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Baha'u'llah : Mashriqu’l-Adhkár
La institución del Mashriqu’l-Adhkár

Recopilación de citas de los escritos de Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, de los escritos de Shoghi Effendi y de las cartas de la Casa Universal de Justicia

Preparado por el Departamento de Investigación
de la Casa Universal de Justicia
Septiembre de 2017
De los escritos de Bahá’u’lláh

¡Oh gentes del mundo! Construid en todos los países casas de adoración en el nombre de Quien es el Señor de todas las religiones. Hacedlas tan perfectas como sea posible en el mundo del ser, y adornadlas con lo que es digno de ellas, no con imágenes ni efigies. Entonces, celebrad allí, con júbilo y alegría, la alabanza de vuestro Señor, el Más Compasivo. Verdaderamente, con Su recuerdo se alegran los ojos y se llena de luz el corazón.

(El Kitáb-i-Aqdas: El Libro Más Sagrado, Barcelona: Arca Editorial, 2003, párrafo 31) [1]

Bienaventurado quien a la hora del alba encamina sus pasos hacia el Mashriqu’l-Adhkár y, centrando sus pensamientos en Dios, ocupado en Su recuerdo y suplicando Su perdón, entra allí y se sienta en silencio a escuchar los versículos de Dios, el Soberano, el Fuerte, el Alabado. Di: El Mashriqu’l-Adhkár es todo edificio construido en ciudades y pueblos para celebrar Mi alabanza. Tal es el nombre por el cual ha sido designado ante el trono de gloria; ojalá lo comprendierais.

(El Kitáb-i-Aqdas: El Libro Más Sagrado, párrafo 115) [2]

Enseñad a vuestros hijos los versículos revelados desde el cielo de majestad y poder, para que con las más cadenciosas melodías reciten las Tablas del Todomisericordioso dentro de los aposentos del Mashriqu’l-Adhkár. Quien haya sido arrobado por el éxtasis nacido de la adoración de Mi Nombre, el Más Compasivo, recitará los versículos de Dios de tal modo que cautive el corazón de los que aún estén dormidos. Bienaventurado aquel que haya bebido el Vino Místico de la vida sempiterna de las palabras de su misericordioso Señor en Mi Nombre, un Nombre mediante el cual toda montaña alta y majestuosa ha sido reducida al polvo.

(El Kitáb-i-Aqdas: El Libro Más Sagrado, párrafo 150) [3]

Con respecto a lo que habías escrito de que se había establecido el Mashriqu’l-Adhkár en la Tierra de Ṭá1 y que, mediante la gracia de Dios, ha sido y está siendo instituido en otros lugares: este asunto fue mencionado en Su Santa y Muy Excelsa Presencia, a lo que la lengua del Anciano de Días respondió: «Bendito es el sitio, y la casa, y el lugar, y la ciudad, y el corazón, y la montaña, y el refugio, y la cueva, y el valle, y la tierra, y el mar, y la isla, y la pradera, donde se ha hecho mención de Dios y se ha glorificado Su alabanza».

(Tomado de una Tabla, traducido del árabe y el persa) [4]

Esto es lo que la Lengua del Ilimitado ha expresado acerca del Mashiqu’l-Adhkár. Dice Él, glorificada sea Su gloria, y ensalzado Su dominio:

Da gracias a Aquel que es el Deseo del Mundo por haberte confirmado en el servicio a Su Causa. Las gentes del mundo están agitadas, abunda la malicia y la sedición, y todos se han dispuesto a extinguir Su luz. Y pese a ello, tú y Sus escogidos estáis activamente ocupados en la mención y recordación de Dios.

Este edificio será recordado eternamente, pues se ha erigido en el nombre del único Dios verdadero y durante los días de Dios, y se ha engalanado con el ornamento de Su mandato. Implora a Aquel que es la Eterna Verdad que confirme a todas las almas en el servicio a Su Causa, para que todos permanezcan leales y se atengan a lo que Dios ha hecho descender en Su Libro.

¡Cuán totalmente vanas y fugaces son las cosas de este mundo! Dentro de poco todos volverán a la nada, y solamente perdurará aquello que la Exaltadísima Pluma ha decretado por orden de Dios, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo.

(Tomado de un Tabla, traducido del árabe y del persa) [5]

¡Bienaventurados los que, en la Casa de Adoración, se ocupan en la recordación de Aquel que es el Señor de los justos! ¡Bienaventurados los que se disponen a servir a esta Casa! ¡Bienaventurados los que han erigido esta Casa! Entran en ella en un estado de paz y anhelo, y al marcharse lo hacen con renuencia y pesar. Imploramos a Dios –inmensamente exaltado es Él, Nuestro Señor y vuestro Señor– que os ayude con medios visibles e invisibles, y decrete para vosotros aquello que dure tanto como perdure Su nombre, nombre que hace sombra a todos los demás nombres. No hay Dios sino Él, Quien siempre perdona, el Todomisericordioso.

(Tomado de un Tabla, traducido del árabe y del persa) [6]

¡Juro por Mi vida y Mi Causa! Alrededor de cualquier morada en la que entren los amigos de Dios, y desde la cual se eleven sus cantos en alabanza y glorificación del Señor, girarán las almas de los creyentes verdaderos y todos los ángeles predilectos. Y si a algunos les fuera abierta la puerta de la visión verdadera, presenciarían cómo el Concurso Supremo voltea y exclama: «¡Oh casa! Bienaventurada eres, por cuanto Dios ha hecho de ti un lugar de descanso para quienes Él ha favorecido, y un alojamiento para quienes Le son queridos, y un hogar para aquellos en quienes ha depositado Su confianza. Para ti sean Su alabanza y Su gloria y Su gracia sempiterna».

(Tomado de un Tabla, traducido del árabe y del persa) [7]

De los escritos de ‘Abdu’l-Bahá

Es conveniente que los amigos celebren una reunión, un encuentro, en el que glorifiquen a Dios, fijen sus corazones en Él y lean y reciten las sagradas escrituras de la Bendita Belleza, ¡que mi alma sea la redención de Sus amados! Las luces del Gloriosísimo Dominio, los rayos del Supremo Horizonte, serán proyectados sobre esas luminosas asambleas, pues no son sino los Mashriqu’l-Adhkár, los Puntos de Amanecer del Recuerdo de Dios, los cuales, por instrucciones de la Exaltadísima Pluma, deben establecerse en cada aldea y ciudad. […] Estas reuniones espirituales deben celebrarse con la mayor pureza y consagración, para que del sitio mismo, y de su tierra y del aire circundante, se aspiren los fragantes hálitos del Espíritu Santo.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá [www.bahaipanel.org], nº 55.1.) [8]

¡Oh amigos verdaderos de ‘Abdu’l-Bahá! En este momento mis pensamientos se dirigen a vosotros. Se aproxima el ocaso y un sinnúmero de dificultades me han privado de comodidad; no obstante, recordaros me trae la mayor alegría y satisfacción. Así es que me dirijo al Señor que siempre perdona, y Le suplico que os fortalezca con una porción abundante de Su formidable gracia.

El Mashriqu’l-Adhkár es el lugar de donde aparecen las luces y el punto de encuentro de los justos. Cuandoquiera que allí se reúna un grupo de almas nobles en una asamblea celestial y ofrezcan súplicas, reciten versículos divinos y entonen oraciones con melodías maravillosas, los moradores del Concurso de lo Alto prestarán oído y exclamarán: «¡Felices somos; que el mundo entero se regocije!» Pues, alabado sea Dios, en el mundo inferior se han alzado almas de entre los ángeles del Reino de la Gloria para entrar en comunión con su Señor y entonar los versículos de la Divina Unidad en un encuentro de santidad. ¿Qué merced puede haber mayor que esta?

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [9]

¡Amigos de ‘Abdu’l-Bahá, y sus compañeros y colaboradores en el servicio del Señor de las Huestes! Ciertamente, la tarea más importe y el asunto de mayor envergadura hoy en día es el establecimiento de un Mashriqu’l-Adhkár y la fundación de un Templo desde el cual se eleven las voces de alabanza al Reino del majestuoso Señor. Bienaventurados sois por haber pensado en esto y haberos propuesto erigir un edificio así, sobrepasando a todos en la consagración de vuestros bienes a este gran propósito y a esta grandiosa empresa. Pronto veréis cómo los ángeles de la confirmación acuden sucesivamente a sosteneros y las huestes de refuerzos vienen presurosas en vuestro apoyo.

Cuando quede terminado el Mashriqu’l-Adhkár, cuando de él emanen las luces y en él se reúnan los justos, cuando se ofrezcan oraciones al Reino de los misterios divinos y se eleve la voz de la glorificación hacia el Supremo Señor, entonces se regocijarán los creyentes y se dilatarán sus corazones, desbordados con el amor del Señor eterno, Quien subsiste por Sí mismo.

Las gentes acudirán a ofrecer sus oraciones en ese Templo celestial, se esparcirá la fragancia de Dios, las Enseñanzas Divinas se enraizarán en los corazones de la misma manera que el espíritu arraiga en las almas de los seres humanos, y permanecerán firmes en la Causa de vuestro Señor, el Todomisericordioso.

(Tomado de una Tabla, traducido del árabe) [10]

Entre aquellos que se dispongan a prestar servicio en este edificio no habrá ningún alma en la que Dios no imbuya un poder emanado de Su poderoso Reino, y sobre ella lloverán tales bendiciones espirituales y celestiales que llenarán su corazón con una luz maravillosa e iluminarán sus ojos para que vea la gloria del Anciano de Días.

(Tomado de una Tabla, traducido del árabe) [11]

¡Oh tú que eres firme en la Alianza! Se recibió tu carta y su propósito quedó claro y evidente. Habías escrito sobre el gran esfuerzo, el empeño y la determinación mostrados por los amados de Dios, sobre su irreprimible entusiasmo por la construcción del Mashriqu’l-Adhkár y sobre la participación de sus benditas personas en el transporte de las piedras de construcción. Ciertamente, la alegría que esta noticia trajo a nuestros corazones es imposible de describir o relatar, pues transmitía la imagen de esa noble asamblea transportando piedras con la mayor humildad y mansedumbre y, sin embargo, considerándose por encima de los reyes del mundo.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [12]

Has preguntado acerca de los lugares de adoración y la razón fundamental de los mismos. La sabiduría de erigir tales edificios es que, a una hora determinada, la gente sepa que es el momento de reunirse, que todos se congreguen y, en armoniosa concordancia, se ocupen en oración; con el resultado de que, con esta reunión, la unidad y el afecto crezcan y florezcan en el corazón humano.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 58.1) [13]

Hemos oído que te propones embellecer tu casa de tiempo en tiempo con una reunión de bahá’ís, donde algunos de entre ellos se ocuparán en glorificar al Señor Todoglorioso. […] Has de saber que, si llegas a realizarlo, esa casa terrenal se convertirá en una casa celestial, y ese edificio de piedra, en un congreso del espíritu.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 57.1) [14]

En el futuro, Dios mediante, se erigirán en todas las regiones […] templos de belleza y dignidad sobresalientes, en los cuales la gracia y la elegancia se combinen con proporciones refinadas que llenen de deleite a quien los contemple.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [15]

Aunque en su apariencia exterior el Mashriqu’l-Adhkár es una estructura material, sin embargo, tiene un efecto espiritual. Crea vínculos de unidad entre los corazones; es un centro colectivo para las almas de los hombres. Toda ciudad en la cual se erigió un templo durante los días de la Manifestación ha creado seguridad, constancia y paz, por cuanto tales edificios fueron ofrecidos a la perpetua glorificación de Dios, y solo en el recuerdo de Dios puede el corazón encontrar descanso. ¡Dios bondadoso! El edificio de la Casa de Adoración tiene una poderosa influencia en cada fase de la vida. En el Oriente, la experiencia ha demostrado claramente que esto es un hecho. Incluso si en una pequeña aldea se designaba una casa como Mashriqu’l-Adhkár, ello producía un efecto notable; cuánto mayor habría de ser la repercusión de uno construido a propósito.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 60.1) [16]

Jináb-i-Karbilá’í Muḥammad-Hádí, el custodio del Mash̲riqu’l-Aͯdh̲kár, es mi señor. En otras palabras, yo soy su siervo, pues él es un siervo de la Bendita Belleza. Barre el terreno del Mashriqu’l-Adhkár. Esto no es servidumbre sino soberanía. El servicio que presta no es algo común y corriente: es una dádiva de Dios, pura y verdadera.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [17]

El Mashriqu’l-Adhkár es una de las instituciones más vitales del mundo y posee muchas ramas subsidiarias. Aunque es una Casa de Adoración, también está asociado a un hospital, un dispensario, una hospedería para viajeros, una escuela para huérfanos y una universidad de estudios avanzados. Todo Mashriqu’l-Adhkár está asociado a estas cinco cosas. Mi esperanza es que el Mashriqu’l-Adhkár sea ahora establecido en Norteamérica y gradualmente le sigan el hospital, la escuela, la universidad, el dispensario y la hospedería, y que todo funcione de la manera más eficiente y ordenada. Haz conocer estos temas a los amados de Dios para que comprendan cuán grande es la importancia de este «Punto de Amanecer del Recuerdo de Dios». El Templo no es solamente un lugar de adoración; más bien, desde todo punto de vista, es completo e integral.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 64.1) [18]

Siempre que un grupo de personas se congregue en un lugar de reunión, se ocupe en glorificar a Dios y hablen entre sí de los misterios de Dios, sin duda los hálitos del Espíritu Santo soplarán suavemente sobre ellos y cada uno recibirá su parte.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 56.1) [19]

Se recibió tu carta y los dos planos del Mashriqu’l-Adhkár. Ambos planos fueron revisados y alegraron los corazones. Todos los amados y las siervas de Dios te elogiaron. Sin embargo, deberías consultar con los miembros de la Asamblea Espiritual acerca del estilo y el diseño del Mashriqu’l-Adhkár, a fin de que lleguéis a una decisión conjunta. Todos los asuntos deben convertirse en instrumentos de unidad y concordia, de modo que día a día aumenten la armonía y camaradería entre los amados de Dios.

Ahora, este asunto del Mashriqu’l-Adhkár debe llevarse a cabo de manera que fomente unidad y concordia entre los amigos. Es decir, primero deberíais consultar entre vosotros, y a continuación elaborar un plan. Si seguís estos pasos, se os otorgarán bendiciones continuamente. Los amigos de ‘Ishqábád hicieron de la construcción del Mashriqu’l-Adhkár el medio para crear perfecta camaradería. Con el mayor amor y sinceridad, eligieron un comité, y dicho comité se encargó de establecer, organizar, disponer lo necesario y diseñar el Mashriqu’l-Adhkár. Día a día se dispensaron confirmaciones divinas, y ¡gracias a Dios! se construyó con gran solidez y majestad.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [20]

Verdaderamente, los corazones puros y radiantes son los puntos de amanecer de la mención de Dios, y desde ellos las melodías de súplica y oración llegan continuamente al Concurso de lo Alto. Pido a Dios que haga de cada uno de vuestros corazones un templo divino en el que se encienda la lámpara de la Más Grande Guía. Si los corazones recibiesen una merced como esta, con seguridad pondrían su máximo empeño y estarían totalmente decididos a construir el Mashriqu’l-Adhkár, de modo que la estructura externa revele la realidad interna y la forma exterior dé las nuevas del significado interior.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [21]

¡Oh amigos de Oriente y Occidente! De entre los fundamentos de la religión de Dios, los significados íntimos de la Palabra de Dios y los deberes de los amigos de Dios, el mayor de ellos es la cooperación y la ayuda mutua, pues de estas depende el reino de la humanidad, es más, todo el conjunto de seres innumerables que se encuentran en el mundo. Si dejasen de existir la cooperación y la ayuda mutua entre las cosas creadas, el mundo del ser se desintegraría por completo […].

El fundamento de la vida y la existencia es la cooperación y la ayuda mutua, en tanto que la causa de la aniquilación y el deterioro es el cese de la ayuda y el apoyo. Cuanto más elevado es el reino de la existencia, tanto más influyente y decisivo se hace este importante tema de la ayuda y la cooperación. En el reino de la humanidad, por tanto, la cooperación y la ayuda mutua se dan en un grado de completitud y perfección mayor que el imperante en los demás reinos de la existencia; tanto es así, que la vida de la humanidad depende totalmente de este principio. Especialmente entre los amigos de Dios, este sólido fundamento debe reforzarse de tal manera que cada alma ayude a la otra en todos los asuntos, ya sean relativos a las realidades espirituales y verdades interiores, o a los aspectos materiales y físicos de la vida. Este es especialmente el caso en relación a la fundación de instituciones públicas que benefician a todas las personas y, en particular, al Mashriqu’l-Adhkár, que constituye la mayor de las fundaciones divinas.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [22]

Has escrito que los amigos tienen la intención de contribuir al costo del Mashriqu’l-Adhkár. Esta noticia causó gran alegría, por cuanto las copiosas efusiones del Reino, las lluvias celestiales de la gracia de Dios y Sus infalibles confirmaciones están dirigidas al establecimiento de lazos de unidad, armonía y compañerismo en el mundo de la humanidad. Por lo tanto, esta noble acción por parte de los amigos de Oriente destinada a reunir y enviar aportes a Occidente es digna de alabanza y meritoria, y es una de las características distintivas de esta Dispensación. En el pasado era inaudito que el Oriente brindase apoyo material al Occidente, es decir, que los amigos de Persia ayudaran en la construcción del Mashriqu’l-Adhkár de Norteamérica. Esta es la primera ocasión en que esto ocurre, por lo cual sus efectos serán ciertamente loables y producirá resultados admirables.

Loada sea la Antigua Belleza por haber conferido a la raza humana tales lazos de amistad y armonía, por haber establecido tan sólido fundamento y haber fomentado tan sublime aspiración. Gracias sean dadas al Más Grande Nombre por haber erigido semejante tabernáculo en el corazón mismo del mundo, mediante el cual las diversas naciones de la tierra se unificarán y se asociarán unas con otras en amistad; las naciones dispersas del mundo se convertirán en un solo país y sus numerosos territorios pasarán a ser una sola patria; todos los diferentes gobiernos se unirán en acuerdo y armonía; se erradicará la injusticia, y se destruirán los fundamentos de la guerra, el conflicto, el pillaje, el saqueo, el odio y la hostilidad. Esta colaboración entre Oriente y Occidente es prueba suficiente e irrefutable de que se logrará esta bendita meta.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [23]

¡Oh tú que eres firme en la Alianza! Las buenas nuevas de la inminente culminación del Mashriqu’l-Adhkár, la disposición de sus jardines y, dentro de poco, el fluir de sus fuentes nos han traído infinita alegría. El Mashriqu’l-Adhkár llegará a ser verdaderamente un lugar de gran felicidad y alegría. La robustez y elegancia de su estructura, la disposición ordenada de sus senderos, el diseño de sus parterres, el discurrir de sus fuentes, el florecer de sus árboles, la frescura de su aire y el encanto y la belleza de su apariencia se combinan para crear un paraíso de sumo deleite. Ciertamente no tendrá comparación ni semejanza.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [24]

El Mashriqu’l-Adhkár es un edificio divino en este mundo inferior y un medio para lograr la unicidad de la humanidad, por cuanto todos los pueblos del mundo se reunirán en fraternidad y armonía dentro del Mashriqu’l-Adhkár y, entonando los himnos de la Divina Unidad, se ocuparán en alabar y glorificar al Señor de las Huestes. En verdad, tu regocijo debe depender de la difusión de la luz de la guía divina.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [25]

El primer Mashriqu’l-Adhkár de América fue instituido en Chicago, y tal honor y distinción tiene un valor infinito. Indudablemente, de este Mashriqu’l-Adhkár nacerán miles más.

(Tablets of the Divine Plan [Wilmette: Bahá’í Publishing Trust, 1993, edición de 2006] p. 78) [26]

Se ha recibido tu carta de fecha 23 de noviembre de 1918. Su contenido señala que, gracias a Dios, estás ocupado en el servicio del Mashriqu’l-Adhkár, a fin de que se establezca este edificio universal. Verdaderamente has realizado un gran esfuerzo al respecto, y tengo la esperanza de que este empeño crezca día a día. Las acciones son como los árboles: plantar un árbol es fácil pero cuidarlo hasta que dé sus frutos es difícil. Hasta ahora se han realizado esfuerzos para poner los cimientos del Templo, pero su culminación es una tarea difícil. Abrigo la esperanza de que los amigos de Dios reciban ayuda para este fin.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [27]

¡Oh vosotros que os mantenéis firmes en la Alianza y el Testamento de Dios! Fue recibido y leído el cuaderno de apuntes con vuestros planes para el establecimiento del Mashriqu’l-Adhkár y sus dependencias –un hospital, escuelas, un albergue y hogares para los pobres y los enfermos– así como los nombres de quienes han aportado fondos para este proyecto. Alabado sea Dios por haber ayudado a que almas benditas se dispongan a llevar a cabo una tarea tan trascendental y poner los cimientos de un edificio que perdurará toda la eternidad, cuyos pináculos se alzarán hasta la cima del cielo.

Si bien este Mashriqu’l-Adhkár se está construyendo sobre la tierra, en realidad es una institución del Concurso de lo Alto, y por tanto puede decirse que llega a lo más alto de los cielos. Dad gracias a Dios porque os habéis dispuesto a prestar tan trascendental servicio, dado que en esta época y en este siglo la fundación de estos Mashriqu’l-Adhkár es de máxima importancia. Estos edificios conferirán a los amigos firmeza y constancia. Son lugares de súplica e invocación al Umbral de Su grandeza y constituyen los medios más poderosos para difundir las perfumadas fragancias del Señor. En estos días, colocar un solo ladrillo para el Mashriqu’l-Adhkár o alguna de sus dependencias equivale a construir un noble edificio. Por lo tanto, estoy muy complacido con los amados del Señor por haber prestado un servicio tan importante y vital. Abrigo la esperanza de que esta estructura se construya con la mayor belleza y solidez y que sus dependencias se vayan completando poco a poco.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [28]

[…] considera la manera en que se dispuso a servir a esta gran Causa Ḥájí Mirza Muḥammad-Taqí Afnán, ese espíritu santificado y esa alma confirmada. Dejando atrás una vida de comodidad y placidez en Yazd, se trasladó rápidamente a ‘Ishqábád para trabajar por la Causa de Dios. ¡Cómo se sacrificó personalmente en la construcción del Mashriqu’l-Adhkár! Dedicó su vida por completo a esta tarea, hasta que logró establecer el primer Mashriqu’l-Adhkár en aquel país. Cuán extraordinario fue realmente su servicio, ya que este es el primer Mashriqu’l-Adhkár que se ha erigido en el mundo en nombre de Dios. Por lo tanto, su significación es enorme. Con todo, en el futuro se construirán cientos de miles de Mashriqu’l-Adhkár con gloria, dignidad y máxima majestad. El Mashriqu’l-Adhkár de ‘Ishqábád tiene la posición de la madre, y los otros Mashriqu’l-Adhkár son como hijos espirituales que nacerán de ella.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [29]

¡Oh amados de Dios! Se recibió la noticia de que se ha establecido un Mashriqu’l-Adhkár, de que en ese país la alabanza y glorificación de Dios ha llegado al Reino de la Gloria y han ascendido al Concurso de lo Alto las melodías de adoración y alabanza al Bienamado glorioso. Qué alegría y deleite sin límites causaron estas buenas nuevas, puesto que el Mashriqu’l-Adhkár hace que los amigos despierten, recuerden a Dios y entren en un estado de humilde oración. El Mashriqu’l-Adhkár hace que se iluminen los corazones, las almas se vuelvan espirituales y se aspiren las fragancias del Reino de la Gloria. Con ello, el mundo de la humanidad se transforma en otro mundo, y la sensibilidad de los corazones se eleva a tal grado que envuelve a toda la creación. Es mi esperanza que se establezca un Mashriqu’l-Adhkár en cada distrito y cada rincón del país, aun cuando ello se haga con la mayor discreción y cautela y, por prudencia, se limite a amigos escogidos y de confianza de entre los amados de Dios, hasta el momento en que la difusión de su fama no genere consternación y agitación entre los desatentos.

¡Amados de Dios! Contemplad lo abundantes que serán la lozanía, la ternura, la espiritualidad y la luminosidad que se logren cuando os congreguéis en aquel lugar de reunión del espíritu, os ocupéis al alba2 en la recordación de Dios y, después de recitar oraciones, hagáis juntos mención del Señor Más Munificente con dulces melodías. Estas melodías llegarán hasta el Reino de la Gloria, y estos cánticos alegrarán y regocijarán al Concurso de lo Alto.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [30]

El Mashriqu’l-Adhkár es el imán de las confirmaciones divinas. El Mashriqu’l-Adhkár es el sólido fundamento del Señor, el firme pilar de la Fe de Dios. El establecimiento del Mashriqu’l-Adhkár es un medio para la exaltación de la Palabra de Dios. La alabanza y glorificación que emanan de él animan el corazón de toda alma justa. Las santas fragancias del Mashriqu’l-Adhkár hacen revivir el alma de los rectos, y sus brisas vivificadoras confieren vida a los puros de corazón. Las lámparas del Mashriqu’l-Adhkár, al igual que los resplandecientes rayos de la alborada, iluminan los horizontes. La melodía del Mashriqu’l-Adhkár reconforta las almas del Concurso de lo Alto, y la recitación de los versículos de Su Divina Unidad en su interior trae alegría y regocijo a los habitantes del Reino de la Gloria.

En este día, el establecimiento del Mashriqu’l-Adhkár constituye el asunto más importante y el servicio más valioso que puede ofrecerse ante el Sagrado Umbral de Dios […]. La finalidad es que los amados de Dios, con la mayor prudencia, se ocupen allí en orar y adorar a Dios, recitar los versículos y palabras de Dios, y entonar odas celestiales en glorificación del Todomisericordioso.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [31]

¡Oh Siervo de Bahá! La música se considera una ciencia loable ante el Umbral del Todopoderoso, de modo que puedes entonar versículos con encantadoras melodías en grandes reuniones y congregaciones y ofrecer en el Mashriqu’l-Adhkár himnos de alabanza tales que cautiven al Concurso de lo Alto. En virtud de esto, considera cuán admirado y elogiado es el arte de la música. Si te fuera posible, intenta emplear melodías, cantos y tonadas espirituales, y armonizar la música terrenal con las melodías celestiales. Entonces advertirás la gran influencia que ejerce la música, y la dicha y vida celestial que confiere. Entona melodías y cantos que colmen de gozo y éxtasis a los ruiseñores de los misterios divinos.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [32]

Verdaderamente, con sinceridad de corazón, he rendido gracias a Dios por haber ayudado a los amigos, pese a su pobreza y humildad, a que aporten al Mashriqu’l-Adhkár, cuyos pilares serán pronto erigidos en el mismísimo corazón de Norteamérica.

(Tomado de una Tabla, traducido del árabe) [33]

¡Oh verdadero amigo de ‘Abdu’l-Bahá! Tu deseo más ardiente era que se erigiese y se fundara el Mashriqu’l-Adhkár. Para cada cosa hay un tiempo prescrito y –gracias a Dios– ahora ha llegado el momento de construir el Mashriqu’l-Adhkár. Por tanto, debe ponerse el máximo empeño para que este edificio sea construido sólida y firmemente, con refinamiento y elegancia. Este es un gran servicio ante el Sagrado Umbral, cuyo renombre alegrará los corazones del Concurso de lo Alto en el Reino de la santidad por toda la eternidad.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [34]

En cuanto al Mashriqu’l-Adhkár, es un asunto de máxima importancia. Se trata de lo siguiente: debe señalarse un lugar, aunque sea un sitio pequeño situado debajo de capas de tierra y piedra, y por prudencia debe mantenerse escondido y oculto a fin de no suscitar la hostilidad de los malhechores. Por lo menos una vez a la semana debe convertirse en lugar de reunión de los amigos selectos que han descubierto los secretos y han llegado a ser los confidentes de los misterios divinos. Puede asumir cualquier forma, pues aunque sea un hoyo subterráneo, ese hoyo se convertirá en un paraíso protector, una excelsa morada y un jardín de delicias. Llegará a ser un centro donde se regocijarán los espíritus y los corazones serán atraídos al Reino de Abhá.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [35]

En cuanto al diseño del Mashriqu’l-Adhkár, ha de ser similar al Mashriqu’l-Adhkár de ‘Ishqábád. Es decir, tiene que ser un edificio de nueve lados y debe erigirse de manera que manifieste la máxima espiritualidad, elegancia, excelsitud, refinamiento y gracia, de modo que llegue a ser un lugar lleno de encanto. Hasta donde sea posible, se debe procurar que el emplazamiento sea un espacio agradable, frondoso y bello.

(Tomado de una Tabla, traducido del persa) [36]

De los escritos de Shoghi Effendi

Con el paso del tiempo, se erigirá el noble edificio del Mashriqu’l-Adhkár en las cercanías y alrededores de los lugares santos históricos bahá’ís, lo que realzará el prestigio, la espiritualidad, el esplendor, la distinción y majestad de las instituciones bahá’ís e instaurará sobre la faz de la tierra, de manera totalmente visible y tangible, una bella reproducción y expresión perdurable del espíritu vital e ilimitado de la Causa de Aquel que es el Señor de todos los mundos.

(De una carta fechada agosto de 1927, dirigida a varias Asambleas Espirituales Nacionales; traducido del persa) [37]

Convendría tener presente que el Edificio central del Mashriqu’l-Adhkár, alrededor del cual, con el correr del tiempo, habrán de agruparse las instituciones de servicio social que proporcionarán alivio a los que sufren, sustento a los pobres, refugio al viajero, consuelo a los afligidos y educación a los ignorantes, debe considerarse, al margen de estas dependencias, como una Casa concebida exclusivamente para la adoración de Dios y dedicada por entero a ella, de acuerdo con los escasos aunque claramente prescritos principios que estableció Bahá’u’lláh en el Kitáb-i-Aqdas. Sin embargo, de esta declaración general no debe inferirse que el interior del Edificio central mismo se convertirá en un conglomerado de servicios religiosos oficiados según las pautas tradicionales que imperen en iglesias, mezquitas, sinagogas y otros lugares de culto. Sus diversas vías de acceso, confluyentes todas en la sala central que se halla bajo la cúpula, no darán entrada a sectarios adeptos de fórmulas rígidas y credos de invención humana, tendentes, cada uno a su manera, a observar sus ritos, recitar sus oraciones, realizar sus abluciones y exhibir los símbolos propios de su fe dentro de secciones específicas de la Casa Universal de Adoración de Bahá’u’lláh. Muy lejos está el Mashriqu’l-Adhkár de ofrecer semejante espectáculo de prácticas y ritos sectarios incoherentes y confusos, algo absolutamente incompatible con las disposiciones del Aqdas e irreconciliable con el espíritu que inculca; más bien, la Casa central de Adoración bahá’í, contenida en el Mashriqu'l-Adhkár, reunirá dentro de sus templados muros, en un clima serenamente espiritual, solo a quienes, desechando para siempre el boato de ceremonias recargadas y ostentosas, sean voluntarios adoradores del único Dios verdadero, Quien Se ha manifestado en esta época en la Persona de Bahá’u’lláh. Para ellos el Mashriqu’l-Adhkár ha de simbolizar la verdad fundamental que sirve de base a la Fe bahá’í: que la verdad religiosa no es absoluta sino relativa, y que la Revelación divina no es definitiva sino progresiva. Tendrán la convicción de que el amoroso y siempre vigilante Padre, Quien, en el pasado y en diversas etapas de la evolución de la humanidad, ha enviado a Sus Profetas en calidad de Portadores de Su Mensaje y Manifestaciones de Su Luz para la humanidad, no va a negar a Sus hijos, en este período crucial de su civilización, la Guía que tanto necesitan en medio de las tinieblas que los envuelven y que ni la luz de la ciencia ni la del intelecto o la sabiduría humana pueden lograr disipar. Y, así, habiendo reconocido a Bahá’u’lláh como la fuente de donde emana esta luz celestial, se sentirán irresistiblemente atraídos a buscar el abrigo de Su Casa y a congregarse allí, libres de ceremoniales y rituales, para rendir homenaje al único Dios verdadero, la Esencia y el Astro de la Verdad eterna, y para exaltar y magnificar el nombre de Sus Mensajeros y Profetas, Quienes, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, han reflejado, en diversas circunstancias y en diferentes grados, en favor de un mundo oscuro y díscolo, la luz de la Guía celestial.

Pero por muy inspiradora que sea la concepción de la adoración bahá’í, que se presencia en el Edificio central de este Templo exaltado, no puede considerarse el único factor, ni siquiera el esencial, de la función que, según ha concebido Bahá’u’lláh, está llamado a cumplir el Mashriqu’l-Adhkár en la vida orgánica de la comunidad bahá’í. Si se disocia de las actividades sociales, humanitarias, educativas y científicas que se despliegan en torno a las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár, la adoración bahá’í, por muy exaltada que sea en su concepción, por muy apasionada que sea en su fervor, jamás tendrá la esperanza de lograr ir más allá de los exiguos y a menudo pasajeros resultados producidos por las contemplaciones del asceta o la comunión del adorador pasivo. No puede brindar satisfacción ni beneficios duraderos al propio adorador, ni mucho menos a la humanidad en general, a no ser que sea traducida y transferida a ese servicio dinámico y desinteresado para con la causa de la humanidad que las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár tienen el supremo privilegio de facilitar y promover. Tampoco podrán fructificar y prosperar los empeños de quienes, en el recinto del Mashriqu’l-Adhkár, se ocupen en atender los asuntos de la futura Mancomunidad bahá’í, por muy desinteresados y denodados que sean, a menos que se lleven a cabo en estrecha y diaria comunión con esos agentes espirituales que giran en torno al Santuario central del Mashriqu’l-Adhkár y se proyectan desde él. Nada que no sea la interacción directa y constante entre las fuerzas espirituales que emanan de esa Casa de Adoración, asentada en el corazón del Mashriqu’l-Adhkár, y las energías desplegadas a conciencia por quienes administran sus asuntos en el servicio a la humanidad puede en modo alguno servir para erradicar los males que han afligido a la humanidad tan penosamente durante tanto tiempo. Ya que, sin duda, la salvación de este mundo atribulado habrá de depender, en última instancia, de cuán presente se tenga la eficacia de la Revelación de Bahá’u’lláh, reforzada de un lado por la comunión espiritual con Su Espíritu, y de otro por la aplicación inteligente y la fiel ejecución de los principios y leyes que Él reveló. Y, de todas las instituciones asociadas con Su santo Nombre, ciertamente ninguna salvo la institución del Mashriqu’l-Adhkár puede brindar de manera más adecuada los elementos esenciales de la adoración y el servicio bahá’í, ambos tan vitales para la regeneración del mundo. Ahí yace el secreto de la sublimidad, la potencia y la posición única del Mashriqu’l-Adhkár como una de las sobresalientes instituciones concebidas por Bahá’u’lláh.

De una carta fechada el 25 de octubre de 1929, dirigida a los amados del Señor y las siervas del Misericordioso en los Estados Unidos y Canadá, en Bahá’í Administration: Selected Messages 1922–1932 (Wilmette: Bahá’í Publishing Trust, 1974, impresión de 1998, pp. 184–86) [38]

En el Templo pueden ofrecerse oraciones en cualquier idioma. El ofrecimiento de oraciones tampoco queda limitado a los niños. Se permiten ligeras alteraciones del texto de las oraciones, y yo les recomendaría que dieran forma musical a la propia palabra revelada, lo cual me parecería sobremanera eficaz. Oraré por que el Bienamado le inspire para llevar a cabo este gran servicio a Su Causa.

(De puño y letra de Shoghi Effendi, anexado a una carta de fecha 8 de abril de 1931, escrita en su nombre a un creyente) [39]

Valoro profundamente el continuo y abnegado empeño de los creyentes norteamericanos frente a la grave depresión económica y financiera en que están ahora sumidos su país y el mundo entero. El hecho de que el edificio del Templo se erija en semejantes circunstancias, que se realice esa elaborada y exquisita ornamentación, gracias a los esfuerzos de un simple puñado de seguidores bahá’ís y pese a la aflicción, la incertidumbre y los peligros que los asedian, no es sino otra prueba del poder misterioso e impelente de Bahá’u’lláh, Cuyas bendiciones serán generosamente concedidas a todos los que se dispongan a llevar a cabo Su propósito. La Causa está entrando en un período de logros sin precedentes. La plenitud de su gloria y su poder se pondrá de manifiesto gradualmente si nosotros, por nuestra parte, llevamos a cabo en su totalidad las órdenes e instrucciones que nos dejó nuestro amado Maestro.

(De puño y letra de Shoghi Effendi, anexado a una carta de fecha 20 de diciembre de 1931, escrita en su nombre a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá) [40]

Para las comunidades bahá’ís extendidas por todo Oriente y Occidente, la mayoría de las cuales están siendo proscritas y maltratadas de manera creciente, y ninguna de las cuales puede afirmar haber obtenido parte de la doble bendición que confieren una Casa de Adoración especialmente diseñada y construida y un Orden Administrativo que funcione eficientemente, el hecho de que se concentre en una sola localidad aquello que llegará a considerarse el manantial de la vida espiritual de la comunidad, y ya se reconoce como el móvil esencial de sus actividades administrativas, señala en estos tiempos decadentes el inicio de una nueva fase en el surgimiento, lento e imperceptible, del modelo de comunidad bahá’í, una comunidad divinamente instituida, orgánicamente unida, con claridad de visión, llena de vida, y cuyo verdadero propósito está regulado por los dos principios rectores de la adoración a Dios y el servicio al prójimo.

(De puño y letra de Shoghi Effendi, anexado a una carta de fecha 4 de julio de 1939, escrita en su nombre a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá) [41]

Los representantes de las comunidades bahá’ís locales y nacionales, junto con los miembros de sus comités respectivos, al reunirse a diario dentro de sus muros a la hora del amanecer, obtendrán del Mashriqu’l-Adhkár –establecido por Bahá’u’lláh en el Kitáb-i-Aqdas como casa de adoración– la inspiración necesaria que les permitirá desempeñar sus deberes y responsabilidades como corresponde a los fideicomisarios elegidos de Su Fe, en el curso de sus labores diarias en el Haẓíratu’l-Quds, escenario de sus actividades administrativas.

(Dios pasa [Barcelona: Arca Editorial, 2001], p. 471, traducción revisada) [42]

El surgimiento de este símbolo precursor del Orden Mundial de Bahá’u’lláh, aún en la etapa embrionaria de su desarrollo, en medio de la confusión, las angustias, las rivalidades y las crisis recurrentes que señalan el declive de una civilización moribunda, conferirá sin duda un fuerte impulso a la marcha ascendente de la Fe en todos los continentes y, por encima de cualquier otra acción, dirigirá a sus instituciones incipientes la atención de las masas espiritualmente empobrecidas, económicamente afligidas, socialmente trastornadas y moralmente perplejas de un continente dolorosamente puesto a prueba.

(De puño y letra de Shoghi Effendi, anexado a una carta del 25 de junio de 1954 escrita en su nombre a la Asamblea Espiritual Nacional de Alemania y Austria, en The Light of Divine Guidance: The Messages from the Guardian of the Bahá’í Faith to the Bahá’ís of Germany and Austria, vol. 1 [Hofheim-Langenhain: Bahá’í-Verlag, 1982, p. 219]) [43]

De cartas escritas en nombre de Shoghi Effendi

Entre las señales de fervor, gracia y edificación, de alegría y espiritualidad está el hecho de reunirse en el Mashriqu’l-Adhkár a la hora del alba y ofrecer súplicas y oraciones en ese majestuoso y resplandeciente Templo. Este asunto es importante, y producirá grandes resultados. El mero hecho de que los amigos se reúnan al alba en el Mashriqu’l-Adhkár demostrará la fuerza de la Causa, expondrá la potencia e influencia de la Palabra de Dios, hará visible el apego de los corazones a los mandamientos divinos y pondrá claramente de manifiesto la orientación de las almas hacia las riberas de Su unicidad. En ningún caso se permiten la negligencia y la indiferencia respecto a este acto de veneración.

(De una carta fechada el 13 de diciembre de 1928, dirigida a los bahá’ís de Ishqábád; traducido del persa) [44]

En cuanto a la índole de las reuniones en el salón del Templo, él estima que deben ser de carácter netamente devocional y deben excluirse rigurosamente los discursos y las conferencias bahá’ís. Estima que por ahora no habría objeción en celebrar reuniones bahá’ís, incluso charlas y sesiones de trabajo de la Convención, celebrada en la Sala de la Fundación. Shoghi Effendi instaría a que se aliente el canto coral interpretado en el auditorio por hombres, mujeres y niños, y se evite escrupulosamente la rigidez en las devociones bahá’ís. Cuanto más amplio y carente de formalismos sea el carácter de las devociones bahá’ís en el Templo, tanto mejor será. Deben evitarse estrictamente imágenes y cuadros, con excepción del Más Grande Nombre. Deben leerse o entonarse oraciones reveladas por Bahá’u’lláh y el Maestro, así como escritos sagrados de los Profetas, además de cánticos basados en escritos sagrados bahá’ís y no bahá’ís.

(De una carta fechada el 11 de abril de 1931, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de los Estados Unidos y Canadá) [45]

Él sinceramente espera que la vista del Templo, junto con los principios que encarna, conmueva el corazón de las personas de esa localidad y ayude a atraerlas a la Fe. No basta con construir un edificio hermoso; tenemos que llenarlo con almas sinceras y devotas que busquen refugio en su atmósfera espiritual.

(De una carta fechada el 6 de mayo de 1931, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de los Estados Unidos y Canadá) [46]

Han preguntado sobre algunos planes que permitiesen recolectar fondos para el Templo. Shoghi Effendi cree que el método mejor y más noble es contar con donativos voluntarios hechos espontáneamente y con espíritu de sacrificio en aras de la promoción de la Causa. Este Templo se ha de construir con sacrificio. Este es el método verdaderamente digno. Por lo tanto, este principio excluye cualquier método que contemple la ayuda de no bahá’ís. Un Templo bahá’í debe ser construido solo por los bahá’ís; no se trata de una actividad humanitaria corriente en que pueda solicitarse ayuda a cualquier persona.

(De una carta fechada el 14 de abril de 1932, dirigida a los bahá’ís de Kenosha, Wisconsin) [47]

Sus donativos para el Templo, al igual que la manera notable en que están apoyando los esfuerzos de los creyentes por ampliar el radio de acción de su labor informativa, son aportes reales y perdurables que han hecho a la Fe. Y si bien actualmente no pueden contribuir económicamente tanto como lo hicieron en años anteriores, no deben desanimarse, ni mucho menos sentirse decepcionados. Pues la mejor forma en que pueden apoyar efectivamente la causa del Templo no es a través de medios materiales, sino con el apoyo moral que es su obligación primordial brindar a quienes están a cargo de la construcción de ese Edificio sagrado y sin igual. Lo que a la larga ha de asegurar la terminación de nuestro querido Templo es la devoción, la sinceridad y el entusiasmo genuino. Las consideraciones de orden material, aunque esenciales, en ningún caso son las de mayor importancia. Si hubiese sido de otra manera, el Templo nunca habría alcanzado la etapa de avance que ya ha logrado tan satisfactoriamente. Pues los recursos de la comunidad son limitados, y en los dos últimos años se han visto gravemente afectados por una crisis económica mundial sin precedentes. Mas, pese a todos estos obstáculos materiales, el Templo ha logrado un progreso continuo, y esto por sí solo basta para convencer a todo observador imparcial de la fuerza divina que anima a la Fe, fuerza ante la cual toda dificultad material habrá de ceder inevitablemente.

(De una carta fechada el 30 de diciembre de 1933, dirigida a algunos creyentes) [48]

Con respecto al canto de Tablas en el Templo, Shoghi Effendi desea instar a los amigos a que eviten todo tipo de rigidez y uniformidad en lo que atañe a la adoración. No hay objeción a que se reciten o entonen oraciones en idioma oriental, pero tampoco hay obligación alguna de adoptar esa forma de oración en cualquier programa devocional que se celebre en el auditorio del Templo. No debe requerirse ni prohibirse. Es importante tener siempre presente que, con la excepción de ciertas oraciones obligatorias concretas, Bahá’u’lláh no nos ha dado ninguna regla en materia de culto, ya sea en el Templo o en cualquier otro lugar. La oración es en esencia una comunión entre la persona y Dios y, como tal, trasciende cualquier convención y fórmula ritual.

(De una carta fechada el 15 de junio de 1935, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de los Estados Unidos y Canadá) [49]

Se sintió especialmente satisfecho por los esfuerzos realizados para adquirir un terreno para el Ḥaẓíratu’l-Quds, así como por los aportes recolectados para este cometido tan anhelado y meritorio […]. Él espera fervorosamente que, en el transcurso de este año, los amigos reciban confirmaciones en su acción unida de sentar las bases de dicho edificio y adquirir un terreno adecuado en la capital de ese país. Manifestó, además, que la culminación de esta iniciativa requiere incesante cooperación y apoyo mutuo, y está condicionada al sacrificio. Este importantísimo proyecto será un preludio del establecimiento del Mash̲riqu’l-Aͯdh̲kár en esa región, con el que se acrecentará el número de las agencias de la Causa, se fortalecerán sus divinas instituciones, aumentará la influencia y energía de la comunidad, y se conferirá honor y gloria sobre todas ellas.

(De una carta fechada el 14 de mayo de 1936, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Egipto; traducido del árabe) [50]

Esta enseñanza bahá’í acerca de la camaradería y la bondad humanas implica que debemos estar siempre dispuestos a prestar toda la ayuda y apoyo que podamos a quienes están afligidos y sufriendo. La beneficencia bahá’í forma parte de la esencia misma de las Enseñanzas, y por tanto debe cultivarse en toda comunidad bahá’í. Las instituciones de beneficencia, como orfanatos, escuelas y hospitales gratuitos para los pobres, constituyen una parte indispensable del Mash̲riqu’l-Aͯdh̲kár. Es responsabilidad de toda comunidad local bahá’í asegurar el bienestar de sus miembros indigentes y necesitados, por todos los medios posibles.

(De una carta fechada el 29 de junio de 1936, dirigida a un creyente) [51]

En relación con la copia de una Tabla de ‘Abdu’l-Bahá que usted ha anexado a su carta del 20 de octubre, y en la que el Maestro define el orden en que han de construirse los edificios complementarios al Templo, Shoghi Effendi estima que esta Tabla no debe interpretarse con demasiada rigidez en lo que respecta al orden exacto en que habrán de construirse estos edificios anexos. Tampoco debería verse como una relación exhaustiva de las edificaciones que en el futuro se erigirán alrededor del edificio central del Mashriqu’l-Adhkár. La Casa Internacional de Justicia deberá fijar el número y el orden de estos futuros edificios anexos al Templo, y definir la forma en que se relacionarán entre sí y con el Templo mismo. Si estuviera disponible, el Guardián le agradecería que le enviara el texto original de dicha Tabla.

En cuanto a la relación de un edificio administrativo con el Templo, esto también habrá de definirse en el futuro; pero, al margen de la forma concreta que adopte y de los pormenores de esa relación, debe basarse en el principio general de que estos dos grupos de instituciones bahá’ís encarnan dos aspectos vitales y diferenciados, aunque inseparables, de la vida bahá’í: la adoración y el servicio. El edificio central del Mashriqu’l-Adhkár, destinado exclusivamente a la adoración, representa el elemento espiritual y por lo tanto cumple una función básica en toda comunidad bahá’í, en tanto que todos los demás edificios anexos del Templo, ya sean de carácter puramente administrativo, cultural o humanitario, son secundarios y siguen a la Casa de Adoración en orden de importancia.

(De una carta fechada el 28 de enero de 1939, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá) [52]

En lo referente a todo el tema del Templo y los programas devocionales que allí se lleven a cabo:

Ahora que se ha construido este primer y magno Templo de Occidente, y que dentro de pocos años los bahá’ís lo usarán para la adoración y para programas habituales, el Guardián desea poner de relieve su inquietud por que no se introduzca ningún formulismo, ni rituales, ni prácticas fijas que sobrepasen el mínimo esencial descrito en las enseñanzas. Por su naturaleza, estas reuniones son para orar, meditar y leer pasajes de las sagradas escrituras de nuestra Fe y de otras religiones; puede haber uno o más lectores escogidos, que pueden ser bahá’ís o no. Las reuniones han de ser sencillas y dignas, y estar concebidas para elevar el alma y educarla escuchando la palabra creativa. No se darán charlas ni se introducirán temas ajenos.

Bahá’u’lláh prohíbe el uso de púlpitos; no hay objeción a que la persona que lea suba a una tarima para que la oigan mejor, pero esta no debe incorporarse como un elemento arquitectónico del edificio.

[…]

La persona que lea debe ponerse donde mejor pueda ser vista y oída por todos. Queda a discreción de su Asamblea decidir sobre todos los pormenores al respecto, después de consultar con expertos. Como ya les informó, sugiere usar asientos fijos en vez de movibles.

Solo puede usarse música vocal, y la ubicación de los intérpretes o el intérprete debe decidirla también su Asamblea; pero, una vez más, no debe haber un punto fijo, ni detalles arquitectónicos que apunten a un lugar especial. La acústica deberá ser sin duda la principal consideración para ubicar a los cantores.

[…]

No necesita decirles lo importantes que son las decisiones que van a tener que tomar con respecto a la terminación del Templo. […] Les insta a que, en todo momento, obtengan el mejor asesoramiento técnico posible, y a que tengan presente que lo más importante es

que las reuniones del Templo se lleven a cabo en un ambiente bello y apacible, con comodidad, dignidad y sencillez, y que los asistentes puedan oír perfectamente y que las tonalidades sean gratas al oído.

(De una carta fechada el 20 de julio de 1946, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos y Canadá) [53]

Tal como estipuló ‘Abdu’l-Bahá, lo esencial del diseño es que el edificio tenga nueve lados y sea de forma circular. Aparte de esto, no hay ninguna restricción para que el arquitecto escoja su estilo de diseño.

(De una carta fechada el 25 de junio de 1954, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Alemania y Austria, en The Light of Divine Guidance: The Messages from the Guardian of the Bahá’í Faith to the Bahá’ís of Germany and Austria, vol. 1, p. 216) [54]

De paso, hay una cuestión que debe mencionarse, y es que el Templo de Wilmette no constituye un modelo para los demás Templos, ni representa un nuevo tipo de arquitectura bahá’í. Por lo tanto, no es necesario que sus arquitectos procuren seguir ese modelo. Lo que debería hacerse es seguir las instrucciones del Maestro concernientes al Templo, y luego crear algo que sea deseable y adecuado para su zona.

(De una carta fechada el 10 de febrero de 1955, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Alemania y Austria, en The Light of Divine Guidance: The Messages from the Guardian of the Bahá’í Faith to the Bahá’ís of Germany and Austria, vol. 1, p. 227) [55]

En la construcción del Templo, hay que tener cuidado de no dejarse llevar por los ideales y emociones derivados de la situación, sino mantener los pies en el suelo, y darse cuenta de que son construcciones de acero y piedra. Lo que se requiere es aquello que produzca una Casa de Adoración grata y atractiva, no una réplica del Santuario del Báb o del Templo de Wilmette. No buscamos ejemplos arquitectónicos excepcionales, sino más bien los efectos que se desencadenarán una vez que se construya la primera edificación espiritual de Europa.

(De una carta fechada el 9 de noviembre de 1956, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Alemania y Austria) [56]

La influencia que ejercerá este Templo Madre de toda el área del Pacífico cuando esté construido es incalculable y misteriosa. ‘Abdu’l-Bahá hizo saber a los amigos de Norteamérica que su Templo sería el mayor maestro silencioso, y no cabe duda que este edificio por sí solo ha ejercido una profunda influencia en la propagación de la Fe, no solo en los Estados Unidos y el hemisferio occidental, sino en todo el mundo. Por lo tanto, podemos prever que la construcción de otro «Templo Madre» en el centro de Australasia y uno en el centro de África, así como otro más en el corazón de Europa, tendrá una tremenda influencia tanto a nivel local como internacional.

(De una carta fechada el 19 de julio de 1957, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Australia, en Messages to the Antipodes: Communications from Shoghi Effendi to the Bahá’í Communities of Australasia [Mona Vale: Bahá’í Publications Australia, 1997] p. 439) [57]

De cartas escritas por la Casa Universal de Justicia

Hemos prestado cuidadosa atención a las preguntas planteadas en su carta del 23 de enero de 1964 acerca del uso del Mashriqu’l-Adhkár.

Su Asamblea tiene libertad para elegir pasajes seleccionados de escrituras reconocidas de religiones más antiguas.

En relación a su consulta sobre el empleo de varias personas que lean a la vez, ello es permisible con tal de que no parezca o llegue a ser teatral a juicio de su Asamblea. Con respecto a la ubicación de la persona que lea, el Guardián ya ha indicado que «la persona que lea debe ponerse donde mejor pueda ser vista y oída por todos».

En la Casa de Adoración la música debe ser solamente vocal, ya sea interpretada por una o más personas. No importa que cante un invitado, un coro vocal o un solista, siempre que no se aproveche la ocasión para hacer publicidad de los programas devocionales y se tomen las precauciones que ustedes mencionan. Sin duda, las excelentes grabaciones disponibles hoy en día garantizarían el mejor resultado posible a bajo precio, pero todas las referencias a música vocal en el Edificio central implican la presencia física de los cantores.

En una carta escrita en 1931 a través de su secretaria a un creyente de Chicago (Bahá’í News No. 55, página 4), Shoghi Effendi manifestó el deseo siguiente: «Ahora que el Templo está terminado se llenará completamente de almas buscadoras puras. Ha de ser diferente de las demás Casas de Adoración, cuyo atractivo, aunque se llenen, es la música que se escucha en ellas. Aquí el espíritu debe ser tan formidable que el corazón de todo el que entre en ella se despierte a la Gloria de Bahá’u’lláh».

En conclusión, el verdadero carácter del Mashriqu’l-Adhkár queda revelado claramente al revisar los párrafos finales del esclarecedor mensaje del Guardián, de fecha 25 de octubre de 1929, dirigido a la comunidad bahá’í norteamericana. En ellos censura los paramentos de ceremoniales elaborados y ostentosos, y advierte contra cualquier cosa que permita deducir «que el interior del

Edificio central mismo se convertirá en un conglomerado de servicios religiosos» que ofrezcan «un espectáculo de prácticas y ritos sectarios incoherentes y confusos». En sus palabras finales, Shoghi Effendi establece el vínculo entre la adoración bahá’í y el servicio que emana de la institución del Mashriqu’l-Adhkár como elemento vital para la regeneración del mundo y como el secreto de la posición singular que ocupa esta institución eminente, poderosa y destacada.

(De una carta fechada el 13 de Mirza de 1964, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos) [58]

Con respecto a la celebración de ceremonias de matrimonio, no vemos objeción a que se efectúen en las graderías de acceso al salón central, pero sugerimos que un lugar más apropiado aun sería el pabellón ubicado en los terrenos del Templo. Asimismo, sería apropiado que antes o después de la ceremonia se recitaran o se entonaran oraciones y meditaciones en el propio Templo.

(De una carta fechada el 29 de julio de 1973, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Panamá) [59]

Desde el comienzo de Su extraordinaria misión, Bahá’u’lláh urgió a las naciones a que prestaran atención a la necesidad de ordenar los asuntos humanos de tal manera que den lugar a un mundo unido en todos los aspectos esenciales de su vida. En un sinnúmero de versículos y tablas Él declaró repetidamente y de diversas maneras que el «progreso del mundo» y el «desarrollo de las naciones» se cuentan entre las ordenanzas de Dios para este día. La unicidad de la humanidad, que es a la vez el principio operativo y la meta final de Su Revelación, implica lograr una coherencia dinámica entre los requisitos espirituales y prácticos de la vida terrenal. La indispensabilidad de esta coherencia se ilustra inequívocamente en Su disposición del Mash̲riqu’l-Aͯdh̲kár, centro espiritual de toda comunidad bahá’í, alrededor del cual deben florecer dependencias dedicadas al avance social, humanitario, educativo y científico de la humanidad.

(De una carta fechada 20 de octubre de 1983, dirigida a los bahá’is del mundo) [60]

Tal y como dijimos en un mensaje anterior, el florecimiento de la comunidad, sobre todo a escala local, requiere un realce significativo de las pautas de conducta: esas pautas mediante las cuales la expresión colectiva de las virtudes de la persona y el funcionamiento de la Asamblea Espiritual se manifiestan en la unidad y camaradería de la comunidad y en el dinamismo de su actividad y crecimiento. Ello requiere la integración de los elementos que la componen –adultos, jóvenes y niños– en actividades espirituales, sociales, educativas y administrativas, y su compromiso con los planes de enseñanza y desarrollo locales. Supone una voluntad y propósito colectivos de perpetuar la Asamblea Espiritual mediante elecciones anuales. Conlleva la práctica de la adoración colectiva de Dios. Por consiguiente, es esencial para la vida espiritual de la comunidad que los amigos celebren regularmente reuniones devocionales en sus centros locales bahá’ís, donde los haya, o en otros sitios, los hogares de los creyentes incluidos.

(Mensaje de Riḍván de 1996 dirigido a los bahá’ís del mundo) [61]

Vemos en todas partes una sed creciente de vida espiritual y de claridad moral. Se reconoce la ineficacia de planes y programas para el mejoramiento humano que no estén arraigados en vidas conscientes del espíritu y de la virtud ética. ¿Quiénes pueden estar mejor preparados para colmar este anhelo que aquellos que ya han recibido la inspiración de las Enseñanzas de Bahá’u’lláh y cuentan con el auxilio de Su Poder?

[…]

El crecimiento espiritual que generan los actos personales de devoción se refuerza mediante el trato afectuoso entre los amigos de cada localidad, mediante la adoración comunitaria y el servicio a la Fe y a nuestros congéneres. Estos aspectos comunales de la vida piadosa guardan relación con la ley del Mashriqu’l-Adhkár que aparece en el Kitáb-i-Aqdas. A pesar de que no ha llegado la hora de construir Mashriqu’l-Adhkár locales, la celebración de reuniones regulares de adoración abiertas a todos y la participación de las comunidades bahá’ís en proyectos de servicio humanitario son expresiones de este elemento de la vida bahá’í y constituyen un paso más en la puesta en práctica de la Ley de Dios.

Bahá’u’lláh ha escrito: «Hemos engalanado el cielo de la expresión con los astros de la sabiduría divina y de las sagradas disposiciones, como merced de Nuestra parte. Verdaderamente, Nos somos Quien siempre perdona, el Más Generoso. ¡Oh amigos de Dios por todas las regiones! Sabed el valor de estos días y aferraos a todo aquello que ha sido enviado desde Dios, el Más Grande, el Más Exaltado. Verdaderamente, Él os recuerda en la Más Grande Prisión y os instruye sobre lo que hará que os acerquéis a un rango que deleita los ojos de los puros de corazón. La gloria sea con vosotros y con los que han alcanzado esa fuente viva que mana de Mi Pluma portentosa».

Rogamos ante el Sagrado Umbral a fin de que, prestando mayor atención a la esencia espiritual de las Enseñanzas que estas leyes expresan, se potencie la devoción de los amigos a la Fuente de todas las mercedes, y con ello se atraiga a la Causa a las almas receptivas de entre Sus hijos espiritualmente hambrientos.

(De una carta de fecha 28 de diciembre de 1999, dirigida a los bahá’ís del mundo) [62]

Un rasgo de la Quinta Época consistirá en el enriquecimiento de la vida devocional de la comunidad mediante la construcción de Casas de Adoración nacionales, según lo permitan las circunstancias de las comunidades nacionales. El cronograma de dichos proyectos lo determinará la Casa Universal de Justicia en relación con el avance del proceso de entrada en tropas en los países. Este avance irá desplegándose a lo largo de las etapas sucesivas del Plan Divino de ‘Abdu’l-Bahá. A la conclusión del Templo Madre del Occidente, el Guardián inició un programa de construcción de templos continentales. Los primeros entre ellos fueron los Mashriqu’l-Adhkár de Kampala, Sidney y Frankfurt, que se erigieron en respuesta a las metas del Plan de Diez Años. Ateniéndose a esta pauta, la Casa Universal de Justicia prosiguió la edificación de templos en la ciudad de Panamá, Apia y Nueva Delhi. Pero esta etapa continental aún no ha concluido: queda por construir un edificio más. Con profundo agradecimiento y júbilo anunciamos en este auspicioso momento la decisión de acometer este último proyecto. Durante el Plan de Cinco años dará comienzo la erección del Templo Madre de Suramérica, en Santiago de Chile, y se colmará de este modo un deseo claramente expresado por Shoghi Effendi.

(Mensaje de Riḍván de 2001, dirigido a los bahá’ís del mundo) [63]

A media tarde del undécimo día de la festividad de Riḍván, cien años atrás, ‘Abdu’l-Bahá, de pie y en presencia de varios centenares de personas, levantó una pica y con ella abrió la tierra que cubría el sitio del Templo situado en Grosse Pointe, al norte de Chicago. Los invitados a colocar esa primera piedra con Él ese día de primavera procedían de diversos orígenes: noruegos, indios, franceses, japoneses, persas e indígenas norteamericanos, por citar solo algunos. Era como si la Casa de Adoración, aún sin erigir, estuviese cumpliendo el anhelo del Maestro, expresado en la víspera de la ceremonia, de que en todo edificio de este tipo «la humanidad halle un lugar de encuentro» y que «de sus recintos abiertos de santidad salga la proclamación de la unicidad de la humanidad».

Los presentes en aquella ocasión, al igual que todos los que Le escucharon en el transcurso de Sus viajes a Egipto y a Occidente, debieron de comprender solo vagamente el gran alcance de Sus palabras para la sociedad, para sus valores y sus preocupaciones. Aún hoy, ¿hay quien pueda afirmar que ha percibido más que un indicio, lejano y vago, de la futura sociedad que la Revelación de Bahá’u’lláh está destinada a originar? Pues que nadie suponga que la civilización hacia la cual las enseñanzas divinas conducen a la humanidad surgirá de unos meros ajustes en el orden actual. En absoluto. En una conferencia que dictó ‘Abdu’l-Bahá días después de haber puesto la primera piedra del Templo Madre del Occidente, afirmó que «entre los resultados de la manifestación de las fuerzas espirituales está el que el mundo humano se adaptará a una nueva forma social» y que «se pondrá de manifiesto la justicia de Dios en todos los asuntos humanos». Estas y otras innumerables declaraciones del Maestro hacia las cuales se está volviendo la comunidad bahá’í, una y otra vez, durante este centenario crean conciencia de la distancia que separa a la sociedad, tal como está organizada actualmente, de la extraordinaria visión que ofrendó Su Padre al mundo.

[…]

En nuestro mensaje de Riḍván de 2001, indicamos que en países en los que hubiera avanzado lo suficiente el proceso de entrada en tropas y en cuyas comunidades nacionales se dieran las condiciones favorables, autorizaríamos el establecimiento de Casas de Adoración de ámbito nacional, cuyo surgimiento se convertiría en un rasgo de la Quinta Época de la Edad Formativa de la Fe. Con alegría desbordante, anunciamos ahora que se construirán Mashriqu’l-Adhkár nacionales en dos países: la República Democrática del Congo y Papúa Nueva Guinea. Ambos han demostrado haber cumplido los criterios que habíamos establecido, y la respuesta de sus pueblos a las posibilidades creadas por la serie actual de Planes no ha sido menos que extraordinaria. Con el último de los templos continentales en vías de construcción en Santiago, el inicio de proyectos para la construcción de Casas de Adoración nacionales constituye otro grato testimonio de la penetración de la Fe de Dios en el seno de la sociedad.

Cabe dar un paso más. El Mashriqu’l-Adhkár, descrito por ‘Abdu’l-Bahá como «una de las instituciones más vitales del mundo» vincula dos aspectos esenciales e inseparables de la vida bahá’í: la adoración y el servicio. La unión de estos estos dos elementos también se refleja en la coherencia que existe entre los elementos de construcción comunitaria del Plan, y especialmente en el florecimiento de un espíritu devocional que halla su expresión en las reuniones de oración en comunidad y en un proceso educativo que desarrolla la capacidad para el servicio a la humanidad. La correlación entre adoración y servicio es especialmente notoria en agrupaciones del mundo donde el tamaño y la vitalidad de las comunidades bahá’ís ha aumentado considerablemente y cuyo compromiso con la acción social es evidente. Algunas han sido designadas sitios para la difusión del aprendizaje con el fin de nutrir la habilidad de los amigos para promover el programa de prejóvenes en las regiones vinculadas a los sitios. La capacidad de asegurar la continuidad de este programa, como indicamos hace poco, también estimula el desarrollo de los círculos de estudio y de las clases para niños. Así, además de su propósito principal, el sitio de aprendizaje fortalece el esquema de expansión y consolidación en su totalidad. Es en el seno de estas agrupaciones donde en años venideros puede contemplarse la construcción de un Mashriqu’l-Adhkár local. Con corazones rebosantes de agradecimiento a la Bendita Belleza, nos alegra informarles que estamos iniciando consultas con las Asambleas Espirituales Nacionales respectivas sobre la construcción de las primeras Casas locales de Adoración en las siguientes agrupaciones: Battambang (Camboya), Bihar Sharif (India), Matunda Soy (Kenia), Norte del Cauca (Colombia) y Tanna (Vanuatu).

Con el fin de apoyar la construcción de los dos Mashriqu’l-Adhkár nacionales y los cinco locales, hemos decidido crear un Fondo para los Templos en el Centro Mundial Bahá’í en beneficio de todos estos proyectos. Se invita a los amigos por doquier a aportar con sacrificio al mismo, en la medida de sus posibilidades.

Muy queridos colaboradores: La tierra que fue abierta por la mano de ‘Abdu’l-Bahá hace cien años va a ser abierta de nuevo en otros siete países, lo cual no será sino un preludio del día en que, en obediencia al mandato de Bahá’u’lláh, en todas las ciudades y todas las aldeas se haya alzado un edificio destinado a la adoración del Señor. Desde estos Puntos de Amanecer de la Recordación de Dios brillarán los rayos de Su luz y resonarán los himnos de Su alabanza.

(Mensaje de Riḍván 2012 dirigido a los bahá’ís del mundo) [64]

En un número cada vez mayor de agrupaciones, el alcance y la complejidad del programa de crecimiento están aumentando en función de la progresiva capacidad de los tres protagonistas del Plan –el individuo, la comunidad y las instituciones de la Fe– para crear un entorno de apoyo mutuo. Y estamos muy complacidos de que, tal como estaba previsto, haya un número creciente de agrupaciones en las que al menos un centenar de personas están facilitando ahora la participación de otras mil o más personas en el trenzado de un patrón de vida espiritual, dinámico y transformador. Por supuesto, subyace al proceso desde sus comienzos un movimiento colectivo hacia la visión de la prosperidad material y espiritual descrita por Aquel que es el Vivificador del Mundo. Pero cuando participa un número de personas tan elevado, comienza a ser perceptible el movimiento de toda una población.

Este movimiento es evidente sobre todo en aquellas agrupaciones donde ha de establecerse un Mashriqu’l-Adhkár local. Uno de ellos, a modo de ejemplo, es el de Vanuatu. […] Y es en el contexto de una expansión y consolidación constantes –recientemente ha concluido el trigésimo ciclo del programa intensivo de crecimiento– donde los amigos están analizando activamente, junto con el resto de los habitantes de la isla, lo que significa que se erija en su entorno un Mashriqu’l-Adhkár, un «centro colectivo para las almas de los hombres». Con el apoyo activo de los dirigentes tradicionales, los isleños de Tanna han ofrecido no menos de un centenar de ideas para el diseño del Templo, lo que demuestra el grado en que la Casa de Adoración ha cautivado la imaginación y abierto perspectivas fascinantes de la influencia que ejercerá sobre las vidas de los que habiten bajo su sombra.

(Mensaje de Riḍván 2014 dirigido a los bahá’ís del mundo) [65]

Han transcurrido más de dos años desde que anunciamos, en Riḍván de 2012, los proyectos de construcción de dos Casas de Adoración nacionales y cinco locales, que habrían de acometerse a la par de la construcción, en Santiago de Chile, del último de los Mashriqu’l-Adhkár continentales. Estos proyectos, ligados inseparablemente al desarrollo de vida comunitaria que está cultivándose por doquier mediante actos de devoción y de servicio, son otro paso en la sublime tarea, confiada por Bahá’u’lláh a la humanidad, de erigir Casas de Adoración «en el nombre de Quien es el Señor de todas las religiones», centros en los que las almas puedan reunirse «en armoniosa concordancia» para escuchar los versículos divinos y ofrecer súplicas, y desde los cuales «se eleven las voces de alabanza al Reino» y se difunda «la fragancia de Dios».

Nos sentimos profundamente conmovidos ante la respuesta generada por todas partes del mundo a nuestro llamamiento. Particularmente en los países y localidades que han sido designados recientemente para la construcción de una Casa de Adoración, hemos presenciado en los amigos sus muestras espontáneas de alegría; su compromiso inmediato y sincero para asumir su responsabilidad en llevar a cabo las tareas más urgentes y darle mayor dinamismo a las actividades que son cruciales para el surgimiento de un Mashriqu’l-Adhkár en el seno de una población; sus sacrificadas contribuciones de dinero, energía y recursos materiales de maneras diversas; y sus sostenidos esfuerzos por infundir en contingentes cada vez más grandes la visión de esos edificios, dedicados enteramente a la recordación de Dios, que se alzarán en su entorno. De hecho, la rápida respuesta de la comunidad del Más Grande Nombre es un buen augurio de su capacidad para llevar adelante estas empresas colectivas.

[…]

En cuatro países, los proyectos han alcanzado la etapa de diseño del edificio del Templo. Esta comienza con la selección de posibles arquitectos y la formulación de un proyecto arquitectónico en el que se definen los requisitos de la estructura, y finalmente se plasma en un contrato para el diseño definitivo. Los arquitectos tienen ante sí el desafío singular de diseñar Templos «tan perfectos como sea posible en el mundo del ser» que armonicen de manera natural con la cultura local y la vida diaria de los que se reunirán en su interior para orar y meditar. La tarea exige creatividad y habilidad para aunar la belleza, la gracia y la dignidad con la modestia, la funcionalidad y la economía. Un buen número de arquitectos de todas partes han ofrecido gustosamente sus servicios, y aunque esas contribuciones se agradecen por supuesto, las Asambleas Nacionales están dando la debida consideración a la ventaja de incorporar arquitectos que estén bien familiarizados con la zona en la que ha de construirse el edificio.

[…]

Los amigos de todo el mundo se deleitan en estos avances alentadores, a la par que siguen centrando sus energías en los procesos que cobran fuerza en una agrupación tras otra. Al hacerlo, no han dejado de apreciar la interacción dinámica entre la adoración y los esfuerzos por mejorar las condiciones espirituales, sociales y materiales de la sociedad. Que todos los que laboran con este propósito en pueblos y ciudades, barrios y aldeas, obtengan una apreciación de los esfuerzos realizados para erigir las dos primeras Casas de Adoración en el umbral del siglo XX, en oriente y luego en occidente.

En la ciudad de ‘Ishqábád, un grupo de abnegados creyentes que se habían establecido allí, provenientes de Persia, y que, durante un tiempo, hallaron paz y tranquilidad en Turquestán, dirigieron sus energías a la creación de un modelo de vida que reflejara los elevados principios espirituales y sociales consagrados en la Revelación de Bahá’u’lláh. En el transcurrir de unas cuantas décadas, a este grupo, que inicialmente constaba de un puñado de familias, se unieron otras personas, y creció hasta contar con unos miles de creyentes. Esta comunidad, fortalecida por lazos de camaradería y animada por una unidad de propósito y un espíritu de fidelidad, llegó a alcanzar un alto grado de cohesión y desarrollo, por el que adquirió renombre en todo el mundo bahá’í. Estos amigos, guiados por su comprensión de las Enseñanzas divinas, y dentro de los límites de la libertad religiosa que se les otorgaba, bregaron por crear las condiciones que propiciarían la fundación de un Mashriqu'l-Adhkár, esa «institución culminante de toda comunidad bahá’í». En una extensión de terreno propicia, situada en el centro de la ciudad y que había sido adquirida años antes con el consentimiento de la Bendita Belleza misma, se construyeron instalaciones para el bienestar comunitario: un salón de reuniones, escuelas para niños, un albergue para visitantes y una pequeña clínica, entre otros. Un indicio de los logros notables de los bahá’ís de ‘Ishqábád, que llegaron a distinguirse por su prosperidad, magnanimidad y logros intelectuales y culturales en esos fecundos años, fue la atención que prestaron a asegurar que todos los niños y jóvenes bahá’ís aprendieran a leer y escribir en una sociedad en la cual cundía el analfabetismo, especialmente entre las niñas. En ese ambiente de esfuerzos unificados y progreso, surgió, alentada en cada fase de su desarrollo por ‘Abdu’l-Bahá, una espléndida Casa de Adoración, el edificio más sobresaliente de la zona. Por más de veinte años, los amigos experimentaron el regocijo celestial de haber alcanzado su preciado objetivo: el establecimiento de un punto focal de adoración, un centro neurálgico de la vida comunitaria, un lugar en el que se congregaban las almas al despuntar el día para la invocación humilde y la fraternidad, antes de afluir de sus puertas para ocuparse en sus quehaceres cotidianos. Si bien las fuerzas de la irreligión azotaron posteriormente la región y frustraron esperanzas, la breve aparición en ‘Ishqábád de un Mashriqu'l-Adhkár constituye un testimonio perdurable de la voluntad y del esfuerzo del conjunto de creyentes que promovieron un modelo de vida fructífero cuyo ímpetu procedía del poder de la Palabra Creativa.

En el hemisferio occidental, poco después de iniciarse las obras de la Casa de Adoración de ‘Ishqábád, los miembros de la incipiente comunidad bahá’í de Norteamérica se vieron impulsados a demostrar su fe y devoción construyendo su propio Templo, y en 1903 Le escribieron al Maestro para solicitar Su aprobación. Desde ese momento, el Mashriqu’l-Adhkár quedó entrelazado de forma inseparable con la suerte de esos abnegados siervos de Bahá’u’lláh. Si bien los avances en este complejo proyecto se verían obstaculizados durante décadas por los efectos de dos guerras mundiales y una depresión económica generalizada, cada etapa de su desarrollo estuvo estrechamente ligada a la expansión de la comunidad y el despliegue de su administración. El mismo día en que se dio sepultura a los restos sagrados del Báb en el Monte Carmelo, en Mirza de 1909, se reunieron los delegados para establecer la Unidad del Templo Bahá’í, organización nacional cuya Junta elegida pasó a ser el núcleo de las remotas comunidades del continente. Este avance daría lugar poco después a la formación de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Estados Unidos y Canadá. ‘Abdu’l-Bahá mismo puso la primera piedra del edificio durante Sus viajes por Norteamérica, con lo que dotó al Templo Madre de occidente de potencialidades espirituales extraordinarias. Y provenientes de centros bahá’ís de África, América Latina, Asia, Europa y el Pacífico afluyeron contribuciones para esta empresa histórica, una muestra de la solidaridad y el sacrificio de los bahá’ís de oriente y occidente.

Que los seguidores de Bahá’u’lláh de todos los países del mundo, mientras centran sus pensamientos en Dios y se ocupan cada día en Su recordación sin cejar en los esfuerzos que despliegan en Su Nombre, reciban inspiración de estas conmovedoras palabras que dirigió ‘Abdu’l-Bahá a un creyente dedicado a la construcción de la primera Casa de adoración, erigida bajo Su estrecha y amorosa dirección:

Ahora dirígete con premura hacia ‘Ishqábád, con máximo desprendimiento y encendido con el fuego de la atracción, y transmite a los amigos de Dios los fervorosos saludos de ‘Abdu’l-Bahá. Besa a cada uno en el rostro y exprésales a todos el sincero y profundo afecto de este siervo. En nombre de ‘Abdu’l-Bahá remueve la tierra, acarrea el mortero y transporta las piedras para construir el Mashriqu’l-Adhkár, de tal modo que el arrobamiento de este servicio infunda gozo y alegría al Centro de la Servidumbre. Ese Mashriqu’l-Adhkár es el primer establecimiento visible y manifiesto del Señor; por tanto, es la esperanza de este siervo que cada alma justa y virtuosa sacrifique todo cuanto posee, muestre inmensa felicidad y regocijo, y se deleite en acarrear tierra y mortero, y así se erija este divino Edificio, se propague la Causa de Dios y en todos los rincones del mundo los amigos se dispongan a llevar a cabo esta gran tarea con máxima resolución. Si ‘Abdu’l-Bahá no estuviese prisionero y no hubiese obstáculos en su camino, él mismo de seguro iría presuroso a ‘Ishqábád y con la mayor alegría y júbilo acarrearía tierra para la construcción del Mashriqu’l-Adhkár. Ahora incumbe a los amigos disponerse con esta intención a servir en mi lugar, de modo que en breve este Edificio se devele a los ojos de todos, los amados de Dios se ocupen en hacer mención de la Belleza de Abhá, las melodías del Mashriqu’l-Adhkár se eleven al alba hacia el Concurso de lo alto y el canto de los ruiseñores de Dios infunda alegría y éxtasis en los moradores del Dominio Todoglorioso. Así los corazones se regocijarán, las almas de deleitarán con las buenas nuevas, y las mentes serán iluminadas. Esta es la más elevada esperanza de los sinceros; este es el más caro deseo de quienes están cerca de Dios.

(De una carta del 1 de agosto 2014 dirigida a los bahá’ís del mundo) [66]

El Mashriqu’l-Adhkár es un concepto singular en los anales de la religión y simboliza las enseñanzas del nuevo Día de Dios. Como centro colectivo de la sociedad para promover el afecto cordial, el Mashriqu’l-Adhkár constituye un lugar universal de adoración abierto a todos los habitantes de una localidad, con independencia de su filiación religiosa, antecedentes, origen étnico o género, y un refugio para la más profunda contemplación de la realidad espiritual y de las cuestiones fundamentales de la vida, incluida la responsabilidad individual y colectiva para con el mejoramiento de la sociedad. Acoge en su seno como iguales a hombres y mujeres, niños y jóvenes. Esta universalidad singular e integral queda captada en la estructura misma del Mashriqu’l-Adhkár, cuyo diseño como edificio de nueve lados transmite un sentido de plenitud y perfección simbolizado por ese número.

Como lugar desde el que han de irradiar fuerzas espirituales, el Mashriqu'l-Adhkár es el punto de convergencia de las dependencias que se han de levantar para el bienestar de la humanidad, y es la expresión de una voluntad y afán de servir comunes. Estas dependencias –centros de educación y aprendizaje científico, así como de labores culturales y humanitarias– encarnan los ideales de progreso social y espiritual que deben lograrse mediante la aplicación del conocimiento, y demuestran cómo, cuando la religión y la ciencia están en armonía, elevan el rango del ser humano y propician el florecimiento de la civilización. Como ampliamente demuestran las vidas de ustedes, la oración, aunque esencial para la vida interior del ser humano y fundamental para el desarrollo espiritual, debe también dar lugar a hechos que manifiesten externamente esa transformación interior. El Mashriqu'l-Adhkár promulga este concepto de adoración, inseparable del servicio. A este respecto, Shoghi Effendi afirma:

Si se disocia de las actividades sociales, humanitarias, educativas y científicas que se despliegan en torno a las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár, la adoración bahá’í, por muy exaltada que sea en su concepción, por muy apasionada que sea en su fervor, jamás tendrá la esperanza de lograr ir más allá de los exiguos y a menudo pasajeros resultados producidos por las contemplaciones del asceta o la comunión del adorador pasivo. No puede brindar satisfacción ni beneficios duraderos al propio adorador, ni mucho menos a la humanidad en general, a no ser que sea traducida y transferida a ese servicio dinámico y desinteresado para con la causa de la humanidad que las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár tienen el supremo privilegio de facilitar y promover.

Las Dos Luminarias de esta edad resplandeciente nos han enseñado esto: la oración es la conversación espiritual esencial del alma con su Creador, directa y sin intermediarios. Es el alimento espiritual que sustenta la vida del espíritu. Como el rocío de la mañana, aporta frescor al corazón y lo limpia, purificándolo de los apegos del insistente yo. Es un fuego que quema los velos y una luz que conduce al océano de la reunión con el Todopoderoso. En sus alas, el alma se remonta a los cielos de Dios y se aproxima más a la realidad divina. De su calidad depende el desarrollo de las capacidades ilimitadas del alma y la atracción de las bendiciones de Dios, pero la prolongación de la oración no es deseable. Los poderes latentes en la oración se manifiestan cuando está motivada por el amor a Dios, al margen de temores o favores, y está exenta de ostentaciones y supersticiones. Ha de ofrecerse con un corazón sincero y puro que propicie la contemplación y la meditación, de modo que sus efectos puedan iluminar la facultad racional. Una oración así trascenderá las limitaciones de las palabras e irá mucho más allá de los meros sonidos. La dulzura de sus melodías debe alegrar y elevar el corazón y reforzar el poder penetrante de la Palabra, transmutando inclinaciones terrenales en atributos celestiales e inspirando servicio desinteresado a la humanidad.

[…]

Hemos hecho un llamamiento a los bahá’ís para que vean en sus esfuerzos de construcción comunitaria la creación de un nuevo modelo de cómo puede ser la sociedad. Visto en su conjunto, ese modelo fomenta la capacidad de servicio: para la educación de las generaciones jóvenes, para el empoderamiento de la juventud, para la educación espiritual de los niños, para el aumento de la capacidad de apoyarse en la influencia de la Palabra de Dios al acompañar a los demás en el campo del servicio, y para el progreso social y económico de una población a la luz de las enseñanzas divinas para la época. Un elemento esencial de ese modelo es la reunión devocional –aspecto comunitario de la vida piadosa y dimensión del concepto del Mashriqu’l-Adhkár – que supone una oportunidad maravillosa para que su comunidad no solo adore al Todopoderoso y pida Sus bendiciones para sus propias vidas, sino que ofrezca a sus conciudadanos las energías espirituales de la oración, que les restituya la pureza de la adoración, que despierte en sus corazones la fe en las confirmaciones de Dios, y que acentúe en ellos –no menos que en ustedes mismos– sus ansias de servir a la nación y a la humanidad y de mostrar resiliencia constructiva en el camino de la justicia.

Queridos amigos: las reuniones dedicadas a la oración a lo largo y ancho de su bendita tierra, en cada barrio, ciudad, pueblo y aldea, y el creciente acceso que sus compatriotas tienen a las oraciones bahá’ís, están permitiendo que su comunidad haga brillar la luz de la unidad sobre el conjunto de la humanidad, contribuyendo con su aporte a los esfuerzos de sus hermanos en la Fe residentes en todo el mundo. Siembren, entonces, las semillas de futuros Mashriqu'l-Adhkár para beneficio de todos, y enciendan incontables faros de luz para disipar la oscuridad del odio y la inequidad.

(De una carta del 18 de diciembre 2014 dirigida a los bahá’ís de Irán) [67]

La ejecución sistemática del Plan en todas sus dimensiones da lugar a un modelo de empresa colectiva que se distingue no solo por su compromiso con el servicio, sino también por su atracción a la adoración. La intensificación de la actividad que requieren los próximos cinco años enriquecerá aún más la vida devocional que comparten los que sirven codo a codo en agrupaciones de todo el mundo. Este proceso de enriquecimiento está ya muy avanzado: comprueben, por ejemplo, cómo las reuniones para la adoración se han integrado en el núcleo de la vida comunitaria. Las reuniones devocionales son ocasiones en las que cualquier alma puede entrar, inhalar los aromas celestiales, experimentar la dulzura de la oración, meditar sobre la Palabra Creativa, dejarse transportar en las alas del espíritu, y comulgar con el Amado. Se generan sentimientos de camaradería y solidaridad, sobre todo en las conversaciones espiritualmente elevadas que se producen de forma natural en esos momentos y por medio de las cuales se puede abrir la «ciudad del corazón humano». Al convocar un encuentro de adoración al que se da la bienvenida a adultos y niños de cualquier procedencia se evoca el espíritu del Mashriqu’l-Adhkár en cualquier localidad. El realce del carácter devocional de una comunidad tiene también un efecto sobre la Fiesta de Diecinueve Días y puede notarse en otros momentos en que se reúnen los amigos.

(De una carta del 29 diciembre 2015 dirigida a la Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros) [68]

El Mashriqu’l-Adhkár es «una de las instituciones más vitales del mundo». Un Templo y las dependencias vinculadas con este encarnan dos aspectos esenciales e inseparables de la vida bahá’í: la adoración y el servicio. Como poderoso símbolo y elemento integrante de la civilización divina hacia la que la Revelación de Bahá’u’lláh conduce a todos los pueblos, la Casa de Adoración se convierte en el punto focal de la comunidad de la que emerge. «Las santas fragancias del Mashriqu’l-Adhkár», explica ‘Abdu’l-Bahá, «vivifican las almas de los rectos, y sus brisas vitalizadoras confieren vida a los puros de corazón». De hecho, su influencia es tal que galvaniza a todo un pueblo para aspirar a un sentido de propósito unificado más profundo. La mirada del mundo bahá’í está fijada en este momento en su Templo recién dedicado y tenemos la certeza de que esta anhelada victoria traerá júbilo a los amigos por doquier. Sin embargo, de seguro no se contentarán meramente con regocijarse entre sí. Inspirados por todo lo que representa este sublime edificio, invitarán a otros a descubrir la alegría perdurable que proviene de la alabanza a Dios y del servicio a la humanidad.

Inclinados ante el Umbral de la Antigua Belleza, Le damos gracias por haber permitido a Sus devotos seguidores construir tan llamativo Templo, forjado en cristal, piedra y luz, que nutre una atracción a lo sagrado. La gratitud que sentimos aumenta nuestra añoranza por ese día glorioso en que cada ciudad y aldea recibirá la bendición de un Mashriqu’l-Adhkár, y dirigimos primero la mirada con ilusión a aquellos países donde están empezando a nacer Casas de Adoración nacionales y locales. Que la visión relumbrante de lo que la comunidad del Más Gran Nombre ha alcanzado ahora en Santiago anime a los fieles en todas partes a intensificar sus servicios –por muy humildes que sean– prestados para el mejoramiento del mundo y ofrecidos a la Gloria de Dios.

(De una carta del 14 de octubre 2016 dirigida a los amigos reunidos en Santiago, Chile, para la Dedicación del Templo Madre de Sudamérica) [69]

No ha transcurrido todavía un año entero desde que el mundo bahá’í celebró la finalización de la última de las Casas de Adoración continentales y ya despunta un nuevo amanecer en el desarrollo de la institución del Mashriqu’l-Adhkár. Ustedes están reunidos en el punto de amanecer mismo, el emplazamiento de la primera Casa de Adoración local que se levanta en el horizonte de la etapa que se acaba de inaugurar. La dedicación de este singular edificio es una ocasión histórica, que prefigura la aparición de muchos otros Mashriqu’l-Adhkár locales y nacionales, en obediencia al mandamiento de Bahá’u’lláh revelado en Su Libro Más Sagrado: «Construid en todos los países casas de adoración en el nombre de Quien es el Señor de todas las religiones».

[…]

La aparición de una Casa de Adoración en Battambang […] es un testimonio de la intensidad con que brilla la luz de la fe en los corazones de los amigos de ese lugar. Su diseño, labor de un consumado arquitecto camboyano, refleja la elegancia y la belleza de la cultura de esa nación; emplea técnicas innovadoras pero las combina con formas tradicionales de la región; es, sin duda, patrimonio de la tierra de la que ha emergido. Incluso antes de su dedicación, el Templo ha logrado elevar la conciencia de quienes residen a su sombra respecto de un tema que es parte integral del Mashriqu’l-Adhkár: la inseparabilidad de la adoración y el servicio en la vida de una comunidad. Ha fomentado una mayor apreciación de la importancia de la unidad, reforzada ahora mediante la adoración colectiva que tendrá lugar en su interior. Su emergencia es un estímulo para los esfuerzos que se están realizando por cultivar comunidades espiritualmente distintivas. Es un edificio de noble propósito, erigido por un pueblo de espíritu noble.

(De una carta del 1 de septiembre 2017 dirigida a los amigos reunidos en Battambang, Camboya, para la Dedicación de la Casa de Adoración) [70]

De cartas escritas en nombre de la Casa Universal de Justicia

Con referencia a las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár, en las tablas y disertaciones de ‘Abdu’l-Bahá hay varias referencias a estos «importantes edificios anexos». Por ejemplo, Él enumera una escuela para huérfanos, un hospital y dispensario para los pobres, un hogar para los discapacitados, una universidad para educación científica superior y una hospedería. En otro lugar, tras enumerar estas instituciones, señala que habrán de construirse otros edificios filantrópicos. […] La Casa Universal de Justicia también ha dicho no haber visto texto alguno que requiera que el número de dependencias sea nueve.

(De una carta del 18 de Mirza de 1974, dirigida a un creyente) [71]

Se puede ver un símbolo de este proceso [la participación bahá’í en proyectos de desarrollo] en la Casa de Adoración y sus dependencias. Primero debe construirse el edificio central, que es el corazón espiritual de la comunidad. Luego, gradualmente deben construirse y entrar en funcionamiento, como expresión material de este corazón espiritual, las diversas dependencias, aquellas «instituciones de servicio social que proporcionarán alivio a los que sufren, sustento a los pobres, refugio al viajero, consuelo a los afligidos y educación a los ignorantes». Este proceso comienza de forma embrionaria mucho antes de que una comunidad bahá’í alcance la etapa de la construcción de su propio Mashriqu’l-Adhkár, ya que incluso el primer centro bahá’í que la comunidad construya puede empezar a usarse no solo como centro administrativo y lugar de reunión de la comunidad, sino también como sede de una escuela tutorial y núcleo de otros aspectos de la vida de comunidad. Sin embargo sigue aplicándose el principio de que lo espiritual precede a lo material. Primero llega la iluminación de los corazones y las mentes mediante la Revelación de Bahá’u’lláh, y luego el movimiento de los creyentes en las bases, en su deseo de aplicar estas enseñanzas a la vida diaria de su comunidad.

(De una carta del 8 de mayo de 1984, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Brasil) [72]

Las escrituras utilizan el término «Mashriqu’l-Adhkár» para designar varias cosas: la reunión de los creyentes para orar al amanecer, un edificio donde tiene lugar esta actividad, la institución del Mashriqu’l-Adhkár en su totalidad, con sus dependencias, o el edificio central de dicha institución, a menudo denominado «Casa de Adoración» o «Templo». Todas estas variantes pueden considerarse etapas o aspectos indicativos de la aplicación gradual del concepto promulgado por Bahá’u’lláh en el Kitáb-i-Aqdas. Se han iniciado varias líneas de acción que tienen por fin el desarrollo del Mashriqu’l-Adhkár, líneas en las cuales deben concentrar sus esfuerzos y su atención los creyentes.

(De una carta del 20 de abril de 1997, dirigida a un creyente) [73]

El término «Mashriqu’l-Adhkár», en el sentido de una Casa de Adoración, denota un edificio, el centro en el cual la gente se reúne para adorar a Dios y escuchar Su Palabra. Alrededor de esta Casa de Adoración central se encuentran las dependencias del Mashriqu’l-Adhkár, que expresan la adoración en forma de servicio a la humanidad

(De una carta del 24 de febrero 1998, dirigida a un creyente) [74]

En el presente análisis, debe señalarse que es permisible emplear selecciones de las escrituras sagradas como letra acompañada de composiciones musicales, así como repetir versículos o palabras. Un compositor es libre de determinar el estilo musical, teniendo presente la obligación espiritual de tratar los textos sagrados con decoro, dignidad y reverencia […].

Por otra parte, no hay nada que objetar a que se repitan versículos de oraciones o de selecciones de las escrituras en canciones para ajustarse a las exigencias musicales.

Como se ha indicado anteriormente, es permisible introducir modificaciones pequeñas en el texto, como son repeticiones de líneas a modo de estribillo o de frases cortas como «Oh Dios, mi Dios», para ajustarse a las exigencias musicales. El compositor puede determinar el estilo musical de la creación, con tal de que tenga presente la obligación espiritual de tratar los textos sagrados con el debido decoro, dignidad y reverencia.

(De una carta del 14 de febrero 2001, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Australia) [75]

La Casa Universal de Justicia se sintió especialmente complacida por la noticia del aumento considerable del nivel de actividad en el Templo, con un número creciente de actividades básicas con participación del público en general […]. Con base en estos fundamentos, una cuestión de suma importancia que debe tratar seriamente su Asamblea Espiritual Nacional tiene que ver con la necesidad de promover unidad de pensamiento y propósito entre los creyentes en relación con maneras de lograr una coherencia mayor aun entre los esfuerzos desplegados en la Casa de Adoración y la labor de expansión y consolidación en la agrupación de Upolu.

En el centro de estos empeños estarán las actividades de enseñanza y los procesos de construcción de comunidad que tengan lugar en el Templo. En particular deberán sistematizarse y dotarse con recursos humanos y financieros necesarios los esfuerzos por compartir las enseñanzas fundamentales de la Fe con los visitantes y residentes de las inmediaciones, y por invitarles a participar en círculos de estudio, reuniones de oraciones, clases para niños y grupos prejuveniles que se realicen en los terrenos del Templo y en otros lugares de la agrupación. Asimismo, puede considerarse la realización de un programa especial con miras a compartir una visión de la Casa de Adoración como centro espiritual de la comunidad y la influencia que puede ejercer en la vida de los residentes de su entorno: una visión de un Templo para la población de Samoa.

Es el deseo ferviente de la Casa Universal de Justicia que se potencie a las agencias y los creyentes que prestan servicio en la agrupación de Upolu para que saquen el máximo provecho de la existencia de la Casa de Adoración en su entorno, mientras ponen todos sus esfuerzos en hacer avanzar el proceso de crecimiento, y que con el tiempo se perfeccionen más los medios de atraer visitantes y de enriquecer su experiencia. Tal como ocurre con otros aspectos de la vida comunitaria bahá’í, el éxito de este emprendimiento estará en gran parte supeditado a que los amigos laboren en un modo de aprendizaje, asegurándose de que reflexionan continuamente sobre los métodos y actividades, y las mejoran.

(De una carta del 27 de diciembre de 2011, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Samoa) [76]

La Casa Universal de Justicia se sintió dichosa de saber que las deliberaciones de los creyentes sobre el significado del Mashriqu’l-Adhkár están estrechando sus relaciones con este proyecto, y llevando a una participación más amplia de los bahá’ís y sus amigos en este esfuerzo colectivo. La mayor conciencia de los creyentes de Colombia acerca de la importancia de la Casa de Adoración ha generado también aportes materiales de su parte; esta es una señal más de su compromiso espiritual. Se espera que esta respuesta inicial se mantenga durante toda la vida del proyecto y fomente una pauta de donaciones regulares a los fondos de la Fe.

(De una carta del 10 de diciembre de 2013, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Colombia) [77]

Una Casa de Adoración es, sin duda, una parte integrante del proceso de construcción de comunidad, y su edificación representa un hito importante en el desarrollo de una comunidad. Es la esperanza de la Casa Universal de Justicia que los amigos de […], con el celo y la determinación con que se dedican a las actividades esenciales del Plan de Cinco Años, aceleren la llegada del día en que sea oportuno construir un Mashriqu’l-Adhkár en su país.

(De una carta del 12 de diciembre de 2013, dirigida a un creyente) [78]

Además, puesto que se concibe que el diseño del Templo ha de armonizar «de manera natural con la cultura local y la vida diaria de los que se reunirán en su interior para orar y meditar», se podría animar a los amigos a que desarrollen algunas ideas preliminares sobre su aspecto físico. En último término, se espera que el diseño de la Casa de Adoración se inspire en elementos y símbolos con los que el pueblo de Kenia se identifique de manera natural. Estas ideas, remitidas a la oficina de construcción que pronto ha de establecerse, podrían incorporarse al informe arquitectónico que defina los requisitos del proyecto.

(De una carta del 24 de septiembre de 2014, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Kenia) [79]

En cuanto a sus preguntas relativas a la diferencia entre las Casas de Adoración continentales, las nacionales y las locales, el establecimiento del Mashriqu’l-Adhkár comenzó con la construcción de un Templo en diversas regiones del mundo. A medida que se iban construyendo, se recalcaba, a menudo en sentido figurado, el papel de la Casa de Adoración en cuanto indicadora de la presencia y las promesas de la Fe. El Guardián escribió que un Mashriqu’l-Adhkár es un «símbolo precursor del Orden Mundial de Bahá’u’lláh», y con frecuencia llamó «templo madre» al primero de un continente o región. La Casa de Justicia señala que el inicio de proyectos de construcción de Casas de Adoración nacionales a partir de la Quinta Época, y una vez comenzada la erección del último de los Templos continentales en Chile, «constituye otro grato testimonio de la penetración de la Fe de Dios en el sustrato de la sociedad».

Al margen de esta significación simbólica, la institución del Mashriqu’l-Adhkár tiene posibilidades prácticas inmensas. Se prevé que la institución del Mashriqu’l-Adhkár y la del Ḥaẓíratu’l-Quds se establezcan, con el tiempo, dondequiera que se forme una Asamblea, ya sea local o nacional. Shoghi Effendi escribió: «Los representantes de las comunidades

bahá’ís locales y nacionales, junto con los miembros de sus comités respectivos, al reunirse a diario dentro de sus muros a la hora del amanecer, obtendrán del Mashriqu’l-Adhkár –establecido por Bahá’u’lláh en el Kitáb-i-Aqdas como casa de adoración– la inspiración necesaria que les permitirá desempeñar sus deberes y responsabilidades como corresponde a los fideicomisarios elegidos de Su Fe, en el curso de sus labores diarias en el Haẓíratu’l-Quds, escenario de sus actividades administrativas».

Por otra parte, la Casa de Adoración ha de llegar a ser el centro espiritual de una comunidad y, junto con sus futuras dependencias, contribuye a un modelo floreciente de vida colectiva. En la actualidad, las primeras Casas de Adoración de cada continente sirven de Templos nacionales de los países donde se ubican y atienden también a las comunidades locales de su entorno, en cuyas actividades desempeñan un papel significativo. A medida que se desarrolle el proceso de crecimiento, se irán levantando Templos de ámbito nacional y local, y se aprenderá mucho acerca de su naturaleza y de la forma en que contribuyen al proceso de construcción comunitaria. Entonces se pondrán de manifiesto gradualmente los numerosos aspectos del funcionamiento de esta institución. Como escribió Shoghi Effendi, «[…] ninguna salvo la institución del Mashriqu’l-Adhkár puede brindar de manera más adecuada los elementos esenciales de la adoración y el servicio bahá’í, ambos tan vitales para la regeneración del mundo».

(De una carta de fecha 26 de enero de 2015, dirigida a un creyente) [80]

Las letras de las canciones que se interpreten en el Mashriqu’l-Adhkár no deben limitarse necesariamente a las escrituras; al contrario, lo que se requiere es que estén basadas en escritos bahá’ís o en otras escrituras sagradas y que contengan temas bahá’ís. Cabe señalar que la norma sobre el uso de letras en canciones es algo distinta a la que rige la lectura y entonación de escrituras y oraciones durante programas devocionales en la Casa de Adoración. Por lo tanto, no hay nada que objetar a que se empleen canciones basadas en los escritos y las disertaciones de ‘Abdu’l-Bahá.

(De una carta del 2 de noviembre de 2015, dirigida a la Asamblea Espiritual Nacional de Australia) [81]

Selección de oraciones para el Mashriqu’l-Adhkár de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá

¡Oh Señor, mi Dios! Confírmalos en Tu servicio. Fortalece sus hombros para el transporte de las piedras destinadas a la erección del Mash̲riqu’l-Adh̲kár. ¡Oh Señor mi Dios! Ilumina los rostros de estas personas virtuosas con la luz que brilla desde el lugar del amanecer de Tus misterios. Ciertamente, Tú eres el Poderoso y el Libre y, ciertamente, Tú eres el Misericordioso y el Compasivo.

(De una Tabla, traducido del árabe) [82]
¡Oh Dios, mi Dios!

Sumiso, humilde e implorante, vuelvo mi rostro hacia el Reino de Tu Misericordia y el dominio de Tu singularidad, y Te suplico fervientemente ante el Umbral de Tu unicidad que ayudes a Tus verdaderos amantes a ofrecer su contribución a la construcción del Mash̲riqu’l-Aͯdh̲kár de ese país, a fin de que a partir de este edificio se difundan en toda dirección los esplendores de Su luz, y que los cánticos de alegría que ensalzan y magnifican Tu nombre se eleven cada mañana y atardecer hacia Tu Concurso celestial y Tu Horizonte todoglorioso.

¡Oh Señor, mi Dios! Permíteme escuchar la cadencia de sus voces y el lamento de sus corazones, pese a la gran distancia que separa esta ladera más próxima del valle de aquella «ladera más alejada»3, a fin de que mi espíritu se regocije, se alegre mi corazón, mis ojos se consuelen, tiemble de júbilo todo mi ser y mi esencia íntima se colme de dicha ante tal efusión de gracia, ante tan manifiesto esplendor.

¡Oh Señor, mi Dios! Abre de par en par las puertas de Tus bendiciones ante toda alma que se disponga a hacer ofrendas para este excelso edificio, esta maravillosa Casa de Oración, esta Aurora de luz.

Ciertamente, Tú eres el Omnipotente, el Fuerte, el Poderoso, el Afectuoso, el Benévolo.

(De una Tabla, traducido del árabe) [83]

¡Oh Dios, mi Dios! Te imploro con corazón palpitante y lágrimas en los ojos que ayudes a quien dedique su energía a la construcción de esta Casa y a levantar este Edificio donde se menciona Tu nombre cada mañana y cada atardecer.

¡Oh Dios! Haz descender Tu divina abundancia sobre quienquiera que se disponga a servir a este edificio y se esfuerce por levantarlo en medio de los linajes y religiones del mundo. Confírmalo en toda buena obra que realice para promover el bienestar de la humanidad. Abre ante él las puertas de la riqueza y la abundancia, y hazlo heredero de los tesoros imperecederos de Tu Reino. Haz de él una señal de Tus mercedes entre los pueblos y fortalécelo con el mar de Tu generosidad y munificencia, que se agita con las olas de Tu gracia y favor. Ciertamente, Tú eres el Generoso, el Misericordioso y el Munificente.

(De una Tabla, traducido del árabe) [84]

¡Oh Dios, mi Dios! Ilumina los rostros de Tus verdaderos amantes y apóyalos con las huestes angelicales del triunfo seguro. Afirma sus pasos en Tu recto camino y, mediante Tu antigua munificencia, abre ante ellos las puertas de Tus bendiciones; pues están gastando en Tu camino lo que Tú les has conferido, resguardando Tu Fe, poniendo su confianza en Tu recuerdo, ofrendando sus corazones por amor a Ti, y sin retener lo que poseen en adoración a Tu Belleza y en su búsqueda de maneras de complacerte.

¡Oh mi Señor! Ordena para ellos una porción abundante, una recompensa especial y un premio seguro.

En verdad, Tú eres el Sostenedor, el Auxiliador, el Generoso, el Munífico, el Eterno Conferidor.

(Selecciones de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá, nº 235) [85]

Se ha recibido la foto del Mashriqu’l-Adhkár que habías enviado. Fue motivo de inmensa alegría ya que, gracias a Dios, los amados de Dios se reunieron en el Mashriqu’l-Adhkár con rostros encendidos como cirios que iluminaban aquella asamblea con la luz de sentimientos espirituales.

¡Mi Dios, mi Amado, el Deseo de mi corazón! Estos son siervos del Umbral de Tu santidad que se han postrado ante la puerta de Tu singularidad. Han entrado en el Punto de Amanecer de Tu alabanza y la asamblea de Tu luz, implorándote, suplicando humildemente al Reino de Tu unicidad y orándote fervientemente con sus corazones fijos firmemente en Ti.

¡Oh mi Señor! Acepta sus obras, comulga con ellos en sus oraciones e inspíralos con las maravillas de Tus misterios, para que lleguen a ser las manifestaciones de Tu munificencia en medio de Tus criaturas y la compañía de Tus escogidos entre Tus gentes. Ciertamente, Tú eres el Amable, el Munificente, el Benévolo, el Misericordioso, el Más Amoroso.

(De una Tabla, traducido del árabe y del persa) [86]


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