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Abdu'l-Baha : Voluntad y Testamento de Abdu'l-Bahá

Nota de la versión: Traducción de la edición tradicional de E.B.I.L.A., mínimamente revisada por la E.B.E.

'Abdu'l-Bahá VOLUNTAD Y TESTAMENTO
PRIMERA PARTE

A continuación se dan las Tablas y Testamento de 'Abdu'l-Bahá

TODA ALABANZA sea para Aquel Quien, mediante el Escudo de Su Convenio, ha protegido el Templo de Su Causa de los dardos de la duda; Quien, mediante las Huestes de Su Testamento, ha preservado el Santuario de Su más Benéfica Ley y protegido Su Recto y Luminoso Sendero, deteniendo de este modo el asalto de la compañía de los violadores del Convenio quienes han amenazado con subvertir Su Edificio Divino; Quien ha vigilado Su Poderosa Fortaleza y Fe Todogloriosa, mediante la ayuda de hombres a quienes no afecta la calumnia del perverso, a quienes ninguna vocación, gloria o poder terrenales pueden apartar del Convenio de Dios y Su Testamento, establecido firmemente con Sus palabras claras y manifiestas, escrito y revelado por Su Pluma Todo Gloriosa y registrado en la Tabla Preservada.

Saludos y alabanzas, bendiciones y gloria descansen sobre aquella primera rama del Divino y Sagrado Árbol del Loto, que ha brotado bendita, tierna, verde y floreciente de los Árboles Santos Gemelos, la perla más maravillosa, única e inapreciable que brilla en los agitados mares Gemelos; sobre los vástagos del Árbol de Santidad, las ramas del Árbol Celestial, aquellos quienes, en el Día de la Gran División, han permanecido fuertes y firmes en el Convenio; sobre las Manos (pilares) de la Causa de Dios que han difundido por todas partes las Divinas Fragancias, han declarado Sus Pruebas, proclamado Su Fe, promulgado Su Ley, se han desprendido de todo menos de Él, han defendido la rectitud en este mundo y encendido el Fuego del Amor de Dios en los mismos corazones y almas de Sus siervos; sobre aquellos que han creído, han estado seguros, han permanecido firmes en Su Convenio y han seguido la Luz que después de mi ascensión brillará desde la Aurora de la Guía Divina, pues ¡he aquí! que él es la Sagrada y Bendita Rama que ha brotado de los Árboles Sagrados Gemelos. Bienaventurado aquel que busca la protección de su sombra que cubre a toda la humanidad.

¡Oh vosotros, bienamados del Señor! Lo más grande entre todas las cosas es la protección de la Verdadera Fe de Dios, la preservación de Su Ley, la salvaguardia de Su Causa y la servidumbre a Su Palabra. Diez mil almas derramaron torrentes de su sagrada sangre en este sendero, sacrificaron sus preciosas vidas por Él, se apresuraron en sagrado éxtasis hacia el glorioso campo del martirio, enarbolaron el Estandarte de la Fe de Dios y escribieron con su sangre los versículos de Su Divina Unidad sobre la Tabla del mundo. El sagrado pecho de Su Santidad, el Exaltado (que mi vida sea sacrificada por Él) fue blanco de múltiples dardos de aflicción, y en Mázindarán, los benditos pies de la Belleza de Abhá (que mi vida sea ofrecida por sus amados) fueron golpeados tan brutalmente que sangraron hasta quedar gravemente heridos. Su cuello también fue colocado en cadenas de cautivo y sus pies aprisionados en el cepo. A cada momento, durante cincuenta años, le sobrevenía una nueva prueba y calamidad, asediándole nuevas aflicciones y preocupaciones. Una de ellas, que después de haber sufrido intensas vicisitudes, fuera privado de Su hogar, se convirtiera en errante y cayera víctima de aun nuevas vejaciones y dificultades. En Irak, el Lucero del mundo se vio tan expuesto a las intrigas de los malvados, que se eclipsó Su esplendor. Posteriormente fue enviado como exiliado a la Gran Ciudad (Constantinopla) y de allí a la Tierra de Misterio (Adrianópolis), de donde, dolorosamente injuriado, fue transferido finalmente a la Más Grande Prisión ('Akká). Aquel a Quien el mundo ha agraviado (que mi vida sea ofrecida por Sus bienamados) fue exiliado cuatro veces de una ciudad a otra, hasta que finalmente, al ser condenado a confinamiento perpetuo, se le encarceló en esta Prisión, la prisión de salteadores de caminos, bandidos y asesinos. Todo esto no es más que una de las pruebas sufridas por la Bendita Belleza, de las cuales las demás son tan penosas como ésta.

Otra prueba que debió afrontar fue la hostilidad, la flagrante injusticia, la iniquidad y rebelión de Mirza Yahyá. Aunque aquel Agraviado, aquel Prisionero, lo criara mediante Su amorosa bondad en su propio pecho, desde sus más tiernos años, derramara sobre él a cada instante Sus solícitos cuidados, exaltando su nombre, protegiéndole de todo infortunio, encareciéndole a los de este mundo y el venidero, y a pesar de las firmes exhortaciones y consejos de Su Santidad, el Exaltado (el Báb) y Su advertencia clara y concluyente: "¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡No sea que las Diecinueve Letras del Viviente y lo que ha sido revelado en el Bayán os velen!", sin embargo, a pesar de esto, Mirza Yahyá Le negó, procedió falsamente con Él, no creyó en Él, sembró las semillas de la duda, cerró sus ojos ante Sus evidentes versículos y se apartó de ellos. ¡Ojalá hubiera estado conforme con esto! Pero no, trató aun de derramar la Sagrada sangre (de Bahá'u'lláh) y luego provocó un gran clamor y tumulto, atribuyendo a Bahá'u'lláh malevolencia y crueldad hacia él. ¡Cuánta sedición provocó y qué tormenta de malicia levantó mientras estuvo en la Tierra de Misterio (Adrianópolis)! Finalmente cometió aquello que hizo que el Lucero del Mundo fuera exiliado a ésta, la Más Grande Prisión, donde se Le agravió penosamente y acaeciera Su ocaso en el Occidente de esta Gran Prisión.

¡Oh vosotros, que permanecéis firmes y fuertes en el Convenio! El Centro de Sedición, el Promotor Principal de la malicia, Mirza Muhammad 'Alí, ha dejado de estar bajo la sombra de la Causa, ha violado el Convenio, ha falsificado el Texto Sagrado, ha infligido un grave daño a la verdadera Fe de Dios, ha dispersado a Su Pueblo, con amargo rencor ha tratado de hacer daño a 'Abdu'l-Bahá y atacó con la más enconada enemistad a este siervo del Sagrado Umbral. Ha cogido y lanzado cuantos dardos estuvieron a su alcance para atravesar el pecho de este agraviado siervo, ninguna ofensa quedó olvidada que no la infligiera sobre mí, ni economizó veneno alguno con el cual emponzoñara la vida de este desventurado. Juro por la sacratísima Belleza de Abhá y por la Luz que brilla desde Su Santidad, el Exaltado (que mi vida sea sacrificada por sus humildes siervos) que, debido a esta iniquidad, se lamentaron los moradores en el Pabellón del Reino de Abhá, gimió el Concurso Celestial, las Doncellas Inmortales del Cielo en el más Exaltado Paraíso profirieron llantos quejumbrosos y la compañía angelical ha suspirado y expresado sus lamentos. Llegaron a ser tan graves las acciones de esta persona inicua que él golpeó con su hacha la raíz del Árbol Bendito, dio un fuerte golpe al Templo de la Causa de Dios, inundó con lágrimas de sangre los ojos de los amados de la Bendita Belleza, alegró y animó a los enemigos del Dios único y Verdadero; debido a su repudio al Convenio, apartó a muchos buscadores de la Verdad de la Causa de Dios, reanimó las esperanzas marchitas de los seguidores de Yahyá, se hizo odiar, fue la causa de que los enemigos del Más Grande Nombre se volvieran audaces y arrogantes, desechó los firmes y concluyentes versículos y sembró las semillas de la duda. A no ser por la prometida ayuda de la Antigua Belleza, concedida benévolamente a cada momento al que escribe, aunque fuera indigno de ella, con seguridad que hubiera destruido -es más, hubiera aniquilado- la Causa de Dios y subvertido totalmente el Edificio Divino. Pero, ¡Alabado sea el Señor!, la ayuda triunfal del Reino de Abhá fue recibida, las huestes del Reino en lo alto se apresuraron a conferir la victoria. La Causa de Dios fue promovida por todas partes, el llamado del Verdadero anunciado por doquier, en todas las regiones los oídos se mostraron atentos a la Palabra de Dios, fue desplegado Su Estandarte, las insignias de Santidad llamearon gloriosamente en lo alto y se entonaron versículos en honor de Su Divina Unidad. Ahora bien, para que la verdadera Fe de Dios pueda ser cuidada y protegida, Su Ley guardada y preservada y que Su Causa pueda permanecer a salvo y segura, incumbe a todos afirmarse en el Texto del claro, firmemente establecido y bendito versículo revelado acerca de Él. jamás podrá concebirse transgresión mayor que la suya. Él, (Bahá'u'lláh) dice, gloriosa y sagrada es Su Palabra: "Los necios entre Mis amados lo consideraban como Mi socio, sembraron la sedición en el país, siendo ellos en verdad, los promotores de disturbios". ¡Considerad cuán torpe es la gente! Aquellos que han estado en Su Presencia (la de Bahá'u'lláh) y contemplaron Su Rostro, han difundido, sin embargo, opiniones tan vanas, hasta que -exaltadas sean Sus Palabras explícitas- Él dijo: "Si por un momento dejara él de estar bajo la sombra de la Causa, por cierto que sería reducido a la nada". ¡Reflexionad! Cuánta importancia concede Él a un instante de desviación, es decir, si él se inclinara tanto como el espesor de un cabello hacia diestra o siniestra, su desviación sería establecida y su absoluta insignificancia se haría evidente. Ahora sois testigos de cómo la ira de Dios lo ha acosado por todos lados y cómo, día a día, se precipita hacia la destrucción. En poco tiempo le veréis, tanto a él como a sus asociados, condenados a una ruina total, tanto externa como internamente.

¡Qué desviación puede ser mayor que la de violar el Convenio de Dios! ¡Qué desviación puede ser mayor que la de tergiversar y falsificar las palabras y versículos del Texto Sagrado, tal como lo ha atestiguado y declarado Mirza Badí'u'lláh! ¡Qué desviación puede ser mayor que aquella de calumniar al mismo Centro del Convenio! ¡Qué desviación puede ser más notoria que la de difundir informes falsos y torpes acerca del Templo del Testamento de Dios! ¡Qué desviación puede ser más grave que pronunciar sentencia de muerte contra el Centro del Convenio, tomando como fundamento el sagrado versículo: "Aquel que eleve una pretensión antes de la expiración de mil años . . . ", mientras que él (Muhammad 'Alí), en la época de la Bendita Belleza, había anunciado abiertamente tal pretensión, la cual fue refutada por Él, en la forma antedicha; existiendo aún el texto de su pretensión, escrito de su propio puño y letra y con su propio sello! ¡Qué desviación puede ser más completa que la de acusar falsamente a los amados de Dios! ¡Qué desviación puede ser más malvada que la de causar su encarcelamiento! ¡Qué desviación puede ser más severa que la de entregar en manos del gobierno los Escritos y Epístolas Sagradas, para que quizás ellos (los del gobierno) pudieran levantarse con la intención de dar muerte a este agraviado! ¡Qué desviación puede ser más violenta que amenazar con la ruina a la Causa de Dios, forjando y falsificando calumniosamente cartas y documentos con objeto de perturbar y alarmar al gobierno y provocar el derramamiento de sangre de este agraviado, cartas y documentos que se hallan en poder del gobierno en la actualidad! ¡Qué desviación puede ser más poderosa que su iniquidad y rebelión! ¡Qué desviación puede ser mas vergonzosa que la de dispersar la asamblea de la gente de salvación! ¡Qué desviación puede ser más infame que las vanas y endebles interpretaciones de la gente de la duda! ¡Qué desviación puede ser más malvada que la de ir de la mano con extraños y con los enemigos de Dios!

Hace algunos meses, de acuerdo con otros, el que violó el Convenio preparó un documento lleno de calumnias e injurias, en el que -¡no lo permita el Señor!-, entre muchos cargos similares e infamatorios, 'Abdu'l-Bahá era considerado un mal intencionado enemigo mortal de la Corona. De tal modo perturbó la mente de los miembros del Gobierno Imperial, que finalmente fue enviado desde la sede del Gobierno de su Majestad un Comité de Investigación, el cual violó todas las reglas de justicia y equidad que corresponden a su Majestad Imperial, es más, procedió con la más flagrante injusticia en sus investigaciones. Los mal intencionados del Dios único y Verdadero, los rodearon por todos lados, explicándoles y exagerando sobremanera el texto del documento, mientras ellos (los miembros del Comité), a su vez, asintieron ciegamente. Una de sus múltiples calumnias estribaba en que este siervo había enarbolado un estandarte en esta ciudad, había reunido bajo él a la gente, estableciendo una nueva soberanía para sí mismo, había levantado una poderosa fortaleza sobre el Monte Carmelo, había reunido a su alrededor a toda la gente del país, sometiéndolos a su voluntad, que había provocado una división en la Fe de Islam, y establecido un convenio con los seguidores de Cristo y -¡Dios no lo permita!- tenía el propósito de provocar una grave brecha en el gran poder de la Corona. ¡Que el Señor nos proteja de falsedades tan atroces!

De acuerdo con el mandato directo y sagrado de Dios, se nos prohibe emitir calumnias, se nos manda mostrar paz y amistad, se nos exhorta a una conducta recta, a la honradez y armonía con todos los pueblos y naciones de la Tierra. Debemos obedecer y desear el bien a los gobiernos del país, considerar la deslealtad a un rey justo como una deslealtad a Dios mismo, y el desear mal al gobierno, como una transgresión a la Causa de Dios. Con estas palabras decisivas y concluyentes, ¿cómo es posible que estos prisioneros dieran rienda suelta a tan vanas fantasías?; estando encarcelados, ¿cómo podrían mostrar semejante deslealtad? Pero, ¡ay!, el Comité de Investigación aprobó y confirmó estas calumnias de mi hermano y de los mal intencionados, presentándolas a su Majestad el Soberano. Ahora, en este instante, una feroz tormenta ruge alrededor de este prisionero que espera la benévola voluntad de su Majestad, sea o no favorable, ¡que el Señor le ayude, mediante Su gracia, a ser justo! Sea cual fuere la situación en que se encuentre, 'Abdu'l-Bahá, con calma y tranquilidad absolutas, se halla listo para sacrificarse a sí mismo, estando totalmente resignado y sujeto a Su Voluntad. ¡Qué transgresión podría ser más abominable, más odiosa, más malvada que ésta!

De igual manera, el Centro focal del Odio se propuso dar muerte a 'Abdu'l-Bahá, lo cual se confirma mediante el testimonio escrito por el mismo Mirza Shu'á'u'lláh, el cual va incluido aquí. Es evidente e indiscutible que ellos estaban ocupados en complotar secretamente y con la mayor sutileza en contra mía. A continuación van sus propias palabras escritas en esta carta: "Maldigo a cada instante a aquel que ha encendido esta discordia, impreco con estas palabras: 'Señor, no tengas misericordia de él' y espero que antes de mucho, Dios manifestará a aquel quien no tendrá piedad de él, quien tiene otra apariencia exterior y de quien no puedo dar más explicaciones". Con estas palabras él se refiere al versículo sagrado que comienza como sigue: "Aquel que eleve una pretensión antes de la expiración de mil años. . ." ¡Reflexionad! Cuán resueltos están en obtener la muerte de 'Abdu'l-Bahá. Meditad en vuestros corazones la frase:"... no puedo dar más explicaciones", y comprenderéis qué clase de planes están inventando para este fin. Temen que si dan explicaciones demasiado completas, la carta puede caer en manos extrañas y sus intrigas puedan ser desbaratadas y frustradas. La frase predice solamente buenas nuevas futuras, a saber, que sobre este particular ya se han hecho todos los arreglos necesarios.

¡Oh Dios, mi Dios! Tú ves a este agraviado siervo Tuyo, presa de leones feroces, de lobos voraces, de bestias sedientas de sangre. Ayúdame benévolamente, por mi amor a Ti, para que pueda beber abundantemente del cáliz que rebasa de fidelidad hacia Ti y está lleno con Tu munífica Gracia, para que pueda caer exhausto e inconsciente en tanto que mi vestimenta se tiña de rojo con mi sangre. Tal es mi deseo, el anhelo de mi corazón, mi esperanza, mi orgullo y mi gloria. Permite, ¡oh Señor, mi Dios y mi Refugio, que en mi última hora, a mi término pueda exhalar como el almizcle su fragancia de gloria! ¿Existe generosidad mayor que ésta? No. ¡Por Tu Gloria! Te pongo por testigo que no pasa día alguno sin que beba mi porción de esta copa, tan graves son las maldades forjadas por aquellos que han violado el Convenio, han encendido la discordia, han mostrado su malicia, han promovido la sedición en el país y Te han deshonrado entre Tus siervos. ¡Señor! Escuda la poderosa Fortaleza de Tu Fe, contra estos violadores del Convenio y protege Tu Santuario secreto del asalto de los impíos. Tú eres en verdad, el Poderoso, el Potente, el Benévolo, el Fuerte.

En síntesis, ¡oh bienamados del Señor! El Centro de Sedición, Mirza Muhammad 'Alí, de acuerdo con las palabras decisivas de Dios y a causa de sus ¡limitadas transgresiones, ha sufrido una dolorosa caída y ha sido separado del Árbol Sagrado. ¡En verdad, no les hicimos daño, sino que ellos se han hecho daño a sí mismos!

¡Oh Dios! ¡Mi Dios! Escuda a Tus siervos leales contra los males del egoísmo y la pasión, protégelos con el ojo avizor de Tu cariñosa bondad de todo rencor, odio y envidia, ampáralos dentro de la inexpugnable fortaleza de Tu Causa y, libres de los dardos de la duda, hazlos las manifestaciones de Tus gloriosos signos. Ilumina sus rostros con los refulgentes rayos emanados de la Aurora de Tu Divina Unidad; alegra sus corazones con los Versos Revelados desde Tu Sagrado Reino, fortalece sus espaldas con Tu poder que todo lo domina proveniente de Tu Reino de Gloria. ¡Tú eres el Todo Generoso, el Protector, el Todopoderoso, el Benévolo!

¡Oh vosotros, que permanecéis firmes en el Convenio! Cuando llegue la hora en que esta agraviada ave de débiles alas haya remontado el vuelo hacia el Concurso Celestial; cuando se haya apresurado al Reino de lo Invisible y su forma mortal háyase perdido o esté oculta bajo el polvo, incumbe a los Afnán que están firmes en el Convenio de Dios, y que han brotado del Árbol de Santidad; a las Manos (pilares) de la Causa de Dios (que la Gloria del Señor descanse sobre ellas), y a todos los amigos y bienamados, que todos y cada uno se pongan en acción y se levanten con alma y corazón y de común acuerdo, para difundir las dulces fragancias de Dios, enseñar Su Causa y promover Su Fe. Les incumbe a éstos no descansar un instante, ni buscar reposo. Deben dispersarse por todos los países pasar por todos los climas y viajar por todas las regiones. Activos, sin descanso y firmes hasta el fin, deben levantar en todos los países el grito triunfante de '¡Oh Tú, Gloria de las Glorias!" (Yá Bahá'u'l-Abhá); deben alcanzar renombre en el mundo dondequiera que vayan; deben arder brillantemente como una luz en cada reunión y deben encender la llama del Amor Divino en cada asamblea, para que la luz de la verdad se levante resplandeciente en el corazón mismo del mundo, para que tanto en el Oriente como en el Occidente pueda reunirse un vasto concurso bajo la sombra de la Palabra de Dios, para que las dulces fragancias de santidad puedan ser difundidas, para que los rostros brillen radiantes, los corazones se llenen del Espíritu Divino y las almas se vuelvan celestiales.

Lo más importante de todo en estos días es guiar a las naciones y pueblos del mundo. Enseñar la Causa es de la mayor importancia, porque es la piedra angular de la base misma. Este agraviado siervo ha pasado sus días y sus noches promoviendo la Causa y urgiendo a las gentes al servicio. No descansó un solo instante hasta que la fama de la Causa de Dios fue proclamada en el mundo y las Melodías Celestiales del Reino de Abhá despertaron el Este y el Oeste. Los bienamados de Dios deben seguir igual ejemplo. ¡Este es el secreto de la fidelidad, éste es el requisito de servidumbre hacia el Umbral de Bahá!

Los discípulos de Cristo se olvidaron de sí mismos y de todas las cosas terrenales, abandonaron todas sus responsabilidades y pertenencias, se purificaron de egoísmo y pasión y con absoluto desprendimiento se dispersaron por doquier ocupándose en llamar a la gente del mundo hacia la Guía Divina, hasta que finalmente hicieron del mundo otro mundo, iluminaron la superficie de la Tierra, y hasta su última hora demostraron autosacrificio en el sendero de aquel Amado de Dios. Finalmente, en diversos países sufrieron un glorioso martirio. ¡Que aquellos que sean hombres de acción sigan sus pasos!

¡Oh mis amados amigos! Una vez desaparecido este agraviado, incumbe a los Aghsán (Ramas), a los Afnán (Vástagos) del Sagrado Árbol del Loto, a las Manos (pilares) de la Causa de Dios, y a los amados de la Belleza de Abhá, volverse hacia Shoghi Effendi -la joven rama que ha brotado de los dos reverenciados y sagrados Árboles del Loto y el fruto que ha crecido de la unión de los dos vástagos del Árbol de Santidad- ya que él es el signo de Dios, la rama escogida, el guardián de la Causa de Dios, a quien todos los Aghsán, los Afnán, las Manos de la Causa de Dios y Sus amados deben volverse. Él es el expositor de las palabras de Dios, y, después de él, le sucederá el primogénito de sus descendientes directos.

La sagrada y joven rama, el guardián de la Causa de Dios, así como la Casa Universal de Justicia que será universalmente elegida y establecida, se encuentran bajo el cuidado y protección de la Belleza de Abhá, bajo el amparo y guía infalible de Su Santidad, el Exaltado (que mi vida sea ofrecida para ambos). Cualquier cosa que ellos decidan es de Dios. Quienquiera no obedece a él o a ellos, no ha obedecido a Dios; quienquiera se rebela contra él o contra ellos, se ha rebelado contra Dios; quienquiera se opone a él (o a ellos), se ha opuesto a Dios; quienquiera contiende con ellos, contiende con Dios; quienquiera disputa con ellos, disputa con Dios; quienquiera a él negare, niega a Dios; quienquiera no crea en él, no cree en Dios; quienquiera se desvíe, se aparte y se aleje de él, en verdad se desvía, se aparta y se aleja de Dios. ¡Que la ira, la indignación feroz y la venganza de Dios caigan sobre él! La poderosa fortaleza permanecerá inexpugnable y segura mediante la obediencia hacia él quien es el guardián de la Causa de Dios. Incumbe a los miembros de la Casa de Justicia, a todos los Aghsán, los Afnán, las Manos de la Causa de Dios, mostrar obediencia, sumisión y subordinación al guardián de la Causa de Dios, volverse hacia él y ser humildes en su presencia. El que se opone a él, se ha opuesto al Verdadero, producirá una brecha en la Causa de Dios, subvertirá Su palabra y se convertirá en una manifestación del Centro de Sedición. ¡Alerta! ¡Alerta!, no sea que se repitan los días posteriores a la ascensión (de Bahá'u'lláh), cuando el Centro de Sedición se hizo soberbio y rebelde y, con la Unidad Divina como excusa, se excluyó a sí mismo, y perturbó y envenenó a otros. Indudablemente, cada vanidoso con intención de provocar disensión y discordia no declarará abiertamente su malvado propósito; no, por el contrario, como oro impuro, utilizará diversas medidas y pretextos variados para provocar la separación en la asamblea de la gente de Bahá. Mi objeto es mostrar que las Manos de la Causa de Dios deben estar siempre alerta, y en cuanto encuentren a alguien que comienza a oponerse y protestar contra el guardián de la Causa de Dios, deben arrojarlo de la congregación del pueblo de Bahá, y bajo ninguna circunstancia aceptar excusa alguna suya. ¡Cuán a menudo se ha disfrazado el cruel error tras el manto de la verdad para poder sembrar las semillas de la duda en los corazones de los hombres!

¡Oh vosotros, bienamados del Señor! Incumbe al guardián de la Causa de Dios designar durante su vida a aquel que ha de ser su sucesor, para que no se produzcan diferencias después de su muerte. Aquel que sea designado, debe mostrar en sí mismo desprendimiento de toda cosa mundana, debe ser la esencia de la pureza, debe mostrar en sí mismo el temor a Dios, conocimiento, sabiduría y erudición. De este modo, si sucediera que el primogénito del guardián de la Causa de Dios no manifestara en sí mismo la verdad de las palabras: "El hijo es la esencia secreta de su padre", es decir, que si él no heredara lo espiritual (del guardián de la Causa de Dios) y su glorioso linaje no estuviera hermanado con un buen carácter, entonces él (el guardián de la Causa de Dios) debe elegir otra rama que le suceda.

Las Manos de la Causa de Dios deben elegir entre su propio grupo nueve personas que estarán ocupadas continuamente en los importantes servicios del trabajo del guardián de la Causa de Dios. Estos nueve serán elegidos ya sea por unanimidad o por mayoría, del grupo de las Manos de la Causa de Dios, y éstos, ya sea por unanimidad o por mayoría de votos, deben dar su asentimiento a la elección de aquel a quien el guardián de la Causa de Dios ha designado como su sucesor. Este asentimiento debe hacerse de tal manera que las voces que aprueban y desaprueban no se puedan distinguir (es decir, voto secreto).

¡Oh amigos! Las Manos de la Causa de Dios deben ser nombradas y designadas por el guardián de la Causa de Dios. Todas deben estar bajo su sombra y obedecer su mandato. Si alguien, ya sea dentro o fuera del cuerpo de las Manos de la Causa de Dios desobedeciera y buscare la división, la ira de Dios y Su venganza caerán sobre él, porque habrá causado una división en la verdadera Fe de Dios.

Las obligaciones de las Manos de la Causa de Dios son: Difundir las fragancias divinas, edificar las almas de los hombres, promover la erudición, mejorar el carácter de todos los hombres y estar en todo momento y bajo todas las condiciones santificados y desprendidos de toda cosa terrenal. Deben manifestar el temor a Dios mediante su conducta, sus modales, sus acciones y sus palabras.

Este cuerpo de las Manos de la Causa de Dios se encuentra bajo la dirección del guardián de la Causa de Dios. Él debe urgirles continuamente para que se esfuercen y se empeñen al máximo de su capacidad, en difundir las dulces fragancias de Dios y guiar a todos los pueblos del mundo, por cuanto es la luz de Guía Divina la que hace que todo el universo se ilumine. Desatender aunque no sea más que por un instante este mandato absoluto, que es obligatorio para todos, no está permitido en manera alguna, para que el mundo de la existencia llegue a ser como el Paraíso de Abhá, para que la superficie de la Tierra se haga celestial, para que la disputa y el conflicto entre los pueblos, razas, naciones y gobiernos desaparezcan, para que todos los habitantes de la Tierra lleguen a ser corno un pueblo y una raza; para que el mundo llegue a ser como un solo hogar. Si se produjeran diferencias, éstas serán resueltas en forma amistosa y concluyente por el Tribunal Supremo, el cual incluirá miembros de todos los gobiernos y pueblos del mundo.

¡Oh vosotros, bienamados del Señor! En esta sagrada Dispensación, el conflicto y la disputa no se permiten bajo ninguna circunstancia. Todo agresor se priva a sí mismo de la gracia de Dios. Incumbe a todos mostrar el mayor amor, rectitud de conducta, franqueza y sincera bondad a todos los pueblos y razas del mundo, sean amigos o extraños. Tan intenso debe ser el espíritu de afecto y bondad, que el extraño se sienta amigo, el enemigo un verdadero hermano, sin haber entre ellos diferencia alguna, porque la universalidad es de Dios y todas las limitaciones son terrenas. Así pues, el hombre debe esforzarse para que su realidad manifieste virtudes y perfecciones, cuya luz pueda brillar sobre todos. La luz del sol brilla sobre todo el mundo y las lluvias misericordiosas de la Divina Providencia caen sobre todos los pueblos. La brisa vivificante revive a todas las criaturas vivientes, y todos los seres dotados de vida obtienen su porción en Su mesa celestial. De igual manera, el afecto y bondad de los siervos del Dios único y Verdadero deben ser extendidos, generosa y universalmente, a toda la humanidad. En lo que a esto se refiere, no se permiten, bajo ninguna circunstancia, las restricciones y limitaciones.

Por lo tanto, ¡oh mis amados amigos! Asociaos con todos los pueblos, razas y religiones del mundo con la mayor veracidad, rectitud, fidelidad, bondad, buena voluntad y amistad, para que todo el mundo de la existencia se llene con el sagrado éxtasis de la gracia de Bahá, para que la ignorancia, la enemistad, el odio y el rencor desaparezcan del mundo y que la oscuridad del alejamiento entre los pueblos y razas del mundo ceda lugar a la Luz de la Unidad. Si otros pueblos y naciones os son infieles, mostradles lealtad; si os tratan injustamente, mostradles justicia; si se mantienen distanciados de vosotros, atraedlos; si os mostraran enemistad, sed amistosos con ellos; si envenenaran vuestras vidas, endulzad sus almas; si os hirieran, sed un ungüento para sus llagas. Tales son los atributos de los sinceros. ¡Tales son los atributos de los veraces!

Y ahora, en lo que se refiere a la Casa de Justicia, que Dios ha establecido como la fuente de todo bien y libre de todo error, debe ser elegida por sufragio universal, es decir, por los creyentes. Sus miembros deben ser manifestaciones del temor de Dios y manantiales de conocimiento y comprensión, deben ser firmes en la Fe de Dios y desear bien a toda la humanidad. Por esta Casa se quiere significar la Casa Universal de Justicia; es decir, en todos los países debe establecerse una Casa Secundaria de Justicia, y las Casas Secundarias de Justicia deben elegir a los miembros de la Universal. Todo debe ser referido a este cuerpo. Éste promulga las ordenanzas y reglamentos que no se encuentren en el explícito Texto Sagrado. Por medio de este cuerpo han de resolverse todos los problemas difíciles, y el guardián de la Causa de Dios es su sagrado jefe y distinguido miembro vitalicio de tal cuerpo. Si él no asistiera en persona a sus deliberaciones, debe designar a alguien que lo represente. Si alguno de los miembros cometiera un pecado, perjudicial al bien común, el guardián de la Causa de Dios tiene el derecho, de acuerdo con su propio juicio, de expulsarlo. Entonces los creyentes deben elegir otro en su lugar. Esta Casa de Justicia promulga las leyes y el gobierno las ejecuta. El cuerpo legislativo debe reforzar el ejecutivo, el ejecutivo debe prestar su apoyo y ayudar al cuerpo legislativo, de modo que mediante la estrecha unión y armonía de estas dos fuerzas, las bases de la equidad y la justicia puedan llegar a ser firmes y fuertes, para que todas las regiones del mundo lleguen a ser como el mismo paraíso.

¡Oh Señor, mi Dios! Ayuda a Tus amados a ser firmes en Tu Fe, a caminar por Tus senderos y a ser constantes en Tu Causa. Concédeles Tu gracia, para que puedan resistir los asaltos del egoísmo y la pasión y seguir la luz de Guía Divina. Tú eres el Poderoso, el Bondadoso, el Que Subsiste por Sí Mismo, el Donador, el Compasivo, el Todopoderoso, el Todo Generoso.

¡Oh amigos de 'Abdu'l-Bahá! El Señor, como signo de Sus bondades infinitas, ha favorecido benignamente a sus siervos estipulando un ofrecimiento fijo en dinero (Huqúq), que Le es presentado respetuosamente, aunque Él, el Verdadero y sus siervos, han estado siempre independientes de todo lo creado, y Dios es, en verdad, el que Todo lo Posee y está exaltado por encima de la necesidad de cualquier dádiva de Sus criaturas. Sin embargo, este ofrecimiento fijo en dinero hace que la gente se vuelva firme y constante adquiriendo espiritualidad. Este debe ser ofrecido por intermedio del guardián de la Causa de Dios, para que pueda ser utilizado para la difusión de las Fragancias de Dios y la exaltación de Su palabra, para fines benéficos y para el bien común.

¡Oh vosotros, bienamados del Señor! Os incumbe ser sumisos a todo monarca justo y mostrar fidelidad a todo rey virtuoso. Servid a los soberanos del mundo con la mayor veracidad y lealtad. Mostradles obediencia y deseadles el bien. Sin su permiso y consentimiento, no intervengáis en cuestiones políticas, porque la deslealtad hacia un soberano justo es deslealtad hacia Dios mismo.

Este es mi consejo y el mandato de Dios para vosotros. Felices aquellos que obren en conformidad con ellos.

SEGUNDA PARTE
Él es Dios

Oh mi Señor, el Deseado de mi corazón, Tú a Quien siempre invoco, Tú Quien eres mi Ayuda y mi Protección, mi Auxilio y Refugio. Tú me ves sumergido en un océano de calamidades que anonadan el alma, de aflicciones que oprimen el corazón, de desgracias que separan a Tus seguidores y aflicciones y penas que dispersan Tu rebaño. Terribles pruebas me rodean por doquier y por todas partes me acecha el peligro. Tú me ves sumergido en un mar de tribulaciones sin igual, hundido en un insondable abismo, atormentado por mis enemigos y consumido por la llama de su odio, encendida por mis parientes con quienes Tú estableciste Tu poderoso Convenio y Tu firme Testamento, en el que Tú les pides que vuelvan sus corazones hacia este agraviado y que mantengan lejos de mí a los insensatos y a los injustos, y que refieran a este solitario todo aquello sobre lo cual tienen diferencias en Tu Libro Sagrado, para que les sea revelada la Verdad, puedan ser disipadas sus dudas y difundidos Tus evidentes Signos.

Sin embargo, Tú los ves, ¡Oh Señor, mi Dios!, con Tu ojo que no duerme, cómo han violado Tu Convenio y le han vuelto las espaldas, cómo ellos, con odio y rebeldía, se han apartado de Tu Testamento y se han levantado con la intención de cometer maldades.

Las adversidades se hicieron aún más severas, a medida que se alzaron con insoportable crueldad con el fin de dominarme y destruirme, mientras difundían en todas direcciones escritos creadores de duda y lanzando contra mi calumnias y falsedades. No contentos con esto, su jefe, ¡oh mi Dios!, se atrevió a tergiversar Tu Libro, alterando fraudulentamente Tu Texto Sagrado y concluyente, y falsificando aquello que ha sido revelado por Tu Pluma Todo Gloriosa. También insertó maliciosamente aquello que Tu revelaste para aquel que Te infligió la más flagrante crueldad, no creyó en Ti y negó Tus maravillosos Signos, en aquello que Tú revelaste para este siervo Tuyo que ha sido agraviado en este mundo. Todo ello lo hizo con el fin de engañar a las almas de los hombres e infundir sus maledicencias en los corazones de Tus devotos. Su segundo jefe dio testimonio de ello, confesándolo de su propio puño y letra, estampando en él su sello y difundiéndolo por todas partes. ¡Oh mi Dios! ¿Puede haber injusticia mayor que esta? A pesar de esto no descansaron, sino que siguieron luchando con terquedad, falsedades e infamias, con desprecio y calumnias, con el fin de promover la sedición en medio del gobierno de este país y otras partes, haciendo que me consideraran un sembrador de sediciones y llenando las mentes con cosas que los oídos se niegan a escuchar. De este modo se alarmó el gobierno, el Soberano sintió temor y la nobleza empezó a sospechar. Las mentes se sintieron preocupadas, las actividades se desorganizaron, las almas se perturbaron, las llamas de la angustia y del dolor se encendieron en los pechos, las Sagradas Hojas (de la Familia) fueron convulsionadas y sacudidas, sus ojos derramaron lágrimas, se oyeron sus suspiros y lamentaciones, mientras sus corazones ardían en su interior al llorar por este agraviado siervo Tuyo que había caído víctima en manos de ellos, sus parientes, ¡más aún, sus mismos enemigos!

¡Señor!, Tú ves cómo todas las cosas lloran por mí mientras mis parientes se regocijan por mis penas. ¡Por Tu Gloria!, ¡Oh mi Dios! Aun entre mis enemigos algunos han lamentado mis dificultades y mi dolor y cierto número de los envidiosos han derramado lágrimas a causa de mis cuitas, mi exilio y mis aflicciones. Hicieron esto porque no encontraron en mí sino afecto y cuidado y no atestiguaron más que bondad y misericordia. Como me vieron arrastrado por un torrente de tribulaciones y adversidades y expuesto como blanco para las flechas del destino, sus corazones se conmovieron de compasión, de sus ojos brotaron lágrimas y atestiguaron diciendo: "El Señor es nuestro testigo; nada hemos visto en él sino fidelidad, generosidad y extremada compasión." Sin embargo, los violadores del Convenio, vaticinadores del mal, manifestaron un rencor más feroz, se regocijaron mientras caía víctima de gravísimas pruebas, desplegaron actividades en mi contra y celebraron jubilosos los desgarradores acontecimientos que me rodeaban.

¡Yo Te invoco, Oh Señor, mi Dios!, con mi lengua y con todo mi corazón, no les pagues con la misma moneda por su crueldad, sus malas acciones, sus intrigas y sus maldades, por cuanto son insensatos e innobles y no saben lo que hacen. No disciernen el bien del mal y no distinguen lo verdadero de lo falso, ni la justicia de la injusticia. Siguen sus propios deseos y van tras los pasos de los más imperfectos y torpes de los suyos. ¡Oh mi Señor! Ten misericordia de ellos, protégelos de toda aflicción en estos días infaustos, y permite que todas las pruebas y dificultades vengan a éste, Tu siervo, quien ha caído en este oscuro foso. Hazme el objeto de todos los sufrimientos y sacrifícame por todos Tus amados. ¡Oh Señor, el Altísimo! Que mi alma, mi vida, mi ser, mi espíritu, mi todo, sean ofrecidos por ellos. ¡Oh Dios, mi Dios! Humilde, suplicante y caído sobre mi rostro, Te ruego, con todo el ardor de mi invocación, que perdones a quienquiera me ha hecho daño, haya conspirado en mi contra y me haya ofendido, limpia las malas acciones de aquellos que me han hecho injusticia. Concédeles Tus excelentes dádivas, confiéreles e alegría, evítales todo dolor, concédeles paz y prosperidad, dadles Tu gracia y derrama sobre ellos Tu bondad.

¡Tú eres el Poderoso, el Benévolo, el que Ayuda en el Peligro, el que Subsiste por Si mismo!

¡Oh queridos amigos! Me encuentro ahora en gran peligro y he perdido la esperanza de vivir una hora más. Es por ello que me veo obligado a escribir estas líneas para la protección de la Causa de Dios, la preservación de Su Ley, la salvaguardia de Su Palabra y la seguridad de Sus Enseñanzas. ¡Por la Antigua Belleza! Este agraviado no ha guardado ni guarda en modo alguno rencor contra nadie; no mantiene sentimiento alguno de maldad hacia nadie y no pronuncia palabra alguna que no sea para el bien del mundo. Mi suprema obligación, sin embargo, necesariamente me impulsa a proteger y preservar la Causa de Dios. Es así como, con el más profundo pesar, os aconsejo diciendo: "Guardad la Causa de Dios, proteged Su Ley y temed al máximo la discordia. Ésta es la base de la creencia de la gente de Bahá (que mi vida sea ofrecida por ellos): Su Santidad, el Exaltado (el Báb), es la Manifestación de la Unidad y la unicidad de Dios y el Precursor de la Antigua Belleza. Su Santidad la Belleza de Abhá (que mi vida sea sacrificada por Sus firmes amigos) es la Suprema Manifestación de Dios y la Aurora de Su Más Divina Esencia. Todos los demás son Sus siervos y obedecen Su mandato." Todos deben volverse hacia el Libro Más Sagrado, y todo lo que no esté anotado expresamente allí debe ser referido a la Casa Universal de Justicia. Aquello que dicho cuerpo apruebe, ya sea por unanimidad o por mayoría, es por cierto la Verdad y el Propósito de Dios Mismo. Quienquiera se desvíe de ello pertenece, en verdad, a aquellos que aman la discordia, muestran maldad y se apartan del Señor del Convenio. Por esta Casa se quiere significar la Casa Universal de Justicia, la cual será elegida por todos los países, es decir, en aquellos lugares del Oriente y Occidente donde se encuentran los bienamados, según el método acostumbrado de elecciones en países Occidentales, tales como Inglaterra.

Incumbe a estos miembros (de la Casa Universal de Justicia) reunirse en cierto lugar y deliberar sobre todos los problemas que han causado diferencias, cuestiones que no estén claras y asuntos que no se hallen registrados explícitamente en el Libro. Cualquier cosa que ellos decidan tiene el mismo efecto que el Texto mismo. Y ya que esta Casa de Justicia tiene poder para promulgar leyes no anotadas expresamente en el Libro y que se refieren a transacciones diarias, así también tiene poder para derogarlas. Por ejemplo, la Casa de Justicia promulga cierta ley hoy día y la hace cumplir, y de aquí a cien años han cambiado profundamente las circunstancias y son otras las condiciones; entonces otra Casa de Justicia tendrá el poder, de acuerdo con las exigencias de la época, de cambiar esa ley. Puede hacer esto, porque dicha ley no forma parte del Texto Explícito Divino. La Casa de Justicia es a la vez la que promulga y deroga sus propias leyes.

Ahora bien, uno de los principios fundamentales y de mayor importancia de la Causa de Dios es rehuir y evitar completamente a los violadores del Convenio, porque ellos destruirían totalmente la Causa de Dios, exterminarían Su Ley y anularían todos los esfuerzos hechos en el pasado. ¡Oh amigos! Os es conveniente recordar con compasión las pruebas de Su Santidad, el Exaltado, y mostrar vuestra fidelidad a la Siempre Bendita Belleza. Debe hacerse el máximo esfuerzo, no vaya a ser que todas estas penas, pruebas y aflicciones, toda esta sangre pura y sagrada que ha sido derramada tan profusamente en el Sendero de Dios, resulten en vano. Bien sabéis lo que han hecho las manos del Centro de Sedición, Mirza Muhammad Alí y sus asociados. Entre sus acciones se encuentra la corrupción del Texto Sagrado, que todos vosotros conocéis -¡Alabado sea el Señor!-, y sabéis que es un hecho evidente, probado y confirmado por el testimonio de su hermano, Mirza Badí'u'lláh, cuya confesión está escrita con su propia letra, que lleva su sello y ha sido impresa y difundida por todas partes. Ésta es sólo una de sus malas acciones. ¿Puede imaginarse una transgresión más flagrante que ésta, la de tergiversar el Texto Sagrado? No, ¡por la justicia del Señor!, sus transgresiones se encuentran escritas y anotadas en una cuartilla aparte. Si Dios quiere vosotros la leeréis.

En síntesis, de acuerdo con el explícito Texto Divino, la menor transgresión hará que este hombre sea una fracasada criatura, y ¡qué transgresión más grave que la de intentar destruir el Edificio Divino, violar el Convenio, desviarse del testamento, falsificar el Texto Sagrado, sembrar las semillas de la duda, calumniar a 'Abdu'l-Bahá, hacer pretensiones que Dios no ha autorizado, incitar a la maldad y tratar de derramar la misma sangre de 'Abdu'l-Bahá y muchas otras cosas que todos vosotros bien conocéis! Es pues evidente que si este hombre lograra producir una división en la Causa de Dios, la destruiría y exterminaría totalmente. ¡Cuidaos de no acercaros a este hombre, porque acercarse a él es peor que acercarse al fuego!

¡Dios Benévolo! Después que Mirza Badí'u'lláh declarara de su propio puño y letra que este hombre (Muhammad 'Alí) había violado el Convenio y había proclamado haber falsificado el Texto Sagrado, comprendió que volver a la Fe Verdadera y declarar lealtad al Convenio y Testamento no favorecería en modo alguno sus deseos egoístas. Fue así como se arrepintió y lamentó por lo que había hecho, trató sigilosamente de recoger sus confesiones escritas, conspiró ocultamente con el Centro de Sedición contra mí, informándole día a día de lo que acontecía en mi hogar. Incluso ha tomado parte activa en las malvadas acciones que recientemente han sido cometidas. ¡Gracias a Dios!, las cosas recuperaron su antigua estabilidad, y los amados lograron una paz parcial. Pero desde el día en que se reincorporó a nuestro grupo, comenzó de nuevo a sembrar las semillas de graves disensiones. Algunas de sus maquinaciones e intrigas serán anotadas en una cuartilla aparte.

Sin embargo, mi propósito es mostrar que incumbe a los amigos que están fuertes y firmes en el Convenio y Testamento que se mantengan siempre alertas, no vaya a ser que después de que este agraviado haya desaparecido, ese activo y alerta promotor de disturbios produzca la ruptura, siembre secretamente las semillas de la duda y la sedición, y arranque de raíz la Causa de Dios. Mil veces, apartaos de su compañía. Prestad atención y estad en guardia. Observad y examinad; si alguien tuviera la menor conexión con él, ya sea privada o abiertamente, expulsadlo de vuestro medio, porque con toda seguridad él causará divisiones y trastornos.

¡Oh vosotros, amados del Señor! Esforzaos de todo corazón para proteger la Causa de Dios del ataque de los insinceros, porque almas como estas hacen que lo recto se tuerza y que todo esfuerzo benéfico produzca resultados contraproducentes.

¡Oh Dios, mi Dios! Yo Te invoco a Ti, a Tus Profetas y Tus Mensajeros, Tus Santos y Tus Inmaculados, como testigos de que yo he declarado en forma concluyente Tus Pruebas a Tus amados, y he expuesto con claridad para ellos todas las cosas, para que vigilen Tu Fe, protejan Tu Recto Sendero y resguarden Tu Ley Resplandeciente. ¡Tú eres, en verdad, el Omnisciente, el Sapientísimo!

TERCERA PARTE
Él es el Testigo, el que Todo lo Satisface.

Oh mi Dios. ¡Mi Bienamado, el Deseo de mi corazón! Tú sabes, Tú ves aquello que ha acaecido a este siervo Tuyo, que se muestra humilde ante Tu Puerta, y Tú conoces los pecados cometidos contra él por el pueblo de la maldad, aquellos que han violado Tu Convenio y vuelto las espaldas a Tu Testamento. De día me atacaron con los dardos del odio, y de noche conspiraron en secreto para hacerme daño. Al amanecer cometieron aquello que el Concurso Celestial lamentó y al atardecer desenvainaron contra mí la espada de la tiranía y en presencia de los impíos lanzaron sobre mi los dardos de la calumnia. A pesar de sus malas acciones, este humilde siervo Tuyo se mostró paciente y soportó todas las aflicciones y pruebas de sus manos, aun cuando, mediante Tu poder y fuerza, podría haber destruido sus palabras, apagado su fuego y detenido la llama de su rebeldía.

Tú ves, oh mi Dios, cómo mi prolongado sufrimiento, mi indulgencia y silencio han hecho aumentar su crueldad, su arrogancia y su orgullo. ¡Por Tu Gloria, oh Bienamado! Ellos no han creído en Ti y se han rebelado contra Ti, de modo tal que no me dejaron un minuto de descanso y quietud para poder levantarme en forma adecuada para exaltar Tu palabra entre la humanidad y poder servir en Tu Umbral de Santidad, con el corazón desbordante de la alegría de los moradores del Reino de Abhá.

¡Señor! Mi copa de dolor desborda, desde todos lados caen violentamente golpes sobre mí. Las flechas de la aflicción me asedian por doquier y los dardos del dolor llueven sobre mi. Así las tribulaciones me abrumaron y mi fuerza se transformó dentro de mi en flaqueza debido a los ataques de los enemigos, mientras me encontraba solo y abandonado en medio de mis desgracias. ¡Señor! Ten misericordia de mi. Levántame hacia Ti y haz que beba el Cáliz del Martirio, porque el espacio del mundo, con toda su inmensidad, ya no puede contenerme.

¡Tú eres, en verdad, el Misericordioso, el Compasivo, el Benévolo, el Todo Generoso!

¡Oh vosotros, amigos sinceros, verdaderos y fieles de este agraviado! Todos conocéis y creéis en las aflicciones que han acaecido a este agraviado, a este prisionero, en manos de los que han

violado el Convenio, cuando, después del ocaso del Lucero del mundo, su corazón se consumía con la llama de tan sensible pérdida.

Cuando los enemigos de Dios en todo el mundo, aprovechándose del ocaso del Sol de la Verdad, lanzáronse repentinamente y con toda su fuerza al ataque; en ese momento, y en medio de tan grande calamidad, los violadores del Convenio se levantaron con la mayor crueldad, empeñados en hacer daño y en fomentar el espíritu de la enemistad. A cada instante cometían una mala acción y se entregaban a sembrar las semillas de graves sediciones y a arruinar el edificio del Convenio. Pero este agraviado, este prisionero, hizo todo lo posible para ocultar y velar sus acciones, para que por ventura llegaran a sentir remordimiento y arrepentirse. Sin embargo, tal indulgencia y paciencia por estas malas acciones hicieron que los rebeldes fueran más arrogantes y atrevidos, hasta que, mediante panfletos escritos de su puño y letra, sembraron las semillas de la duda, los imprimieron y los hicieron circular profusamente por el mundo, creyendo que con acciones tan insensatas reducirían a la nada el Convenio y Testamento.

En consecuencia, los amados del Señor se levantaron, inspirados con la mayor confianza y constancia, y ayudados por el poder del Reino, por la Fuerza Divina, por la Gracia Celestial, por la ayuda infalible y la Generosidad Celestial, resistieron a los enemigos del Convenio en casi setenta tratados, y apoyados con pruebas concluyentes, con evidencias indudables y textos claros de la Escritura Sagrada, les refutaron sus pergaminos de la duda y sus sediciosos panfletos. De este modo, el Centro de Sedición se vio confundido en su astucia, castigado por la ira de Dios, hundido en la degradación y la infamia, la cual durará hasta el Día del Juicio. ¡Baja y desgraciada es la suerte de las gentes de malas acciones, aquellos que se encuentran completamente perdidos!

Al ver perdida su causa y sentirse impotentes en sus esfuerzos contra los amados de Dios, pudieron ver el Estandarte de Su Testamento ondeando en todas las regiones y atestiguaron el poder del Convenio del Misericordioso; entonces la llama de la envidia ardió en ellos en forma indescriptible. Con máximo vigor, esfuerzo, rencor y enemistad, siguieron otro sendero, caminaron por otro lado e idearon otro plan: el de encender la llama de la sedición en el corazón mismo del gobierno, y de este modo hicieron aparecer a este agraviado, a este prisionero, como promotor de contiendas, hostil al gobierno y enemigo y antagonista de la corona. Hubiera podido suceder que 'Abdu'l-Bahá fuera muerto y desapareciera su nombre, abriendo así un campo de acción en el que los enemigos del Convenio pudieran avanzar espoleando sus corceles, infligiendo un grave daño sobre todos y subvirtiendo las bases mismas del edificio de la Causa de Dios. Porque es tan grave la conducta y comportamiento de esta falsa gente, que ha llegado a ser como un hacha golpeando la raíz misma del Árbol Bendito. Si se les permitiera continuar, en pocos días exterminarían la Causa de Dios, Su Palabra y aun a ellos mismos.

Por esto los bienamados del Señor deben apartarse totalmente de ellos, evitarlos, anular sus maquinaciones y malignas murmuraciones, cuidar la Ley de Dios y Su Religión, ocuparse todos en difundir por todas partes las dulces Fragancias de Dios y hacer el mayor de los esfuerzos para proclamar sus Enseñanzas.

Quienquiera y cualquier reunión que se transforme en un impedimento para la difusión de la Luz de la Fe, que los amados les aconsejen diciendo: "De todas las dádivas de Dios, la mayor es la dádiva de Enseñar. Ésta atrae hacia nosotros la Gracia de Dios y es nuestra primera obligación. ¿Cómo podemos privarnos de semejante don? No, nuestras vidas, nuestros bienes, nuestras comodidades, nuestro descanso, todo lo ofrecemos como un sacrificio para la Belleza de Abhá, y enseñamos la Causa de Dios." Sin embargo, debe mostrarse cautela y prudencia, de acuerdo con lo que está escrito en el Libro. En ningún caso debe rasgarse el velo repentinamente. ¡Que la Gloria de las Glorias descanse sobre vosotros!

¡Oh vosotros, amados fieles de 'Abdu'l-Bahá! Os incumbe cuidar solícitamente a Shoghi Effendi, el retoño que ha brotado y el fruto que han dado los dos santificados y Divinos Árboles del Loto, para que el polvo del desaliento y del pesar no manche su naturaleza radiante, para que día a día sea mayor su felicidad, su alegría, su espiritualidad, y pueda crecer hasta transformarse en un árbol con frutos.

Porque él es, después de 'Abdu'l-Bahá, el guardián de la Causa de Dios. Los Afnán, las Manos (pilares) de la Causa de Dios y los amados del Señor, deben obedecerle y volverse hacia él.

Quienquiera que no le obedece, no ha obedecido a Dios; quienquiera que de él se aparta, se aparta de Dios, y quienquiera a él niega, ha negado al Verdadero. Cuidaos de que nadie interprete falsamente estas palabras y levante un pretexto como aquellos que violaron el Convenio después del Día de la Ascensión (de Bahá'u'lláh), de que enarbole el estandarte de la revuelta y se vuelvan obstinados, abriendo de par en par la puerta de las falsas interpretaciones. Nadie tiene derecho de dar su opinión personal o expresar sus convicciones particulares. Todos deben buscar guía y volverse hacia el Centro de la Causa y la Casa de Justicia. Quienquiera se vuelva a cualquier otro lado, en verdad, se encuentra en grave error.

¡Que la Gloria de las Glorias descanse sobre vosotros


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