguna cosa creada en los cielos o en la tierra puede impedir Tu gobierno, ni tampoco puede nadie de los reinos de la Revelación y la creación impedir que cumplas Tu propósito.
Te imploro, oh mi Dios, por Tu nombre, mediante el cual se han lamentado todos los linajes de la tierra, excepto los que has cobijado con Tu infalible protección y resguardado al amparo de Tu trascendente misericordia, que nos hagas tan firmes en Tu Causa y constantes en Tu amor que si Tus siervos se alzaran contra Ti y Tu pueblo se apartara de Ti, y no quedara nadie en la tierra que invocara Tu nombre o volviera el rostro hacia el santuario de la comunión contigo y la Caaba de Tu santidad, aun así, me levantaría, solo y sin compañía, para hacer victoriosa a Tu Causa, para exaltar Tu palabra, proclamar Tu soberanía y celebrar la alabanza de Tu augusto Ser. Y ello, oh Señor, a pesar de que cada vez que me aventuro a ensalzarte con cualquier nombre, me inunda la perplejidad, pues soy plenamente consciente de que todos Tus exaltados atributos, y todos los excelentísimos nombres que asocio contigo y mediante los que Te ruego en Tu santa presencia, no reflejan otra cosa que la medida de mi propio entendimiento, pues siempre que he considerado un nombre loable, lo he asociado contigo.
Inmensamente exaltada es Tu verdadera posición más allá de la descripción o el conocimiento de nadie salvo de Ti, y muy por encima estás Tú de la glorificación de Tus criaturas y la alabanza de Tus siervos en sus intentos de ascender a Ti. Todo lo que brote de Tus siervos está circunscrito a las limitaciones de su propio ser y es fruto de sus propias vanas fantasías e imaginaciones.
¡Ay, mi Bienamado, ay de mi incapacidad para alabarte adecuadamente y de mis debilidades durante Tus días! Si Te aclamo, oh mi Dios, como Aquel que sabe todas las cosas, al momento percibo que, si señalaras a una roca muda con un solo dedo de Tu voluntad, la capacitarías para desentrañar el conocimiento de todas las edades pasadas y futuras; y, si Te ensalzo como el Omnipotente, encuentro que una sola palabra procedente de la boca de Tu propósito es suficiente para convulsionar los cielos y la tierra.
Tu gloria me lo atestigua, oh Bienamado de todos los que Te reconocen: si cualquier erudito no confesara su ignorancia ante las revelaciones de Tu conocimiento, se le contaría como el más ignorante de Tu pueblo; y, si cualquiera de los poderosos se negara a admitir su debilidad ante las evidencias de Tu poder, se le consideraría la más débil y desatenta de Tus criaturas. Dado mi conocimiento y mi certeza de que esto es así, ¿cómo puedo yo ensalzarte o describirte y alabarte? Por ello, conociendo mi debilidad, me he apresurado a acudir al refugio de Tu fuerza; y, consciente de mi pobreza, he buscado amparo a la sombra de Tu riqueza; y, reconociendo mi impotencia, me he levantado para presentarme ante el tabernáculo de Tu poder y Tu fuerza. ¿Rechazarás a este pobre después de que no ha acudido a otro más que a Ti como su auxiliador, y apartarás de Ti a este extraño después de que no ha encontrado a otro más que a Ti como su verdadero amado?
Tú sabes todo lo que hay en mí, oh Señor, pero yo no sé lo que hay en Ti. Ten, pues, misericordia de mí, mediante Tu amorosa providencia, e inspírame con lo que traiga paz a mi corazón durante Tus días y tranquilidad a mi alma mediante las revelaciones de Tu sagrada presencia. Todas las cosas creadas han sido iluminadas con los esplendores de las luces de Tu semblante, oh Señor, y los moradores de la tierra y del cielo brillan resplandecientes en virtud de las manifestaciones de Tu incomparable majestad, de tal modo que no contemplo nada sin antes percibir en ello la revelación de Ti mismo, una revelación que está oculta a la vista de aquellos siervos Tuyos que yacen profundamente dormidos.
No me prives, oh mi Señor, de Tu gracia, que ha abarcado todos los reinos de la existencia, ya sean visibles o invisibles. ¿Te mantendrás alejado, oh mi Dios, después de haber invitado a toda la humanidad a volver y acercarse a Ti, y de haberla instado a aferrarse a Tu cuerda? ¿Me rechazarás, oh mi Amado, cuando en Tu Libro incorruptible y en Tus maravillosos versículos has prometido reunir a todos los que Te anhelan dentro del pabellón de Tu magnánima providencia, y a los que Te desean, al amparo de Tu generoso favor, y a los que Te buscan, bajo el dosel de Tu misericordia y amorosa bondad?
¡Juro, por Tu poder, oh mi Dios, que mis lamentos me han detenido el corazón, y sus gemidos me han arrebatado las riendas de las manos! Siempre que me tranquilizo y regocijo mi alma con las maravillas de Tu misericordia, las muestras de Tu magnánima providencia y las evidencias de Tu generosidad, tiemblo ante las manifestaciones de Tu justicia y las señales de Tu ira. Reconozco que eres conocido por estos dos nombres y descrito por estos dos atributos; y, sin embargo, no Te importa si Te invocan por Tu nombre «Quien siempre perdona», o por Tu nombre «el Iracundo». ¡Por Tu gloria! Si no fuera por mi conocimiento de que Tu misericordia sobrepasa todas las cosas, habrían dejado de existir mis extremidades, se habría extinguido mi realidad y mi ser interior se habría reducido a la nada absoluta. Pero cuando veo que Tu gracia abarca todas las cosas y Tu misericordia engloba a toda la creación, mi alma y mi ser interior recobran plena confianza.
¡Ay, oh mi Dios, ay por las cosas que he dejado escapar durante Tus días! Y, ¡ay, oh Deseo de mi corazón, ay por lo que he dejado sin hacer en Tu servicio y Tu obediencia durante estos días, cuyo igual jamás han presenciado los ojos de Tus elegidos y Tus fiduciarios! Te imploro, oh mi Señor, por Ti mismo y por la Manifestación de Tu Causa, Quien está sentado en el trono de Tu misericordia, que me confirmes en Tu servicio y en Tu complacencia. Protégeme, pues, de los que se han apartado de Ti y no han creído en Tus versículos, quienes han negado Tu verdad, se han resistido a Tus evidencias y han violado Tu Alianza y testamento.
Toda alabanza, oh Señor mi Dios, sea para Quien es la Manifestación de Tu Esencia, la Aurora de Tu unicidad, la Mina de Tu conocimiento, la Fuente de Tu Revelación, el Depositario de Tu inspiración, la Sede de Tu soberanía y el Punto de Amanecer de Tu Divinidad, Quien es el Punto Primordial, el Exaltadísimo Semblante, la Antigua Raíz y el Vivificador de las naciones; y la gloria sea con aquel que fue el primero en creer en Él y en Sus versículos, a quien hiciste que fuera un trono para el ascenso de Tu muy sublime Palabra, un punto focal para la manifestación de Tus muy excelentes nombres, una aurora para el resplandor del Sol de Tu providencia, un punto de amanecer para la aparición de Tus nombres y atributos y un tesoro de perlas de Tu sabiduría y Tus mandamientos. Y todo honor sea para quien fue el último en llegar a Él, cuya llegada fue como Su llegada, y Tu manifestación en él como Tu manifestación en Él , salvo que él fue iluminado con las luces de Su rostro y se postró ante Él y dio testimonio de su servidumbre a Él; y la gloria sea con los que fueron martirizados en Su camino y ofrecieron su vida por amor a Su belleza.
Damos testimonio, oh mi Dios, de que estos son siervos que han creído en Ti y en Tus signos, han buscado el santuario de Tu presencia y se han vuelto hacia Tu semblante, han dirigido el rostro hacia la corte de Tu cercanía y han recorrido el camino de Tu complacencia, Te han adorado según Tu deseo y se han desprendido de todo salvo de Ti. ¡Oh Señor! Confiere en todo momento a sus espíritus y sus cuerpos una porción de las maravillas de Tu misericordia que abarca todas las cosas. Tú, verdaderamente, eres poderoso para hacer lo que Te place. No hay Dios salvo Tú, el Omnipotente, el Todoglorioso, Cuya ayuda todos imploran.
Te suplico, oh Señor, por Él y por ellos, y por Aquel a Quien has establecido en el trono de Tu Fe y has hecho que predomine sobre todos los moradores de la tierra y del cielo, que nos purifiques de nuestras transgresiones, que ordenes para nosotros una sede de verdad en Tu presencia, y hagas que nos asociemos con aquellos a quienes las adversidades del mundo y sus contratiempos no han impedido volverse hacia Ti. Tú eres, verdaderamente, el Omnipotente, el Más Exaltado, el Protector, Quien siempre perdona, el Más Misericordioso.
-Bahá'u'lláh